Entre las calles del Barrio de las Letras de Madrid destaca una gran cristalera que deja entrever una colección de pinturas. Al acercarse con curiosidad a la puerta, se observa un cuadro en el que una mujer se levanta el top para mostrar sus pechos. Una imagen natural, como la vida misma. ¿La artista? María Herreros (Valencia, 1983), que ha decidido alejarse de la belleza canónica imperante para reflejar en sus cuadros expuestos en la Galería Modus Operandi hasta el 29 de noviembre la belleza real, lo especial de lo cotidiano, esas joyas sin orden, "errores, chorradas" que se acumulan en la galería del móvil. En la muestra PHOTODUMP The Show, Herreros nos lanza una pregunta: ¿Es la no belleza el nuevo postureo?
María nos invita a viajar por su galería privada, con un toque canalla y divertido que ayuda a empatizar con la imagen que se contempla. ¿Quién no ha caído en los filtros de belleza o de animales de Instagram? También los títulos que visten las cartelas son conversaciones de WhatsApp: “Ay, es que me parece un poco borbón", se lee en la que acompaña al retrato de su hijo. Herreros es carismática hasta decir basta, y no tiene miedo de mostrarnos escenas de su día a día, ese carrete lleno de basura gráfica que ahora comparte a golpe de pincel. Como es habitual en su trayectoria, la valenciana no duda en reivindicar el papel de la mujer en un sector machista, "mucho más que otros desgraciadamente", como ella misma asegura durante su entrevista con EL ESPAÑOL.
Embarazada de su segundo hijo, junto al también artista Ricardo Cavolo, ese sexismo se intensifica notablemente. ¿Por qué hay que elegir entre ser madre o artista? ¿Por qué si decides tener un bebé dejas de ser solo "la artista" y pasas a ser la "mamá artista"? María no quiere paternalismos, no quiere que dejen de llamarla porque han visto que está embarazada en su cuenta de Instagram. Sigue al pie del cañón y con más ganas de crear, experimentar y alzar la voz que nunca.
Pasear por Modus Operandi y observar sus cuadros es un viaje sensorial, una potencia de color y un festival de mensajes subliminales cómicos que hacen troncharse de la risa a todo aquel que traspasa la puerta. Un estilo único que le ha convertido en una de las ilustradoras más relevantes de España y ha llevado su trabajo a galerías de Berlín, Hong Kong, Los Ángeles, Nueva York o Seúl.
¿Qué van a encontrar aquellos que visiten tu exposición?
En esta ocasión busco menos intelectualidad y más provocar emociones. Aunque soy una persona muy introspectiva y le doy muchas vueltas a las cosas, propongo al espectador que venga sin pensar mucho y descubra los distintos estados emocionales que va a experimentar. En la inauguración me encantó ver como había gente que al ver un mismo cuadro les provocaba risa y luego asco, disgusto o felicidad, todo a la vez. En algunos cuadros me gusta crear un efecto sorpresa, y de hecho las cartelas desempeñan un papel importante porque esconden bromas.
Para alguien que se mueve en un mundo lleno de estética, ¿qué te cautiva tanto de la "no belleza"?
Con esta expo quería alejarme de la lógica y el concepto. Estoy en una fase de mi vida en la que empiezo a abrazar esa "cochambre" que tenemos en nuestro día a día, lo que no enseñamos en Instagram y nos hace sentir peores que otros, o menos guays que los demás. Me he dado cuenta de que todo eso no te hace peor que nadie, ni menos artista que el resto. La verdad es que desde que empecé me gusta huir de los idealismos esteticos.
Quería basarme en imágenes de mi carrete de fotos que no estuvieran pensadas, sin filtros. Mi única norma era usar material que no estuviera pensado, como esta foto que mandé por un grupo de mamás amigas para que me dijeran si ven que tengo una teta más grande que otra o no, o reflejar lo primitivo de ver a mi hijo comiendo pizza y hacer una comparación con esa mítica escena de Odisea en el Espacio cuando descubren las herramientas... Son obras que podrían ser perfectamente memes, stickers, montajes...
En este proyecto vemos selfies, filtros de belleza... ¿cuánto daño ha hecho Instagram?
Es una espada de doble filo. Por un lado he conocido miles de artistas que me inspiran, me flipan. Y cuántos proyectos he podido hacer fuera de España... No se puede renegar de ella, pero hay que saber utilizarla y no dejar que te utilice a ti.
La cruda realidad es que un día de autoestima baja te ataca de lleno. Hay que saber usar Instagram a nuestro favor, intento ser súper honesta en redes y algunos días me atrevo a mostrar la verdad, aunque es todo un reto.
Parece que la vida de la artista está llena de fiestas glamurosas, gente interesantísima y mucha inspiración, ¿es un falso mito? ¿Cuánta precariedad hay en realidad?
Me encanta explicar a la gente que la carrera del artista no es lineal. Nos hacen creer que esto es subir y subir, y es facilísimo, pero no es cierto. No quiero defraudar, ni que la gente piense que es algo fácil. Es una vida maravillosa, pero solo es posible a través del trabajo duro.
Es una vida con luces y sombras, ¿qué sombras se proyectan cuando eres además una mujer en la industria?
Es curioso porque oficialmente tienes las mismas opciones que ellos, pero no es verdad. Es más difícil ser mujer artista, y te digo ejemplos prácticos que incluso veo con mi pareja. A la hora de pedir un presupuesto a él le han enseñado ser más ambicioso, más asertivo, que no le dé vergüenza pedir dinero, no dar tantos las gracias, no pedir tanto perdón. Como mujer me han pilotado hacia ese comportamiento y es más difícil salir de él.
Cuando tuve a mi bebé, o ahora que estoy embarazada, recibo muchos emails que dicen que no saben si pueden contar conmigo porque han visto que estoy esperando un bebé. Por una parte, puede ser por una cuestión de respeto, pero mi pareja también va a tener un bebé y no los recibe. Se da por hecho que va a interferir en mi vida y mi carrera, pero en la de él no tanto, cuando nosotros tenemos una gran corresponsabilidad. Casi toda esa gente ya me percibe como madre por encima de artista, y puede que haya mucha gente que ni me escriba proqué piensa que va a interferir en mi vida.
¿Huyes de esa etiqueta de "la mamá artista"?
El tema de ser madre y artista es fascinante porque hasta ahora no había literatura sobre el asunto, ni grupos de artistas madres. En este momento estamos reclamando parte de la escena y es una cuestión importante. El problema es que al ser freelance depende de la corresponsabilidad de tu pareja, de los galeristas y agentes y cómo se lo tomen o te perciban. Y la realidad es que hay una gran discriminación.
Tenemos derecho a ser artistas y madres si queremos serlo, y he visto casos de compañeros que piden que elijas: "o una cosa u otra, ambas es incompatible". En nuestra profesión hay un punto snob en el que parece que si eliges ser padre o madre estás dejando de lado el mundo del artista, y no es cierto. En ninguna otra profesión se atreverían a decirle esto a una mujer, y en el mundo del arte se dice.
¿Qué opinión te merece el concepto de musa?
Los machismos no son lineales, se avanza y se retrocede. Pero es cierto que ahora vemos mucho arte en disciplinas distintas con artistas mujeres que ponen el foco en el erotismo y sexualidad de los hombres, u hombres sobre hombres, hay algo distinto ahí. Se ve menos esta idea del hombre artista inspirado en la mujer musa. Hay más diversidad y se rompe con el clásico binarismo. En mi caso siempre huyo de la estética idealizada, sobre todo cuando hablamos del físico o la juventud de las mujeres.
Estás muy vinculada al mundo de la literatura, vimos tu maravillosa visión del universo de la artista norteamericana Georgia O'Keeffe, ¿algún proyecto que puedas adelantarnos?
Tengo un proyecto muy especial con la Editorial Lunwerg. Voy a hace un libro personal que se llama La machorra, en el que hablo de lo que era crecer siendo niña en los años 90, y no encajar en el prototipo de niña femenina. No me conformaba con el molde que yo veía que había que llenar, y ese conflicto de género que se produjo en mí quiero ahora compartirlo.
Por supuesto hay mucha gente como los y las trans que lo sufren mucho más, pero hablando con amigas he descubierto que a muchas nos pasaba. Yo no quería ser mujer porque me daba miedo, me creó un trauma. Era una niña muy observadora y veía lo que suponía ser mujer en la sociedad y no quería eso para mí.
Vas a exprimir al máximo todas las reflexiones que derivan de tu infancia, de los estereotipos femeninos que imperaban y cómo dificultaban el desarrollar tu identidad, ¿qué feelings tienes ahora con el hecho de ser mujer?
Ahora me siento en paz con ser mujer, me identifico como mujer. Pero cuando era niña no quería hacerlo y era porque la definición de mujer que me llegaba era la que imponía la sociedad y era terrible, por eso la rechazaba. Cerca de los 30 empecé a sentirme más cómoda con ser mujer porque empecé yo a definir lo que era ser mujer, antes estaba coaccionada por la sociedad.
Muchas mujeres nacidas en mi generación les ha pasado, ese pánico al momento regla, que no querían vestir con ropa de niña, o que se sentaban con las piernas abiertas y les molestaba que les dijeran que eso estaba mal. El hecho de que ellos practicaran deporte y nosotras fuéramos las animadoras, es un mundo muy binario en el que las niñas tienen un rol muy definido. Hay que romper con ello.