Las historias que dan para escribir un artículo a veces surgen del lugar y de la manera más insospechadas. Por ejemplo, imaginen que vagan por entre los solares del polígono industrial de Las Lagunas de Mijas y que, de pronto, sin previo aviso, un Messi robótico de unos siete metros de altura que asoma por encima de una tapia les sale al encuentro.
Si no se estrellan con el coche, que es lo que casi nos pasa a nosotros, lo propio es aparcar e intentar averiguar qué invento es este para saciar la curiosidad y desentrañar tamaño misterio. Sobre todo, porque al lado del Messi metálico gigante (cuya cara de palo, de tío triste y sin sangre en las venas, está reproducida a la perfección) hay toda una serie de esculturas fabricadas empleando la misma técnica y que reproducen algunos de los monumentos más famosos del planeta como es la francesa Torre Eiffel, la esfinge del emblemático Hotel Luxor de Las Vegas, el Cristo Redentor de Río de Janeiro o La Giralda de Sevilla, entro otros muchos. Como si nos encontráramos frente a un museo en el que una raza extraterrestre hubiera recopilado los más grandes y famosos símbolos arquitectónicos de la humanidad antes de hacer estallar la Tierra en pedazos.
Por fortuna, el dueño del solar acudió a la cancela para ver de cerca nuestras caras de asombro y dar explicación a un rincón que bien podría haber surgido de la imaginación de un mal escritor de cuentos de ciencia ficción. Armando Esperantio es el artífice de estas esculturas hechas en metal que comenzaron a brotar de su imaginación y de sus manos hace ya siete años. Y la verdad es que el tiempo le ha cundido.
Argentino de fuerte acento (como todos los argentinos que viven en España, por otra parte), Armando es un trabajador experto en el arte de la herrería de obra, decorativa y artística. De hecho, una de las glorietas de la avenida Mare Nostrum de La Cala de Mijas, la dedicada a Cristóbal Arroyo Jaime, cuenta con una de sus creaciones: una máquina retroexcavadora.
"Es mi profesión y en ella trabajo desde hace muchísimos años, por lo que sé manejar bien el hierro y el resto de materiales necesarios para crear estas esculturas", nos explicó al tiempo que le daba sencilla razón de ser: "se me ocurrió empezar a recrear la Torre Eiffel, que fue la primera que hice, en una época en la que no tenía mucho trabajo, y desde entonces no he parado. Sigo haciéndolas porque me entretienen, me mantienen en forma y me gustan; si tuviera que dejar de hacerlas es porque lo cierto es que me cuestan el dinero".
Unas esculturas hechas con costoso perfil de hierro que, claro, han llamado la atención de numerosas personas por lo que Armando las ha alquilado en varias ocasiones "para fiestas, eventos, discotecas de Torremolinos, Mijas, Málaga…", aunque donde sus monumentos en miniatura encuentran un acomodo de especial interés por razones obvias es en la Feria de los Pueblos de Fuengirola, donde se han empleado durante algunas de sus ediciones siendo el foco de atención de no pocos visitantes que han querido inmortalizarse junto a algunos de estos sucedáneos, no vaya a ser que nunca lleguen a visitar los monumentos originales.
Entre los futuros proyectos de Armando está el campanile de la basílica de San Marcos en Venecia, pero "hay muchos países y muchos monumentos que me gustaría reproducir y poca vida, así que seguiré con ello hasta que el dinero y el cuerpo aguanten".
La fabricación de estas esculturas, como se sospecha, no es nada fácil. "La que más tarea me ha dado es la del templo de San Basilio, que está en la Plaza Roja de Moscú, porque no existe ninguna máquina con la que realizar esferas con el hierro, por lo que sus cúpulas las tuve que reproducir empleando gajos, y cada una de ellas lleva 24 que hube de soldar por dentro”.
En cuanto a la razón de ser del Messi gigante, que destaca entre el resto de los motivos, ya que, a pesar de lo que digan los culés, no es un monumento, Armando afirma que lo hizo "porque sí, porque se me ocurrió, simplemente; también tengo en mente hacer un Maradona". Cómo no.
Y todo esto, ¿por qué? "Todo esto por gusto, porque no lo he hecho con la idea de sacar dinero, sino sólo por el placer de hacerlo".
Pues bien, como rezaba el lema del chef Gusteau de la película Ratatouille: "cualquiera puede cocinar". Y eso es algo que también se puede decir de Armando, porque cualquiera puede ser un gran artista.