Felipe Romera es uno de los grandes precursores de la famosa Málaga tecnológica. Hace 30 años, donde está ahora el parque tecnológico solo había campo. Impulsado por Romera, entre otros, Málaga Tech Park soplará en diciembre 30 velas con los deberes hechos -más de 600 empresas y 20.000 empleados- y mucho camino por delante.
Aunque soriano de nacimiento, respira Málaga por los cuatro costados y esta provincia le debe una buena parte del éxito en innovación y en la captación de multinacionales. Ha concedido una entrevista a EL ESPAÑOL de Málaga donde recalca el buen momento que atraviesa el parque y pide, como lleva haciendo dos décadas, mejoras en el transporte para acceder a la tecnópolis. También alerta de la necesidad de que los niños aprendan inglés y programación desde pequeños.
El parque tecnológico cumple 30 años ahora en diciembre. ¿En qué momento se encuentra?
Está en la cumbre. En un momento de crecimiento importante y sobre todo de cambio de modelo. Crecimiento porque realmente tenemos muchas empresas que están viniendo. Todas las semanas tenemos una o dos solicitudes. Nunca había pasado eso. Y además no suelen ser empresas cualquiera, sino que en general son grandes compañías. Eso no se traduce en que todas vengan, pero la idea que está en España, Europa y cada vez más en Estados Unidos de qué pasa en Málaga y de que hay que estar en Málaga está produciendo todo este proceso.
Málaga tiene una gran visibilidad internacional en estos momentos como un lugar al que venir a desarrollar tecnologías digitales. Lo vi claro con la última incorporación importante, la de Cap Gemini, que han llegado a Málaga a crear un centro de ciberdefensa y otro de cloud y ven a esta ciudad como un hub global de ciberseguridad. Ahora no lo somos, pero esa percepción de que hay que venir a Málaga no la habíamos tenido nunca en la historia del parque. Empresas españolas, europeas y norteamericanas nos están viendo como un lugar excelente para venir y lo estamos viendo de forma clara.
Habla de cambio de modelo, ¿en qué sentido?
Significa que el Covid ha transformado totalmente muchas cosas, entre ellas al parque. Cuando estábamos encerrados nos permitió, a través de videoconferencias, crear el club Málaga Tech Park Execs, que es el club de empresarios y directivos del parque. Se conectaron todos y vi un cambio de tendencia muy relevante que era el interés de las grandes empresas por cooperar entre ellas, no solo el conjunto de empresas innovadoras que hay en el parque sino en toda Málaga, de todo el ecosistema. Intentan desarrollar proyectos comunes y éste fue el origen del Instituto Ricardo Valle de Innovación, porque había que ver cómo y dónde se desarrollaban esos proyectos comunes que se querían hacer. Necesitábamos una estructura y el IRV fue la fórmula elegida. Estamos hablando de que en el IRV el que lleva ciberseguridad es Google, el que lleva 5G es Ericsson o el que lleva inteligencia artificial es Accenture.
Este cambio del parque es único en España. Somos un ecosistema pequeño respecto a los grandes polos de innovación como son Madrid y Barcelona, pero competimos muy bien y tenemos algo que nadie tiene, que es la vertebración de ese ecosistema. No hay ningún lugar en España donde las empresas se unen para hacer proyectos junto a la universidad. Se cambia el modelo de transferencia. La idea de que habrá innovación desarrollando previamente ciencia ha fracasado en este país. Nuestro modelo es el contrario, que sean las empresas las que tiren de proyectos con la universidad. Ahí es donde veo el futuro del parque. La vertebración del ecosistema va a facilitar que vengan muchas empresas, como ya está ocurriendo, y que el ecosistema crezca y se genere más empleo para el entorno local.
¿Prevé entonces un crecimiento del número de empresas en el parque tecnológico este año?
El número de empresas en el parque está limitado por el volumen de emprendedores. Desde hace varios años tenemos entre 600 y 650 empresas. No es tan importante el número de compañías como la calidad de las que están. Se crean y se mueren en torno a un centenar de empresas al año en el parque, que son de emprendedores. Lo importante son los cluster, es decir, el conjunto de empresas que trabajan en cooperación en una determinada tecnología. Y aquí tenemos la microelectrónica, la inteligencia artificial, la ciberseguridad y el 5G. Y alrededor de esas tecnologías básicas se van creando diversas aplicaciones que nos dan elementos de valor.
¿Podía imaginar hace 30 años que el Málaga Tech Park iba a ser un éxito?
Tenía la confianza de que haríamos un parque tecnológico bueno. Era un estudioso del Silicon Valley en esos momentos, que estaba empezando, y lo había visitado varias veces. Veía que, aunque con connotaciones diferentes, podíamos desarrollar ese modelo en Málaga. Aquí nos faltaba una universidad comprometida con el proyecto, que ahora la tenemos, y unos fondos de inversión de capital riesgo que todavía no tenemos. Era consciente de que era un proyecto de alto riesgo, pero también de altas posibilidades. Y con entusiasmo, mucha suerte y apoyo institucional llevamos andando 30 años.
Y tras el Covid, hace apenas dos años, todo se transforma con los teletrabajadores. Han venido más de 50.000 personas a vivir a Málaga y no solo a la ciudad sino a la costa y al Valle del Guadalhorce. Esto cobra otra dimensión. Siempre he visto una similitud entre el Valle del Guadalhorce y el Silicon Valley, porque son parecidos. Veo ahora al parque tecnológico en el centro de esta zona metropolitana donde el elemento central es Málaga y tiene satélites en la costa o el interior. Toda la vida hemos jugado a una relación entre el parque y Málaga capital y ahora hay que jugar a una relación entre el parque y todo el área metropolitana.
Está viniendo ahora mucha gente para trabajar para otras empresas pero muchas de esas personas acabarán trabajando para empresas locales. Espero que todo esto nos pueda durar, al menos, un par de años más, porque soy consciente de que las olas económicas lo marcan todo. Hay momentos de desarrollo económico en los que todo se llena y otros de crisis en los que hay que ser capaz de mantener lo que se tiene.
De hecho, se habla de que hay una crisis en Silicon Valley que, por ahora, no se nota en Málaga.
Eso es verdad. Conozco grupos de Silicon Valley que están viviendo en Málaga y que dicen que no quieren volver allí. El Silicon Valley es un sitio muy hostil para vivir y aquí todavía se puede seguir trabajando igual que en el Silicon Valley pero viviendo mucho mejor. El tema del virus también ha provocado casos como La Gran Renuncia en Estados Unidos, donde mucha gente ha dejado su trabajo porque quiere trabajar en otras condiciones.
Dicen los empresarios y los expertos inmobiliarios que es casi imposible encontrar oficinas en Málaga. En el parque tecnológico sí tienen varios proyectos.
Construir lleva mucho tiempo. Nosotros nos adelantamos al tiempo. Intentamos planificar a siete u ocho años vista. Ahora tenemos en desarrollo un plan parcial que lleva ya tres años en tramitación, con la aprobación provisional y vamos a poner en valor 150.000 metros cuadrados de nuevas oficinas. Por otro lado, en los espacios que tenemos estamos desarrollando proyectos y pedimos licencia. Tenemos siete proyectos con licencia de obra que se puede empezar a construir cuando se quiera. Ahora en octubre vamos a abrir un edificio y estamos licitando otro, cuyas obras empezarán a principios de año. Y el resto pendiente de buscar inversores o hacerlos nosotros mismos. A nosotros nadie nos da dinero. Somos autosuficientes con nuestra propia gestión y cada año tenemos un cash flow de entre dos y tres millones de euros, que invertimos en hacer edificios. Pero cada edificio cuesta hacerlo unos siete u ocho millones, por lo que podemos hacer uno cada tres años.
En cualquier caso, está bien que la ciudad de Málaga compita y tenga infraestructura para poder hacer un ecosistema empresarial más amplio que el propio parque. Era la idea de Pedro Aparicio que decía que habríamos triunfado si el parque impregnara la ciudad y creo que es lo que estamos haciendo ahora.
Lo que no hay forma es de hacer viviendas dentro del parque. Lleva varios años con ese objetivo.
Bueno, en la ampliación hemos firmado un acuerdo para construir unas 400 habitaciones en una especie de coworking. Espero que empiecen este trimestre a desarrollarlo. Y tenemos más espacio para que el parque se pueda convertir en un nuevo barrio de la ciudad. Campanillas ya ha cogido un gran impulso inmobiliario. Eso facilita el teletrabajo en proximidad, que se pueda destensionar el mercado inmobiliario en la ciudad, que venga gente y que los malagueños puedan tener viviendas a precios asequibles. Que podamos tener una ciudad confortable para vivir y trabajar como es ahora.
¿Cree que será positivo para Málaga la Expo 2027 en caso de conseguirse?
Si sale va a ser excelente porque se va a poner en valor esa zona de la ciudad que es el futuro desarrollo de Málaga. Y con la Expo habría un impulso, espero, a las comunicaciones. Uno de los grandes problemas de esta zona metropolitana son los transportes, que tienen que ser sostenibles. Hemos visto que el tren litoral sigue chocando contra la burocracia y los presupuestos, hemos visto que yo no consigo que al parque vengan ni el Cercanías ni el Metro y todo esto es vital. Mientras que en otros países primero se hacen las infraestructuras de comunicación y después se desarrollan los proyectos, aquí ocurre al revés.
¿Confía en ver en vida el Metro y el Cercanías en el Málaga Tech Park?
Nosotros necesitamos transportes de masas. Tenemos que tener más autobuses. Solo tenemos una línea desde el Hospital Noble hasta el parque y eso no puede ser. Málaga es muy grande. Mucha gente vive en Carretera de Cádiz, en Ciudad Jardín… Llevo casi 20 años con la monserga del Metro y el Cercanías y los políticos pensarán que soy un pesado, pero es vital. Es verdad que el gobierno de la Junta del PP nos solucionaron el problema del atasco de entrada y salida al parque y se ha hecho un carril BUS VAO muy relevante. Eso y el teletrabajo han hecho que el parque viva en un estado de normalidad en la movilidad. Pero cada vez está peor porque cada vez viene más gente. No digo que haya que resolver esto en un año, pero por lo menos planearlo para que dentro de diez años sí esté resuelto. Mientras tanto nos tendremos que apañar con autobuses. Para mí el orden prioritario es autobús, Cercanías y Metro. El Cercanías en esta idea de parque metropolitano nos puede conectar a toda la costa.
Lo más fácil y rápido es meter más autobuses. ¿Cuántos cree que harían falta?
Es necesario un autobús desde Ciudad Jardín y otro desde Parque Litoral. Un tema que estuvo muy bien fue la lanzadera desde la última parada del Metro en Teatinos hasta el parque. Hay que recuperarla porque ya no hay atascos. El ayuntamiento dijo que una vez que estuviera el BUS VAO habría más autobuses, pues ya tenemos el BUS VAO.
¿Qué retos tiene ante sí el parque y la Málaga tecnológica?
En mi opinión, los dos grandes problemas de la Málaga innovadora son la movilidad sostenible y el talento. Necesitamos que la gente de Málaga aprenda inglés y sepa programar. No es tan complicado. Necesitamos ejércitos de personas que puedan trabajar en ciberseguridad, en inteligencia artificial, etcétera y la base es que sepan inglés y programar. La escuela 42 de Telefónica es magnífica y se le presentan hasta 8.000 personas. Hay gente con mucho interés y hay que darles formación por todos lados. Por la universidad, por la formación profesional, las escuelas de negocio… Es necesario crear esa cultura de que en estos momentos en Málaga hay trabajo, pero hay que tener una formación. Y hay que empezar con gente que tenga ganas de aprender y los niños y niñas de cinco o seis años tienen que empezar a aprender a programar también en los colegios. Eso es lo que nos hará crecer y que Málaga sea cada vez una ciudad más sabia y más rica.
¿Cómo va el proyecto del centro de desarrollo de microchips en el parque?
Estamos en ello. Configurando nuestro proyecto de participación desde el IRV en Europa. El Ministerio de Industria nos aprobó un proyecto para el diseño de chips por valor de unos 120 millones de euros. Hace unas semanas vino María Marced, que es la presidenta en Europa del mayor fabricante del mundo de chips para ver posibles vías de colaboración, y ahora todas estas acciones de diseño están dentro del Perte de microelectrónica del Gobierno. Estuvimos hablando con el alto comisionado que ha puesto el Gobierno para este tema que es Jaime Martorell y estamos a la espera.
¿Cuándo se espera que se pueda aprobar?
Pues no se sabe porque tiene que salir el Perte. Espero que a lo largo de 2023 esté el tema claro para poder empezar.
Ahora que se habla tanto de la Málaga tecnológica, ¿qué parte de mérito cree que es de Felipe Romera?
Esto es una forma de hablar. Hay hechos objetivos. La Málaga tecnológica no surge de un año para otro sino de 30 años atrás cuando en Campanillas teníamos 200 hectáreas que no sabíamos qué hacer con ellas. En estos 30 años hemos ido consolidando la llegada de empresas y ha habido un nivel de promoción de la ciudad que ha hecho de una forma espectacular el alcalde, Francisco de la Torre. Todo esto ha ido sumando. Cuando Google y Vodafone dicen que vienen a Málaga se manifiesta esa idea con plenitud, pero no vienen por venir sino porque hay un ecosistema. ¿Qué mérito tengo yo en esto? Pues puedo decir que llevo 32 años trabajando en esto, picando piedra, día a día, acumulando éxitos y fracasos. Y todas las instituciones de Málaga trabajan en la misma dirección.