Sus ojos miran fijamente hacia su próximo reto: hacer el Camino de Santiago desde Antequera o Sevilla. Son casi 1.000 kilómetros y cree que en apenas 20 días podría recorrerlos si no ocurren problemas inesperados. Está en forma. Se llama Antonio Narbona y es celador del Hospital de Antequera (Málaga). Tiene 63 años. Amante del deporte desde que tiene uso de razón --empezó en el mundo de los artes marciales llegando a ser cinturón negro en judo y pasó casi dos décadas practicando kárate-- el hobbie que le lleva acompañando durante más años es sin duda el de caminar, algo que intercala con el running y el ciclismo.
Ahora la fiel compañera en la mayoría de retos que se pone es su pareja, Inma, pero durante muchos años le ha acompañado una figura clásica del deporte malagueño, el cartameño Francisco Contreras, al que todos conocían como Súper Paco. Un octogenario que era capaz de hacer carreras de hasta 100 kilómetros. De hecho, la mayoría lo recuerda por su brillante actitud ante los 101 kilómetros de Ronda. Falleció en 2019 a causa de un cáncer de esófago, pero su legado sigue más vivo que nunca en algunos de sus compañeros como el propio Narbona.
"Para mí, Súper Paco era más que un amigo, era mi segundo padre. Con él fui a Los Alpes e hicimos decenas de carreras como los 101 kilómetros de Ronda, que lo he podido hacer como 12 veces por mi cuenta", confiesa. Entre las carreras oficiales que ha hecho, varios desafíos El Torcal, la subida al Veleta desde Antequera o la carrera que comienza en Castellón y acaba en Teruel. A todas ellas hay que sumar varias medias maratones e incluso su caminata de 266 kilómetros por el mont Blanc con todas las dificultades que este supone. "En todas estas carreras hay que dosificar mucho la energía. Vas corriendo y andando, corriendo y andando... Así todo el rato", confiesa.
Puede llegar a recorrer al año una media de 4.000 kilómetros a pie y otros tantos en bicicleta. Sus entrenamientos se basan en caminatas y carreras siempre al aire libre porque detesta los gimnasios. No le permiten respirar aire fresco y disfrutar de la naturaleza. Duró muy poco tiempo inscrito cuando un día decidió ir a uno porque sentía que le encerraba. Así, también valora como entrenamientos pequeños detalles de su vida diaria como acudir a su puesto de trabajo en el hospital caminando desde casa. "Ni coche ni transporte público. Nada. A pie. En mi casa no cogemos apenas el coche", sostiene. De hecho, estuvo un año entero cuidando de un hombre residente en Mollina y hacía la ida y la vuelta, un total de 40 km diarios, desde Antequera a pie.
De la misma forma, Antonio reconoce que una buena alimentación es fundamental para poder llevar ese ritmo a sus 63 años. "Yo no sé el secreto para poder llevar este ritmo, pero como carne y trato que todos mis alimentos sean bio. Lo mejor siempre son los platos de cuchara. Esos no fallan y son los que más alimentan. Por supuesto, nada de beber ni de fumar", explica.
Retos que se convierten en objetivos
Otro de los factores que motivan a Narbona a seguir tan activo son los objetivos. "Sin ellos no sería lo mismo", asegura. Coge su mochila, se calza sus zapatillas y se marcha a la aventura. "Yo me propongo retos, pero no me los preparo demasiado. A Inma y a mí nos encanta ir a la la aventura. Somos de los que creen que si vives la vida sin aventuras vives una vida sin sentido. Lo mismo preparamos una ruta de tres días que finalmente se convierten en cuatro. Si encontramos sitios para dormir, dormimos allí. En caso negativo, o no dormimos o descansamos donde sea. Eso no nos preocupa", explica.
Una de sus últimas expediciones, Ronda-Algeciras, le supuso más de cien kilómetros a pie. "Nos llegamos a perder un poco por Los Alcornocales, pero todo controlado. Al final, aunque se nos hizo de noche, como siempre salimos airosos, al menos de momento, y espero que la cosa siga así", esgrime entre risas.
Otra ruta reciente fue una que recorrieron desde Tarifa hasta Conil de la Frontera. Pronto se enfrentarán al Camino de Santiago desde Antequera o Sevilla y el año pasado recorrieron juntos Francia, Suiza e Italia a través del mont Blanc. "Fue una experiencia brutal que recomiendo vivir a cualquiera, corriendo y andando. Creo que fueron 300 kilómetros en tres días, una barbaridad. Un desnivel positivo de 14.000 metros", sostiene.
No paran. Caminar, viajar y conocer a nuevas personas por el camino son su forma de vida. "Cuando me llegue la jubilación me niego a quedarme tumbado viendo el televisor. No soy de esos. Supongo que tendré más tiempo y podré seguir llenándome de experiencias como las vividas hasta ahora o mejores", dice.
Desea que el artículo fomente la intención de "mover el cuerpo" y "disfrutar de nuestros montes" a todo aquel que lo lea. "Ojalá la gente lo entienda así, todo lo que sea promover el deporte es genial", asegura, tratando de enganchar y guiar al resto como Súper Paco actuó con él.
De hecho, este anciano deportista le dio en su día una lección que jamás olvidará y que resume su forma de vivir actual: "La vida es tan efímera como el suspiro de un monje en el Tíbet". Desde entonces, trabaja para disfrutar de cada maravilloso sorbo de ella como si fuese el último.