¿Qué hace tan especial los Baños del Carmen? ¿Por qué pese a la evidente dejación con la que las Administraciones públicas han tratado al enclave sigue siendo una de las grandes referencias visuales y sentimentales de Málaga? La contestación a estas preguntas hay que encontrarla en el origen mismo del balneario y cómo su materialización es ejemplo del cambio de mentalidad de la sociedad de su momento.
Así lo ponen de manifiesto el equipo de trabajo encargado de redactar la propuesta remitida por la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía para que sea incoado el procedimiento mediante el que declarar Bien de Interés Cultural (BIC) este espacio de la ciudad.
En el documento, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL de Málaga, se hace una descripción detallada de la actividad de Interés Etnológico del emplazamiento. Y se subraya cómo la cultura de los baños de mar hizo del Parque Balneario de Nuestra Señora del Carmen "una cartografía histórica en la que queda recogida la huella y memoria de la relación entre el ser humano y el medio natural en torno a la costumbre del baño y de las casas de baños o balnearios".
Una cultura con peso propio en Málaga, que se consolidó "internacionalmente como ciudad balneario para la salud" en la segunda mitad del siglo XIX. Poco después aparecieron los primeros baños de mar, instalaciones no permanentes y con concepto tradicional de baño cerrado heredado de los baños de aguas termales.
Fue justo tras la Gran Guerra (entiéndase la I Guerra Mundial) cuando el baño pasó de ser terapéutico o curativo "a entenderse como climatismo y naturismo, ligado a la vida sana, el deporte, el ocio y el baño al aire libre". Un paso adelante que permitió el nacimiento de un nuevo concepto y forma de balneario "que se aplica en los Baños del Carmen".
"Fue un proyecto innovador, supuso la ruptura con los modelos anteriores, reflejando un cambio de mentalidad en la sociedad", se subraya en el informe, en el que se destaca que el equipamiento malagueño rompió con la tipología arquitectónica y el estilo de baño tradicional.
Pasó a concebirse como una especie de establecimiento moderno, "como un lugar de ocio y esparcimiento que acompaña al baño, por lo que incluye instalaciones de todo tipo para el esparcimiento y el deporte (casetas, quioscos, vestuarios, duchas, mobiliario, restaurante, cafetería, atracciones, pista de baile o patinaje), y comienza una programación de eventos y actividades lúdicas (verbenas, galas, festivales de beneficencia, cine, conciertos, bailes, concursos) y deportivas (regatas, tenis, fútbol, natación, etc.)".
El primer campo del Málaga
"El Balneario marcó la pauta para futuros establecimientos, convirtiéndose en referente, y centró la cultura local de los baños de mar durante décadas, adaptándose a los cambios en la relación de la sociedad con el mar y la cultura del baño hasta la actualidad", se indica.
En el mismo, se apostilla: "A lo largo de su existencia, en todos los usos que ha devenido el bien, la cultura de los baños de mar ha hecho de este bien un espacio social de carácter público, un bien común ligado a la salud, al descanso, al deporte, al ocio, con dimensión lúdica y cultural".
Esto hace que exista una fuerte vinculación de la ciudadanía con el bien, que se ha convertido en un "paisaje simbólico" vinculado a su pasado y a la actualidad. De manera precisa, se insiste en que está ligado a la historia y cultura malagueña a través de hitos y de personajes, como el C. D. Málaga, que tuvo allí su primer campo de juego, o los artistas de la nueva figuración malagueña de los 80, poetas de la Generación del 27 como Emilio Prados y José María Hinojosa, el periodista y poeta Manuel Alcántara o la familia Pérez Estrada…
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