Una nueva edición del Rally Dakar ha llegado a su fin y mientras que Stéphane Peterhansel, Sam Sunderland y el resto de ganadores disfrutan de sus trofeos, ASO ya empieza a planear el recorrido del próximo año, un año en el que se espera que la carrera regrese a las dunas del desierto de Perú. Hasta entonces, seguirán contándose todas esas historias alejadas del foco principal de la competición que han escrito tantas páginas desde la creación por parte de Thierry Sabine hace casi cuatro décadas.
La de 2017 ha sido una edición repleta de historias de superación. Albert Llovera, Philippe Croizon, Isidre Esteve y Gianluca Tassi llegaron al podio de Buenos Aires a pesar de sus limitaciones físicas. En el caso de Esteve, incluso su participación supondrá un gran paso adelante en la calidad de vida de personas con discapacidad o en silla de ruedas, ya que su invento, el cojín inteligente, le ha permitido completar las dos semanas de carrera y los casi 9.000 kilómetros recorridos, sin ningún tipo de úlcera.
Entre las féminas también hubo un resultado excelente. Siete de las nueve participantes que iniciaron la carrera, entre ellas tres españolas, consiguieron completar el recorrido, con Laia Sanz instalada en la 16ª plaza dentro de la categoría de motos (ha terminado todas las ediciones en las que ha participado) y con Cristina Gutiérrez logrando el hito histórico de ser la primera de nuestros representantes que ha podido ver la meta del rally-raid más duro del planeta. Rosa Romero, mujer de Nani Roma también lograba superar el reto, algo muy a tener en cuenta cuando hablamos de una competidor no profesional al manillar de una moto más pesada que las de los participantes de primer nivel.
También destacaron las historias de Anastasiya Nifontova y Camelia Liparoti. La rusa era suspendida por la FIM después de ser acusada por dopaje, sin embargo, a sólo unos días para comenzar la prueba, la Federación internacional le levantaba el castigo y podía tomar la salida. Dos semanas después, Nifontova cruzaba la meta, no sin mucho sufrimiento. En el caso de la fotógrafa francesa, seis veces ganadora de la Copa del Mundo FIA de Rallies Cross-Country, completaba la carrera por octava vez en quad, una marca difícil de superar.
Entre los vehículos ligeros nos encontrábamos a los hermanos Coronel. Inicialmente incluidos dentro de la nueva categoría UTV y excluidos posteriormente por llevar un motor por encima de las especificaciones límite, Tim y Tom, pilotos profesionales lograban juntos llegar hasta el final. Los holandeses han mostrado durante los últimos años su amor por la prueba a pesar de que gran parte de sus carreras deportivas se han desarrollado sobre el asfalto de los circuitos.
Sus buggies ligeros equipados con motor de motocicleta de 1000 cc no eran las únicas rarezas que conseguían superar la aventura. En meta también nos encontramos al ACCIONA 100% Ecopowered. Tras dos intentos anteriores, el primer vehículo eléctrico en terminar un Dakar con Ariel Jatón y Germán ‘Tito’ Rolón superaban todas las dificultades en su misión de concienciar al resto del planeta de buscar otras alternativas de propulsión sostenibles. No lo harían sin sustos, ya que la cancelación de la novena etapa los dejó sin posibilidad de asistencia y tuvieron que recibir el visto bueno de la organización para poder seguir en carrera después de haberse saltado gran parte del recorrido de la décima jornada con el objetivo de recargar las baterías.
A la primera iba la vencida en el caso del Rastrojero y de la Ford F150 Raptor T1 del piloto del Mundial de Rallies Martin Prokop. El checo, construía junto a su equipo una versión específica para rally-raids de la popular pick-up estadounidense y con ella y una copiloto sin experiencia previa en la disciplina (Ilka Minor, proveniente del WRC) sería el mejor piloto privado, undécimo, por delante de los otros proyectos también sin apoyo oficial como erán la HRX de Nicolás Fuchs, el buggy de Éric Bernard o la Ford Ranger de Marco Bulacia. En cuanto al Rastrojero, hablamos de un proyecto artesanal y 100% de 'fierreros' argentinos. Tomando la base de un popular modelo agrícola de la región de Córdoba, al que se le trasplantó un potente V8 de origen Chevrolet, y con el apoyo de un fabricante de mosaicos, José Antonio Blangino llegó al final de una carrera que se sigue nutriendo de historias como estas.