Reverdecen los laureles / del turismo nacional / gozando los parabienes / que atrae el turismo rural
mientras aún quedan días / de chiringuitos repletos, / de playa, tinto y sandía / y de R en los espetos.
Veranillo del membrillo / con Unicaja empeñado / en dar a su sala brillo / de trofeos cosechados
y de aulas que preparan / el regreso a la docencia. / La Rosaleda y sus gradas / esperan con impaciencia
el suspiro de la historia / de dominguera emoción. / La Virgen de la Victoria / llamará a la devoción
de una ciudad que paciente / espera al fin despertar / de este sueño impertinente / que se llevó lo normal:
las barras llenas de artistas / y los golfos madrugones / a los que retrata Cristian / Machowsky por los rincones
de una tierra, que ha devuelto / a las noches sus cien playas / donde los amores nuevos / florecen por las moragas.
Razones hay un sinfín / que yo les pudiera dar / a los ochocientos mil / que siguen sin vacunar
pero me quedo con tres: / las sonrisas al descuido, / el beso de una mujer / y el abrazo de un amigo.
Y un aula sin mascarillas / donde estudien los chiquillos / sin más peso que sus libros / ni más juego que la vida,
una caricia a un abuelo / que sus días va agotando, / un gol cantado por cientos, / una bulla un Jueves Santo,
un abrazo que te debo, / Málaga, porque te sueño. / Porque te espero y te quiero / y porque te echo de menos.