Todos estaban expectantes a pocos minutos de las cinco de la tarde en Cruz de Humilladero. Tenían las bolsas preparadas para recoger sus caramelos, especialmente esos que son de gominola. "Por esos sí que merece la pena agacharse", confesaba entre risas uno de los pequeños que esperaba a Sus Majestades a este periódico.
De un momento a otro, el cielo se cubre al completo y comienza a caer un chaparrón en la calle de Conde del Guadalhorce, donde comenzaba la cabalgata. Los paraguas, muchos de ellos presentes como una herramienta más para conseguir el preciado botín, se abrían. Las caras de muchos pequeños eran un poema. "Esperemos que no se suspenda, los chiquillos no ven a los Reyes Magos desde hace ya dos años y es su momento de felicidad. Se lo merecen", comentaba otro papá que se encontraba entre el público.
Tras momentos de incertidumbre, y tras retrasar unos minutos la salida, un grupo de moteros comienza a bajar la avenida. Mientras tanto, la lluvia afloja. "Ha sido una nube", la frase más comentada. Lo que comenzaban a llover eran ahora caramelos, al fin. Tras los moteros, grupos de animación que hicieron las delicias de los más pequeños de la casa con sus bailes. No faltaron los clásicos de Disney como Mickey o Pluto, o incluso Spiderman o el Capitán América. Era una tarde para soñar despierto en la que incluso nevó espuma y las calles se llenaron de confeti.
Presentes estuvieron en el inicio del evento, la concejala de Fiestas Teresa Porras y el alcalde de Málaga Francisco de la Torre, que recordamos que está esperando una prueba PCR que determine si puede ser positivo tras tener contacto con cuatro escoltas que han dado positivo esta semana.
También pudimos ver a una sirena, en el interior de una gran ostra, como si de una perla se tratara. Iba escoltada de dos grandes caballos blancos hinchables y de dos zancudas. Todos ellos sufrieron problemas técnicos pasada la rotonda de la Plaza Cruz del Humilladero, donde el viento comenzó a soplar muy fuerte, lo que les hacía imposible mantener el equilibrio en el caso de las chicas y mantener el caballo de manera rígida a ellos. Se procedió a deshinchar, por motivos de seguridad, dichas secciones de la cabalgata y ellas, en lugar de usar las plataformas, siguieron su recorrido a pie.
Pero lo más importante, y lo más esperado, venía al final del cortejo, que, por cierto, fue algo más reducido que en años anteriores al quitar, se entiende por la Covid, los grupos de niños que, aunque fuesen a pie, actuaban como una carroza más tirando caramelos en representación de algunas asociaciones y comercios de la zona. Lo que sí se vieron fue a muchos voluntarios con grandes cajones de caramelos que cumplían su función: repartir ilusión.
Los que, como decíamos, también repartieron ilusión fueron ellos: Melchor, Gaspar y Baltasar. Sobre tres camellos, disfrutaron con los malagueños de esta velada mágica. Los tres vestían coloridos ropajes, Melchor de rojo, Gaspar de azul y Baltasar de colores marrones y amarillos y no pararon de saludar a los más pequeños que, con su presencia, se quedaban totalmente alucinados. Una muestra de que, por muchas variantes del virus que haya, los niños nos vuelven a dar una lección de vida y sobre todo de ilusión de la que muchos adultos deberíamos aprender.