"Soy de familia de fragüeros, castañeros y artistas; de bailaores y cantaores", dice con decisión Ana Santiago mientras parte unas castañas en el puesto que regenta en el Centro de Málaga. Ella no se da cuenta, pero la experiencia y el arte que le corre por las venas hacen que parezca que dé los golpes hasta con compás.
La joven, de octubre a enero, es el motor de su puesto de castañas, ubicado en el número 3 de Armengual de la Mota; pero el resto del año es "peluquera por el día y cantante por las noches", pues forma parte del grupo Las Niñas, donde la acompaña su prima. "Cuando estoy aquí, sigo haciendo mis bolos, pero claro, me tengo que ir corriendo muchas veces o cerrar antes porque no llego", dice entre risas, mientras que no quita el ojo a sus castañas, que están en el fuego.
Pese a su juventud y a la cantidad de ocupaciones que tiene, a ella le apenaba mucho que el puesto de castañas de su familia se perdiera, así que no dudó en hacerse cargo de él cuando la situación se dio. "Mis hermana vive en Ronda, mis hermanos tienen su trabajo... Y a mí me daba pena que se perdiera esto".
El primer permiso de este puesto se le dio a su tatarabuela, 'la Serrana', a la que ella llama con cariño como Momá Serrana. "Su nombre era Victoria Domínguez. Se lo dieron en la calle Nueva, junto a una tienda de hombre que se llamaba Rojo. De allí, pasó a Félix Sáenz y Momá Serrana se lo cedió a mi bisabuela, Ana Escalona, quien cuando cayó enferma se lo pasó a mi abuela, Josefa Santiago, o más bien Pepa 'La mieña'", relata con una sonrisa Ana, orgullosa de repasar sus orígenes.
Su abuela y su madre trabajaron juntas en Félix Sáenz hasta que en 1989 su abuela se retiró y fueron los padres de Ana los que siguieron al pie del cañón. "Cuando empezaron las obras para poner la zona de Félix Sáenz peatonal, ya mandaron a mis padres a Armengual de la Mota número 1 y a los quince años llegaron al número 3, donde estamos en la actualidad", indica.
Tras 35 años haciendo castañas frente a El Corte Inglés, sus padres decidieron colgar los guantes y cacerolas, siendo ella la que se hace cargo del puesto desde hace una década. Su cuñada, Deseada Bautista, la acompaña desde hace dos y es la que, sin duda, ha revolucionado sus días junto a la chimenea de humo que sale de la cacerola donde asa sus castañas.
Cada tarde, en su puesto se enciende un foco y se abre una ventana al mundo a través del teléfono de Deseada, quien realiza a diario directos en TikTok, una plataforma que arrasa entre los más jóvenes. Hace algo más de un año, ambas estaban aburridas en una tarde donde el volumen de venta era muy pobre y a Desi, así la llama Ana, se le ocurrió abrir un directo.
"Y un día, y otro, y otro... Y así nos dimos cuenta de que a la gente le gustaba lo que hacíamos, cada vez nos iba siguiendo más gente", cuenta Desi, que se une a la conversación minutos después. En estos lives, las dos cuñadas, a las que todo el mundo conoce en TikTok como "las Castañeras del TikTok" graban sus tardes, recogen anécdotas con clientes e incluso hablan sobre ellas.
Más Deseada que Ana, quien es algo tímida frente a la cámara, más allá de que se dedique al mundo del espectáculo. "Yo veo una cámara y me pongo mala", dice entre risas la joven castañera, que prefiere centrarse en que las castañas queden en el punto exacto, como hacía su padre a quien, los más fieles aseguran que ya ha conseguido superar. "¡Dicen que ya las hago mejor que él, que somos el mejor puesto!", cuenta feliz Santiago.
"Me acuerdo que cuando nos tirábamos unos días sin hacer directo al principio, la gente nos lo pedía... Y ahora tenemos hasta club de fans, nosotras alucinamos", dice Desi entre risas. Ambas coinciden en que la ventana de TikTok les ha ayudado mucho, no solo por las ventas, pues mantienen una clientela muy asentada desde hace años, sino por el entretenimiento que les da ambas.
Hay tardes de invierno en las que la meteorología no acompaña y que pueden hacerse muy largas en el puesto y, al final, cientos de personas le dan juego desde sus casas preguntándoles curiosidades, entre otros asuntos. Hace unas semanas incluso hicieron una colecta de alimentos no perecederos y otros útiles de limpieza para enviar a Valencia. Su puesto se convirtió en un punto de donación improvisado y Málaga se volcó con ellas. "En mi salón no cabíamos", dice Desi.
Entre sus clientes, personas de toda Málaga, pero incluso de toda Andalucía. "Nos vino un hombre de Huelva porque su hija se lo comentó y le llevó castañas", dice Ana. Para Desi, TikTok ha sido una genial manera de reinventar un negocio tan antiguo, con tantos años de historia, y una forma también de acercarlo a la gente joven, que se interesa por la labor que hacen.
"Yo a todos los que vienen y nos dicen que nos ven en TikTok siempre suelo darles su regalito, alguna castaña extra", cuenta Desi. Las cuñadas han personalizado su puesto incluso con un cartel donde tienen su versión propia de castaña. Una rubia y otra morena, "como Zipi y Zape". "La gente se hace hasta fotos, sobre todos los extranjeros, que flipan", cuentan ambas.
Ana reconoce que jamás habría imaginado que aquella tarde de aburrimiento iba a llegar tan lejos. "Este puesto ha sido mi vida, yo he dormido ahí abajo [señala al mueble que hay bajo el mostrador], y mis hermanos igual... A mí esto me gusta. Es sacrificado, pero al final son dos meses y medio y seguimos para delante", sostiene. Por su parte, Desi se muestra feliz de que el marketing digital esté dando sus frutos en un negocio tradicional como el de su familia. "Ya estamos a puntito de llegar a 10.000 seguidores", dice. ¡Y los que les quedan!