El Málaga CF jugará la temporada que viene en Primera RFEF, perdón, en Segunda, que era lo que había escrito en esta primera frase de la crónica del ascenso blanquiazul -una proeza que jamás se borrará de la memoria de nadie que lo haya vivido- antes de que, por cualquier fenómeno inexplicable, los blanquiazules empataran a dos y se quedaran con el botín más preciado.
Se podrá hablar de muchas cosas, cuando se tenga poso y se asimile lo ocurrido en el Nou Stadi de Tarragona, que quedará marcado para siempre en la accidentada historia del Málaga. Pero lo fundamental es que el Málaga estaba con los dos pies en Primera RFEF cuando Antoñito Cordero puso el 2-2 en el minuto ciento veinte mil del partido, al final de la prórroga, y se desató la locura y el éxtasis en el malaguismo.
Cuando caía 2-0 después de quedarse con uno más, Dioni dio vida y, tras mil y una historias ocurridas al final del partido, Cordero cazó un balón que ponía al Málaga en Segunda.
No la olió el Málaga en el arranque. No conectó dos pases, no puedo quedarse ni echarla al suelo. El saque de banda era baza grana y así llegó el segundo acercamiento peligroso, que acabó en córner.
Al equipo de Pellicer le quemaba la pelota y empezó a dejar correr el reloj desde el inicio, cuando empezaron los mismos que en la ida. Sólo el balón largo era el recurso para ganar espacio en el campo contrario. Pero no se ganaba un balón.
A los 20 minutos Gabilondo se atrevió a desbordar por primera vez y llegó a la línea de fondo poniéndola con peligro. Se la había puesto perfecta Ferreiro. El Nàstic tampoco estaba lúcido con la pelota en los pies. El Málaga había neutralizado el empuje local.
Tuvo un par de balones colgados peligrosos el Nàstic, pero Alfonso Herrero se mostraba firme. Le falta al Málaga creérselo. El que no amarraba nada era Roberto, que peleó un balón para llevarse un buen mandoble de Trigueros, que vio amarilla. Mallo Fernández se estaba mostrando firme y el nivel para ver amarillas estaba elevado.
Cada balón parado a favor de Nàstic era celebrado por la grada del Nou Stadi. Pablo Fernández, un junco, era un peligro. Pero el corazón se encogió de verdad con una de las peligrosas transiciones locales, que culminó el capitán Joan Oriol con un disparo combado desde fuera del área que se fue por poco. Mira que voló Herrero, pero ahí no hubiera llegado. Con otro córner para el Nàstic se llegó al descanso.
El inicio de la segunda mitad se parecía al de la primera, con el Málaga sin saber cómo quedarse con la pelota. El Nàstic avanzaba a base de empuje y los blanquiazules se defendían como gato panza arriba. La ventaja en ese aspecto es que un equipo que lo defiende todo bien empieza a creérselo. Pero quedaba mucho, muchísimo.
Pellicer movió ficha al cuarto de hora retirando a Kevin, que se fue diciéndole al de Nules que no era él el cambio. Se acababa de cruzar el campo dejando rivales atrás. Entró Larrubia para situarse en la derecha y Ferreiro pasó a la izquierda.
El Nàstic, con uno menos y 2-0 a favor
El partido necesitaba un clic. Algo que lo activara. Fue un balón dividido en el campo del Málaga cerca de la mediación. Ferreiro metió la punta de la bota y se iba solo, aunque había casi la misma distancia que desde Málaga a Tarragona. Nacho Fernández llegó tarde y vio la segunda amarilla. No dudó el colegiado. Estaba por ver cómo le sentaba eso al Málaga.
Lo siguiente fue un disparo de Larrubia desviado que se fue a córner. Genaro a punto estuvo de hacer lo mismo que en Vigo, pero se le fue alta. Otra buena noticia llegó con la lesión de Pablo Fernández, al que se le subió el gemelo y se tuvo que retirar. Todo eso, con 25 minutos por delante más el descuento.
Pero ya no se iba a rendir el Nàstic, con Godoy casi conectando una chilena altísima. Le dio al aire. Y luego la tuvo Santamaría tras un saque de banda de Óscar Sanz, que tiene una catapulta. Se fue de una banda a otra para volver a sacar y esta vez no pudo defender el Málaga a Godoy. Imperdonable.
Entró Dioni y el Nàstic empezó a jugar la prórroga. Ahora el que jugaba con el crono era el equipo local, llevado en volandas por su estadio. Necesitaba mucha calma el Málaga. La tuvo, pero no profundidad. Movía la pelota de un lado a otro pero delante se había levantado un muro rojo que además fue capaz de dar los últimos coletazos en el área del Málaga, llevando el pánico. Así se fue el partido a la prórroga.
Para que el Málaga se derrumbase. A los cuatro minutos, el Nàstic tuvo la pelota por la derecha, el pánico a meter la pierna dejó obrar a Gorostidi dentro del área y la sacó a la derecha para que un compañero la pusiera llovida al área. Allí estaba el hombre que había cambiado el partido, Gorka Santamaría, que remató picada abajo lejos de Alfonso Herrero. El Málaga con la cara pintada.
Pero el milagro estaba por escribir. Dioni y Antoñito Cordero lo firmaron. El jerezano sin saber ni cómo. Malaguistas, a las calles, a festejar, ¡viva el Málaga!