Importante proyecto de rehabilitación y transformación el que pretende acometer la Cámara de Comercio de Málaga en su actual sede, un edificio histórico del siglo XVIII catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC). El Palacio de Villalcázar, localizado en pleno Centro Histórico de la capital de la Costa del Sol y apenas unos metros del Palacio de la Aduana, sede del Museo de Málaga, será reconvertido, parcialmente, en un espacio coworking.
Así se contempla en el proyecto de intervención que acaba de activar la Cámara de Comercio, con un coste de ejecución de 860.000 euros (IVA incluido) y con un plazo de materialización de 4 meses. Las empresas interesadas tienen hasta el 9 de agosto para presentar sus ofertas. Una de las particularidades de esta operación es que se financia en un 80% con fondos europeos, lo que obliga a tener lista la obra antes de finalizar el año.
El presidente del organismo, Sergio Cuberos, ha explicado a EL ESPAÑOL de Málaga que la zona reservada va a disponer de un centenar de puestos destinados a empresas de cualquier tipo y "a un precio muy económico". "La idea es dar un cambio y modernizar la Cámara de Comercio, ya que podrá haber muchas empresas que podrán trabajar directamente en el Centro de Málaga", precisa, destacando la importante demanda que hay.
En este marco, incide en la apuesta por lograr un acercamiento de las empresas a la Cámara de Comercio. Además de los puestos individuales hay la posibilidad de alquilar salas de reuniones y encuentros.
Detalles de la obra
Tomando como referencia el proyecto de ejecución, firmado por los arquitectos Juan Gavilanes y Francisco González, la pretensión es realizar "actuaciones puntuales" en el inmueble con el objetivo de lograr su adaptación a las nuevas necesidades de Coworking Digital de determinados espacios que fueron destinados en 1988, cuando se realizó una rehabilitación previa, a la actividad social y cultural. Asimismo, se proyecta la adecuación y mejora de la accesibilidad general al edificio.
El Palacio de Villalcázar responde a la tipología de Casa de Comerciante surgida en la ciudad en el siglo XVIII, vinculada a la actividad portuaria. En este caso, se plantea resolver la implantación del área de Coworking Digital en las zonas infrautilizadas de la planta baja y entresuelo, potenciando con la actuación las características tipológicas iniciales del edificio.
En este sentido, se proyecta la recuperación del zaguán como nexo de unión del patio con la calle y del carácter estructurante del patio como espacio de relación de las diversas funciones que se albergan en el edificio. Para ello se elimina el cancel acristalado y se da forma de nuevo al zaguán en toda su altura, cerrando lateralmente la crujía en sus dos niveles, provocando con ello el ingreso desde el patio a los distintos usos del edificio.
En segundo lugar, para dar cabida a los usos requeridos de Coworking Digital en las zonas infrautilizadas de la planta baja y entresuelo, se proyecta completar el entresuelo de la primera crujía a la izquierda del zaguán así como la doble altura que se abrió sobre el salón de actos en el proyecto de 1988.
Respecto a este último espacio, se eliminará la escalera que daba acceso a la galería alta del salón. Igualmente, se propone recuperar como espacio de trabajo el hueco que se creó para exponer el mural de Eugenio Chicano, contemplando el traslado del mismo a la entrada del edificio, donde tendrá mayor visibilidad.
Para resolver el problema de accesibilidad existente en la zona de entrada debido a la diferencia de nivel entre la calle y el patio, se retrasan los escalones actuales desde la primera línea de muro hasta la línea de columnas, pudiendo así disponer de una rampa en las galerías sur y oeste del patio de acuerdo con la normativa. Como apoyo a la mejora de la accesibilidad al edificio, se proyecta dentro del hueco existente, la sustitución del ascensor actual por uno nuevo con cabina adaptada.
Por otra parte, como mejora de la protección contra incendios en el área de actuación, se proyecta la apertura de una salida de emergencia hacia el ensanchamiento de la calle Don Juan de Málaga, en una zona que no afecta a las pinturas murales existentes.
Así, en la planta baja, teniendo como espacio central el patio del edificio, se disponen a su alrededor el Aula de Formación 1, el Aula de Formación 2, la Sala Mixta 1, la Sala de Reuniones 1 y la Sala de Coworking 1. Se proyecta un aseo adaptado y se mantiene el acceso a la planta sótano.
En la entreplanta se proyecta la Sala Mixta 2 y a través de una galería se distribuyen los aseos, la Sala de Coworking 2, Sala de Coworking 3, el Despacho 1, el Despacho 2, y la Sala de Reuniones 2.
Con este paso adelante, la Cámara de Comercio pretende disponer de un espacio tecnológico de trabajo, de incubación y de aceleración para que las pequeñas y medianas empresas de Málaga entren en contacto con las nuevas tecnologías.
Orígenes del edificio
En la ficha correspondiente al Palacio del Conde de Villalcázar incluida en la Guía Digital del Patrimonio Cultural de Andalucía, del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, se informa de que el primer Conde de Buenavista, hijo de un comerciante genovés que llegó a Málaga a finales del siglo XVII, y que compró las primeras casas que formarían el núcleo de lo que constituirá en el futuro el Palacio de Villalcázar.
"El Conde mandó labrar dos edificios, señalados con los números 95, para su propia mansión, y 97, para residencia de sus familiares, casa contigua que fue demolida para ensanche de la calle y sólo se ha conservado su portada, privada del blasón en 1934", se indica. Las casas que fueron compradas entonces no han llegado a la actualidad, por lo que es imposible hacer una comparación estilística que permita situar el momento de su construcción.
El segundo Conde de Buenavista murió sin descendencia, por lo que su título fue heredado por su sobrino, José Echéverri y Guerrero, Conde de Villalcázar. Con éste, es cuando el palacio, independiente de la vieja casa, comienza a ser relacionado con el nombre de Villalcázar.
Sin pruebas documentales, es difícil de precisar el autor del edificio, pero existen una serie de circunstancias que apuntan a Felipe de Unzurrúnzaga como arquitecto principal. También se atribuye, hacia 1786, al arquitecto José Martín de Aldehuela, que trabajó por esas fechas intensamente en Málaga.