Se llama María Moreno, es malagueña y tiene 73 años. Ha superado tres cánceres de mama en los últimos 25. Es probable que tú también tengas una historia similar a través de tu Juana, Antonia o Carmen o incluso a través de tu Miguel o de tu Juan, porque sí, los hombres también pueden padecerla.
El cáncer de mama es el día a día de muchas familias que ponen nombre y rostro, por desgracia, a esta enfermedad. Hoy, 19 de octubre, es el Día Mundial contra el Cáncer de Mama.
Si es difícil superar la enfermedad una vez, imagínense tres. María comenzó a sufrir los primeros estragos del cáncer en el año 1995, tras una operación de matriz. Acudió a una revisión oncológica y le mandaron una mamografía donde le vieron un nódulo que había que quitarle. Solo le dieron radioterapia.
Dos años más tarde, la historia se volvía a repetir en el otro pecho. "De la noche a la mañana" María se notó un bulto que no le gustó nada. Era otro cáncer. Le quitaron medio pecho y le dieron radio y quimioterapia, pero no perdió mucho cabello en este tratamiento.
"Tras una época difícil pensé que todo había acabado, pero dieciséis años más tarde, en el año 2011 la pesadilla volvió a despertarse y, esta vez, más fuerte que nunca, tenían que quitarme el primer pecho que me había dado problemas", narra emocionada.
El autoestima
Este último cáncer fue muy complicado para María, tanto a nivel mental como en cuanto al físico. "María, esta vez sí que vas a perder el pelo. Yo me raparía", le avisaron. Y así lo hizo, su peluquera fue a casa y le cortó al máximo el pelo bajo la visión de dos de sus nietas. "Mi hijo quería que me vieran y que no les chocara cuando me vieran sin pelo. Que supieran que seguía siendo su abuela", cuenta. Sin embargo, a otras nietas, más pequeñas, les costó algo más reconocerla.
El amor propio y el autoestima es difícil de mantener si no eres demasiado fuerte. María lo sabe de sobra. Verse sin pecho fue probablemente lo más complicado de todo el proceso.
"Es difícil mostrarte con el pecho al descubierto delante de tu pareja o incluso delante del propio médico. No eres la misma. Tienes el recuerdo de la enfermedad ahí presente. El tiempo que sufrí cáncer, pero tenía mis dos pechos en condiciones era muy diferente, me reconocía a mí misma. Ahora son dos bultitos", cuenta.
Las formas y dificultades
Entre la primera y la última vez que le dijeron que tenía la enfermedad hay grandes diferencias. En su primer caso, entiendió a esas chicas que manifiestan la falta de sensibilidad de determinados profesionales a la hora de comunicar que tienen la enfermedad.
"Yo creo que me chocó más cómo me lo dijeron que el hecho de tenerlo. Yo no tenía ni 50 años, tenía 46, y mi hermana y yo salimos llorando a mares de la consulta por las malas formas. Los enfermos también tenemos sentimientos", recuerda, alegando que en los otros casos fueron mucho más acertados. "Menos mal que en esta vida hay de todo", dice.
Sin la familia cree que no hubiese sido tan fuerte. Sus hijos, jóvenes al principio de su enfermedad, lejos de mostrarse asustados, fueron su principal apoyo. No había día que no la animaran. Los "¡Vamos, mamá, esto no te va a ganar!" eran diarios. Lo mismo se extendía a sus hermanos que estuvieron con ella siempre que lo necesitaba. "Me he sentido muy querida y arropada", añade.
Respecto a los gastos económicos en estos años, reconoce que son muchos. La Asociación Española Contra el Cáncer estima una media de 3.500 euros por paciente. A ella los medicamentos se los cubría la Seguridad Social, pero recuerda con impotencia el precio de sujetadores y bañadores en aquel entonces.
"Hay moda adaptada a pacientes con cáncer verdaderamente ideal, incluso para gente joven, pero por desgracia no todas las criaturas se lo pueden permitir y eso es muy duro. No puedes pagar más de 60 euros por cada sujetador", manifiesta.
Ahora que está limpia, a las personas que lo están padeciendo les da ánimos y apoya que vean su ejemplo, que aunque la vida ponga trabas, con optimismo y mucho esfuerzo "acaba saliendo el sol". "Cuando voy a una revisión no sé que me voy a encontrar, pero no me sirve de nada vivir con miedo. Prefiero disfrutar", concluye.