Para cualquier acción compleja que realicemos necesitamos un entrenamiento previo, y no solo cuando conducimos un vehículo. Sin embargo, al ponernos al volante de un coche solemos confiar solo en nuestras habilidades y, peor aún, en la experiencia de años manejando un vehículo. Pero, en un lugar donde apenas llueve, ¿cómo entrenamos nuestras capacidades para conducir con la calzada mojada?
La base de una conducción eficaz en cualquier circunstancia es conocer nuestros límites y los del vehículo que conducimos, algo tan simple que, sin embargo, no se plantea casi ningún conductor. Y jugar con esos límites sin saber dónde están solo sirve para sobrepasarlos y tener un accidente. Así que como ese entrenamiento es poco menos que una quimera, ahora que empiezan las lluvias habituales de otoño nuestra forma de conducir se tiene que adaptar obligatoriamente a unas condiciones de adherencia que no se parecen en nada a las que tenemos cuando rodamos sobre pavimento seco. Estos errores son, a mi juicio, los más habituales en la conducción con lluvia.
Error 1: No interpretar bien los primeros momentos de la lluvia
Así es. No hay una estadística exacta, pero la mayoría de accidentes con lluvia se producen en los primeros 10 minutos de que esta empieza a caer. La calzada está normalmente llena de polvo del ambiente y una mezcla de restos de los propios vehículos al circular como aceite, líquido refrigerante o polvo de las pastillas de freno. Todos estos restos, que no se ven a simple vista, se mezclan con el agua de los primeros minutos de lluvia, convirtiéndose en un peligroso lodo muy deslizante. Por lo tanto, si vemos las primeras gotas en nuestro parabrisas, ese es el momento de reducir ostensiblemente nuestra velocidad con respecto a la que tendríamos con un pavimento seco. Cuando la lluvia se vuelve torrencial el agarre mejora con respecto a los primeros minutos, pero nunca como en seco, por muy buenos y nuevos que estén nuestros neumáticos.
Error 2: No aumentar nuestra distancia de seguridad
Si para frenar o tomar una curva en condiciones de seco necesitamos espacio, al hacerlo sobre una superficie mojada esas distancias aumentan. De hecho, en el caso de la frenada, se puede incrementar exponencialmente. Es decir, si a 100 km/h necesitamos hacer una frenada de emergencia que nos haría recorrer en seco 35 metros como mínimo, en el caso de hacerlo sobre mojado estaríamos por encima de los 80 metros para detener totalmente el vehículo. En el caso de una moto esa distancia sería incluso mayor, así que aumentar mucho la separación con el vehículo que llevamos delante es altamente recomendable, como mínimo al triple de lo que lo hacemos generalmente.
Error 3: No conducir de manera extremadamente suave
La conducción sobre pavimento mojado tiene una máxima: todos los movimientos que hagamos con el volante, acelerador, freno y embrague tienen que ser suaves. La menor adherencia puede hacer que lo que no se nota en una calzada seca produzca un accidente sobre terreno húmedo. Así que el volante debe manejarse sin tirones, de manera continua y anticipando con la vista el giro de coche, para no mover la carrocería en medio de una curva, sobre todo si vamos cargados. El uso del freno debe ser constante, sin cambios de presión en medio de la frenada. El acelerador, sobre todo cuando incrementamos la velocidad, debe ser usado con extremada suavidad. En cuanto a las marchas, en lluvia siempre debemos llevar engranada la marcha más alta que podamos ya que así la respuesta del motor será menos brusca que si vamos en una marcha corta a muchas revoluciones.
Error 4: No dar importancia al estado de los neumáticos
Otro de los mayores errores que se cometen al conducir es olvidarnos de que lo que nos mantiene en contacto con el suelo son los neumáticos, el elemento más importante de la seguridad activa y el más olvidado al mismo tiempo. A más profundidad de dibujo más cantidad de agua que puede desaguar, por lo que un neumático con muchos kilómetros y menos profundidad de dibujo será capaz de desalojar menos agua que uno nuevo, haciendo que el temido aquaplanning, efecto por el que el neumático pierde el contacto con el suelo, pueda aparecer a mucha menos velocidad. Además, si la presión es incorrecta, normalmente más baja de lo recomendado, ese dibujo está más cerrado y cabe menos agua, por lo que tener la presión correcta hace que el dibujo se abra y ganemos algo de capacidad para rodar en agua.
Aparte de estos errores recurrentes al conducir con lluvia, nuestro sentido común es el mayor aliado para rodar con seguridad sobre agua. Todos queremos mucha lluvia en la capital de la Costa del Sol, porque nos hace falta, pero no pongamos nuestra seguridad en peligro por algo que no debería tenerlo si somos responsables mientras conducimos.