Desde hace ya varios meses se habla en el sector del automóvil de sustituir los actuales impuestos relacionados con los coches.
Hablamos del impuesto de matriculación, que es un único pago como impuesto a la compra y tiene a las comunidades autónomas como destino. Y también del impuesto de circulación, que va para los ayuntamientos y es un impuesto recurrente.
En un coche tradicional que se vende hoy en España (pongamos un Seat León de 150 CV) el Estado recauda aproximadamente unos 4.700 euros por IVA; las comunidades embolsan alrededor de 1.050 euros por el impuesto de matriculación; y los Ayuntamientos reciben unos 60 euros anuales por el mismo (entre 420 y 600 euros por un período de entre 7 y 10 años).
Esta fórmula, no obstante, según señalan muchas fuentes del sector está algo obsoleta. Entra las muchas razones que esgrimen es que un usuario que realiza 1.000 kilómetros al año ya que coge el coche de forma esporádica; paga los mismos impuestos de matriculación y circulación que otro que realiza 30.000 kilómetros. Solo les diferencia los impuestos que paga por el incremento del combustible.
Esto no se considera justo puesto que el primer usuario estaría expulsando 0,1 toneladas de CO2 a la atmósfera en un año, mientras que el segundo usuario casi expulsaría cuatro toneladas de CO2.
Por ello, lo que se está planteando por parte del Ejecutivo, tal y como recoge Europa Press, es que se pase de las actuales figuras fiscales sobre la compra y la circulación a un impuesto sobre el uso medio real de un vehículo, que además tendrá en cuenta características como el peso, la potencia y las emisiones.
Y aquí es donde podrían verse perjudicados los SUV, un tipo de coche que representa ya más del 50% de las ventas en España. Y es que si el coche que hablábamos antes (un compacto medio de 150 CV) emitía 131 gramos de CO2 por cada 100 kilómetros recorridos al pesar 1.330 kilos; un SUV con el mismo motor y mismo acabado pesa casi 100 kilos más y roza los 150 gramos de CO2 por cada 100 kilómetros recorridos.
Por este motivo, si finalmente se penaliza el peso y las emisiones; es más que probable que los impuestos de un SUV fueran mayores que los impuestos que tocaría pagar por un vehículo convencional, más ligero y menos potente. En este sentido, Francia, por ejemplo, ya anunció que quería penalizar a los coches de mayor peso (a partir de los 1.800 kilos) para que así los usuarios optaran por vehículos menos contaminantes.
Esta medida de poner una tasa real para que quien más contamine, se ha recogido por parte de Europa Press en el documento "España 2025. Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo" presentado esta semana por el Ejecutivo de Pedro Sánchez.
Además, junto a la propuesta del impuesto al uso medio real del vehículo, también se baraja elevar los tipos impositivos sobre el consumo de diésel y de gasolina.
En concreto, este informe propone elevar paulatinamente los tipos impositivos sobre el consumo del diésel y de la gasolina hasta que ambos se equiparen al tipo impositivo medio de la gasolina en los ocho principales países de la Unión Europea.
Horizonte 2050
Asimismo, en el documento Estrategia España 2050 elaborado por el ejecutivo de Pedro Sánchez, se habla de una estrategia todavía más allá, en 2050 en la que prevé que nos "desplazaremos menos en coche privado, pero, a cambio, crecerá la movilidad compartida".
En 2050, según el mismo documento, habrá menos vehículos privados y más vehículos compartidos en las carreteras españolas, así como más bicicletas y más transporte público. "La movilidad se verá transformada por la difusión del automóvil eléctrico, que será cada vez más económico y competitivo y que constituirá el grueso del parque móvil español a mediados de siglo", indica el Gobierno.
"Es probable que, para entonces, aún existan vehículos de combustión interna, sobre todo en el ámbito del transporte pesado y de la larga distancia. Pero estos serán mucho más eficientes y harán uso de combustibles menos contaminantes que los de hoy en día", afirma.
Asimismo, la "transición ecológica generará multitud de oportunidades en sectores como el de la movilidad, la logística y la distribución", afirma.
"Será relevante adaptar la fiscalidad a la nueva realidad del transporte para corregir sus externalidades negativas y establecer señales inequívocas que garanticen su descarbonización a largo plazo", recoge el texto, que asegura que el camión seguirá teniendo un rol "predominante" en el transporte terrestre de mercancías, al menos a corto plazo, dadas las ventajas que aún presenta frente al ferrocarril, que irá ganando competitividad.
Además, "la llegada del vehículo autónomo no hará sino incentivar esta tendencia, ayudando a reducir las emisiones y el tráfico, y a liberar espacio público en nuestras ciudades. A esta tecnología aún le quedan varios años de desarrollo (técnico y regulatorio), por lo que no está claro cuándo podrá generalizarse en Europa, pero es probable que esto empiece a ocurrir antes de 2050, al menos en determinados segmentos de movilidad", afirman.