Mireia Rodríguez (Roca de Vallés, 1990) lleva toda la vida jugando al balonmano. Con solo cuatro años empezó a tocar el balón y desde entonces solo ha dejado de jugar cuando se quedó embarazada. Por eso, cuando este año llegó a Albacete y vio que no había equipos femeninos, no dudó en pedir entrar en uno masculino. No iba a renunciar a este noble deporte que ya forma parte de sí misma. Empezó a entrenar con el Club Balonmano Albacete, un equipo de Segunda División Territorial, a finales de agosto, y la semana pasada se convirtió en la primera mujer inscrita para competir en una liga sénior masculina española.
"Me dieron la equipación y me dijeron: puedes jugar", cuenta satisfecha. Para ella, el proceso para lograr competir con su equipo fue fácil y no ha supuesto "un desgaste emocional" porque se ha dado de forma muy natural. Es, en definitiva, una historia de puro amor al balonmano. Primero, fue el propio Club el que le sugirió competir con ellos; segundo, el encargado de todas las gestiones fue su entrenador Valerio.
"La clave ha sido que desde el primer momento en que pedí incorporarme al equipo para entrenar, ellos estuvieron como super a favor. Una vez empecé a entrenar fue cuando me propusieron valorar que pudiera competir. Mi entrenador empezó los trámites y yo seguía yendo a entrenar, pero estaba un poco al margen porque lo veía un poco lejos. Todo esto se tenía que homologar legalmente, consultar a todos los componentes de la Liga... Al final nadie se puso en contra en este sentido y se tramitó de una manera súper limpia. Yo creo que esa también ha sido la clave, que ningún equipo dijo que no".
Eso sí, Mireia admite que probablemente Valerio "no me va a decir cuánto luchó por que se consiguiera o no, pero a mí no me pusieron ningún peso de más. Todo lo contrario, se ocuparon ellos y cuando ya lo tenían hecho me lo dijeron".
Sin equipos femeninos
Ésta no es la primera vez que Mireia compite con chicos, aunque sí la primera que lo hace en una liga sénior. Cuando era niña más de una vez jugó en equipos mixtos, "que es algo más corriente". Con el tiempo esa dinámica quedó atrás y en estos años ha pasado por multitud de equipos femeninos, desde la cantera del equipo de La Roca en sus primeros tiempos, hasta otros de División de Honor Plata como el Granollers, el UCAM Murcia, el Sporting La Rioja... "Cuando ya era madre y no podía seguir el ritmo de Plata pasé por otros en Melilla y en la Universidad de Logroño".
El problema es que Albacete no es el único lugar de España que no tiene un equipo femenino de balonmano. "En muchas ciudades en las que he estado había femenino, pero costaba sacarlo y tenían que fichar a gente de fuera para acabar de componer el equipo. Hay una carencia en ese aspecto porque claro, cuando vas creciendo te cuesta conciliar la vida laboral con la vida deportiva".
Ya no solo en Plata o Primera División, que es aún más difícil porque "es complicado que te puedas dedicar única y exclusivamente al deporte femenino", sino que muchas veces tampoco hay equipos para aficionadas. "Hay muchas más ciudades de las que nos pensamos que no tienen equipos femeninos y sobre todo en ligas amateur. Debería ser una cosa normal el poder practicar deporte y tener una salida, un desfogue en tu día a día", critica.
Adaptación al Club
Sobre su nueva etapa en el Club Balonmano Albacete, Mireia solo tiene buenas palabras. "Es brutal. Tengo que insistir en que el equipo es una maravilla. Es gente muy sana y en ese aspecto siempre tienes un apoyo moral muy fuerte". Sin embargo, admite que todavía está en proceso de adaptarse a la forma de jugar y estar solo con hombres más grandes que ella. "El primer partido, a nivel personal, no fue el debut esperado. Al final es otro físico, otra manera de jugar... Evidentemente, he tenido que cambiar los movimientos, los contactos, porque claro, me superan en envergadura, en kilos y en manera de proceder".
Pero la motivación está ahí y sabe que es cuestión de tiempo ser una más en el juego. "Cuando hicimos el segundo amistoso ya me notaba de otra manera. Habíamos entrenado las cuestiones que me costaba más, hablando con Valerio ajustamos cosas que yo sabía que en momentos de partido iban a ser difíciles, y ya luego fue muchísimo más cómodo. Es un proceso de adaptación como cualquier otro".
Para ello, sabe que cuenta con el apoyo de todo su equipo y no escucha a las voces (pocas, por suerte) que cuestionan si aguantará el ritmo. "Hay veces que decían: 'Hombre, es que luego cuando le den un contacto puede ser que se queje'. Y no. Yo ya sé a lo que juego, hace muchos años que lo hago. Si el balonmano no fuera un deporte tan noble, con gente que lo quiere tanto, no se podría practicar. Existe mucho contacto y a veces al final se llega a decibelios importantes. Para los que jugamos al balonmano es como un credo, por eso en ningún momento me planteé el decir 'ostras, dónde me he metido'. Yo era consciente de dónde me metía. Para mí el balón es igual para ambos y las reglas son las mismas", defiende.
Además, tiene claro lo que puede aportar a su equipo: "Ese plus de velocidad. No tengo el mismo peso y me muevo de una manera distinta. También intento anticiparme a lo que va a pasar, pensar un poquito más rápido para que no te pillen, básicamente". En definitiva, Mireia piensa en disfrutar al máximo de esta oportunidad que no cualquier club le habría dado para seguir aprendiendo y mejorando en el deporte que tanto ama. "Siento que es otra visión y otra etapa del balonmano de la cual me puedo nutrir y aprender muchísimo".