Para probar los coches y como responderán a lo largo de su vida, Audi ha desarrollado un método de estrés para hacer el trabajo de años en unas semanas. El Audi Quality Assurance ha realizado su test tipo INKA número 100 en un Audi A4. Estamos ante un test de corrosión y envejecimiento de los más exigentes que superan los coches de Audi. Este proceso se realiza durante 19 semanas, y logra simular todo el uso de 12 años.
Audi pretende controlar que su efectividad a la hora de prevenir la corrosión y que la durabilidad de sus vehículos es la adecuada. Así pues, en total la marca ha pasado 322.500 horas de pruebas, ha recorrido más de un millón de kilómetros y hecho 1.900 ensayos en agua salada y 2.800 en barro.
La marca de los cuatro aros utiliza el test INKA para mejorar los métodos de producción de sus vehículos y así valorar mejor la calidad de sus modelos. Para esto se realizan cinco pruebas diferentes a los vehículos.
La primera prueba sería una "niebla" de agua salina en una cámara climática a 35 grados centígrados. Otra prueba consiste en un clima tropical simulado de 50 grados al que se expone el coche con una humedad del aire de 100%.
En la tercera prueba, se colocan 80 lámparas de alta potencia, cada una con una intensidad de 1.200 vatios que calientan la carrocería hasta un máximo de 90 grados. Agobia solo de pensarlo. Si todo va bien los materiales del interior tendrían que mantener su aspecto original y no deformarse. En la cuarta prueba toca el frío. Se simulan las condiciones del circulo polar poniendo el coche en un entorno de 35 grados bajo cero. Además mientras tanto una máquina se encarga de mover el coche para simular una carretera bacheada y así comprobar la torsión y tensión de la carrocería. por último, se hace una prueba de conducción del coche en una pista especial al aire libre, en un recorrido de 12.000 kilómetros por unidad, con zonas de barro y agua salada.