El otoño es la época perfecta para calzarse las botas y echarse al campo a descubrir los cientos de lugares mágicos que hay a nuestro alrededor sin que muchas veces seamos conscientes. Si lo necesita, esta es una invitación para salir de su entorno habitual y embarcarse en una ruta en la que volver a reconectar con la naturaleza y la belleza.
La ruta de las pasarelas del Río Genal es un recorrido lineal, de dificultad media que abarca unos 3.8 kilómetros y podrás recorrer en poco menos de dos horas. En el corazón de la Serranía de Ronda, entre cuatro pueblos, va desde el Puente de San Juan y el Prado de la Escribana.
Desde el puente de la carretera MA-8305 (Algatocín-Jubrique), el punto de inicio está a unos metros, junto a la conocida venta San Juan, una antigua posada situada al margen de uno de los poco pasos elevados sobre el río Genal. Desde ahí, a través de una rampa con vistas a Algatocín, comienza la andadura por la sierra.
Tras ello, hay que descender hasta el molino del Álamo y, por su orilla y la trasera del camping San Juan, avanzar hasta vadear el río Monardilla, que da paso a una vega que aguarda las ruinas de la venta Ventorriche.
El camino desemboca más adelante a un carril que pasa junto a la vega de los Tiritones, cubierta en gran parte de enormes olivos (Olea europaea) y granados (Punica granatum). A otro lado del Genal, en una vega abrazada por un meandro, se oculta tras la fronda el antiguo molino de los Cipreses, totalmente restaurado como casa.
Dejando eso atrás, el camino retorna la vereda y atraviesa la primera de las pasarelas que solventan los taludes pizarrosos hendidos en el curso fluvial. El siguiente tramo discurre junto a la vega de los Cuarterones, presidido por dos ranchos ruinosos entre castaños y algarrobos (Ceratonia siliqua).
En este punto espera un andén en altura, que hay que recorrer con la ayuda de un cable guía hasta llegar a una desvencijada acequia que hará las veces de sendero. La siguiente vega, más pequeña, es la de Juan Ruiz; rodeada de chopos (Populus alba) y una pequeña huerta familiar.
Tras atravesar la segunda pasarela, se accede a una zona sombreada por la vegetación riparia y densamente ocupada por vides silvestres (Vitis vinífera), ruscos (Ruscus aculeatus), emborrachacabras (Coriaria myrtifolia), jaboneras (Saponaria officinalis) y el acanto (Acanthus mollis).
El último tramo alberga una pasarela más y una densa chopera, al final de la cual, a la izquierda, asciende la vereda de los Limones hacia Genalguacil. Este es el punto donde se dirimen el GR-249 a dicha población y el GR-141 a Benarrabá pero basta con avanzar unos metros más entre cañas (Arundo donax) y tarajes (Tamarix africana), por la misma ribera del Genal, para llegar a la vega de la Escribana, donde finaliza la ruta.
Caminos transitados
Hace no muchos años que el cauce del río Genal y sus márgenes era escenario diario de un trasiego intenso de personas y caballerías, pero el abandono del campo a finales del siglo pasado dieron paso en estas laderas a bosques frondosos.
Los alcornocales y algunas vegas siguen actualmente en producción, pero las orillas del curso fluvial han recuperado la densidad y variedad de vegetación natural. Permanecen, no obstante, la red de acequias y canales para el riego, aunque abandonadas, son todavía huellas de un pasado reciente.