En el número cinco, muy caliente, la sorpresa de las últimas semanas, Solana. El puesto cuatro es para Binance Coin, en un punto excelente de su trayectoria. Tercer lugar: XRP. Número dos, un gigante, Ethereum. Y el primer puesto, como no podía ser de otra forma, es para Bitcoin.
No son los nombres de raperos estadounidenses ni de grupos indie británicos, sino criptomonedas que forman una clasificación según su valor y pujanza, "como Los 40 Principales". Lo cuenta el CEO y fundador de la plataforma que establece la clasificación, Carlos Martín, veleño retornado a la provincia de Málaga que ahora busca crear escuela de desarrolladores de Blockchain para un sector tan pujante.
Martín estudió Ingeniería Industrial en la UMA, pero "como muchos otros, nos sacamos la carrera en Málaga, y en Málaga no había trabajo", explica a este periódico. Era ingeniero de seguridad de sistemas del AVE en Madrid cuando le dio la vena emprendedora y empezó con su aplicación, Crypto Birds, en 2017. Llevaba en el mundo de las divisas digitales desde años atrás, relata, y desde entonces su valoración no ha parado de crecer.
En el último encuentro de la Málaga Startup Community entre cervezas en una terraza, Martín subrayó que la primera transacción que se realizó por Bitcoin fue enviar dos pizzas a domicilio a cambio de 10.000 de estas criptomonedas. A fecha de este domingo, cada una de ellas valen unos 47.771 dólares.
Este ingeniero veleño admite que en ese crecimiento hay burbujas, desconfianza y admite que "no vale para todo" porque "escala fatal", pero le ve paralelismos con los inicios del propio Internet: "Es un sector vasto, y en más crecimiento", sostuvo ante varias decenas de personas congregadas por la comunidad de empresas emergentes de la Costa del Sol.
Desde que, en 2019, se mudó de vuelta a Málaga al ver la pujanza tecnológica y de empleo -y al esperar una segunda hija que quería criar en su provincia de origen-, la plataforma de Carlos Martín Crypto Birds también es una más de ese efervesciente ecosistema de startups locales.
"Primero intentamos contratar en la Axarquía, luego en Málaga. Que la provincia se haya puesto tan potente en empresas tecnológicas es una moneda de dos caras: muy bueno para los contactos y hacer cosas con otras empresas, pero el mercado de desarrolladores es muy competitivo, hay mucha oferta y muy poca demanda. Los salarios suben un montón, que es estupendo, pero para una startup pequeñita no nos podemos poner al nivel de las grandes", plantea.
Una situación de escasez que se acentúa al centrarse en la búsqueda de desarrolladores de Blockchain, el sistema en el que se basan las criptomonedas: Martín lo define como "una cosa casi imposible, ultracaro, hay muy poco".
Por ello, se puso en contacto con la Universidad de Málaga, que tenía un curso de extensión universitaria de desarrolladores de Blockchain. Junto con otras empresas del sector afincadas en la Costa del Sol, han planteado una manera de animar a los estudiantes a que apuesten por esta vía laboral.
"Vamos a becar a alumnos. Dicen que el curso está muy caro, porque vale 1.200 euros. Pues bien, todas las empresas vamos a poner 1.000 euros para que los alumnos solo tengan que poner 200", adelanta este ingeniero a EL ESPAÑOL de Málaga, y especifica que esos mismos estudiantes deberán desarrollar una aplicación Blockchain como proyecto fin de curso, que se le quedarán las empresas y servirá para ver cómo trabajan: "Luego nos los vamos a rifar. Va a ser un caladero de talento. Como haya unos cuantos alumnos espabilados, van a tener trabajo sí o sí, porque nos hace mucha falta".
El CEO de Crypto Birds quiere animar así a los egresados de carreras técnicas a tomar el camino de su sector: "La juventud no sabe realmente la de ramas de posibilidades y trabajos que tienes como desarrollador. Cuando veo estudiar oposiciones sin ningún tipo de vocación, dices: Madre de Dios, te vas a tirar no sé cuántos años estudiando, hazte cualquier especialidad en desarrollo, cualquiera tiene salidas; y de Blockchain, ya, te cagas".
Mientras se mantiene la apuesta por el talento local, Carlos Martín sueña con situar la oficina de su empresa en Vélez Málaga como ya está, sí, pero en la playa. Es una de las maneras con las que quiere tentar a desarrolladores extranjeros -apunta a Europa del Este- para que se vengan.
"Que en vez de cigarros o café, haya tablas de paddle surf para despejarse, aunque sea muy flipao. A lo mejor no puedo competir en sueldos con las grandes empresas, pero en clima y en este ambiente sí que puedo competir", sentencia.
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