En el último de los encuentros cofrades de EL ESPAÑOL de Málaga en Taró Restaurante, este medio quiso reunir a dos familias (padre e hijo) cuya implicación en sus respectivas cofradías ha marcado el devenir de las mismas. Durante la conversación, los cuatro participantes debatieron sobre cuestiones relativas a la unión de las grandes cofradías en torno al G5, el recorrido oficial, la participación y el momento que vive la Semana Santa. A lo largo de la tertulia, salieron a colación los problemas que algunas hermandades habían tenido para completar los cortejos.
Una de las razones que Carlos Ismael Álvarez (archicofrade de la Esperanza) encuentra a esta situación reside en el propio estilo que tienen: “Si tu haces unas cofradías de determinadas características, de silencio, sin hablar, sin música, sin poder girarte para ver a tu Cristo, tienes que ser consciente de que estás creando un concepto minoritario”.
Sin embargo, su hijo Carlos considera que nadie hace una cofradía para una inmensa minoría, ni para los elegidos: “Málaga es suficientemente rica como para acoger todo tipo de corporaciones; tronos grandes, pequeños, alegres, serios… Insisto, creo que nadie diseña una hermandad en estos términos. Pero sí hay que subrayar que las cofradías no son cosas de la Cuaresma, y todos los años, en el mismo momento, salen las mismas complicaciones en las mismas. Tienen que incentivar la vida cofrade y no acordarse de Santa Rita cuando llueve. Eso sí, a la vista está que no solo afecta a las del Viernes Santo y a las pequeñas, también hay algunas señeras que están teniendo serias dificultades para llenar varales”.
Tampoco coincide con aquellas afirmaciones que aseguran que salir en Semana Santa “vale mucho dinero”: “Eso no es así. Una cuota de hermano vale 30 euros y sacar tu puesto 25. Y eso te lo gastas tú en una comida o en unas copas. Ese tipo de mensajes tienes que escuchárselo a un perfil anónimo que te está escribiendo desde un iPhone plus.”. Con este análisis, apunta a que hemos dedicado mucho tiempo a identificar una cuestión concreta cuando el conjunto es poliédrico.
Ramón Gómez hijo (congregante de Mena) añade que ese tipo de cofradías (más pequeñas y de corte serio) tienen su público, pero no deja de ser cierto de que es “menor”: “Tienen que trabajárselo más”.
Carlos Ismael Álvarez recuerda que, pese a que haya personas que sigan hablando de los años 80 como una época “gloriosa”, lo cierto es que ahora los cortejos cuentan con muchos más participantes: “Durante una época íbamos haciendo cada año 10 o 15 túnicas nuevas, y ha llegado el momento en el que se nos han quedado colgadas, porque hemos llegado al nivel de saturación”.
Algo similar a lo que pasa con los tronos, muchos de los cuales podrían salir a la calle con “treinta hombres menos”: “Cuando se extinguieron los pagados, se instaló la idea de que los hermanos éramos menos fuertes. Reacción: prolonguemos los varales y metamos más gente. Por eso creo que algunos de esos tronos podrían llevarse con menos personas. De hecho, sostengo que los tres primeros puestos de cada varal no aportan gran cosa, porque la flexión absorbe gran parte del peso”.
Ramón Gómez Ravassa (congregante de Mena) también añade que hay un gran número de andas, cuyo peso no es excesivo, que van con ocho varales: “Ahí entra en juego la demanda”. “El trono responde a la necesidad de devotos o de lo que sea. Pero evidentemente el Cautivo o el Cristo de Mena podrían llevar solo seis. Los intentos de recuperar la carrerilla fracasaron porque para ello es necesario ir con mucho más hueco del que hay ahora”, incluye Álvarez.
“Era un paso precioso. Yo fui el último mayordomo que llevó la Soledad a la carrerilla. Los hombres de trono iban más separados y en cremallera, unos hacia la derecha y otro hacia la izquierda. Iba como flotando. De hecho, me decían que me subiera la túnica por encima de las rodillas, porque como me la pisara, el trono me pasaba por lo alto”, cuenta Gómez Ravassa.
Tiempos pasados
¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? La respuesta en la mesa es unánime: “No, desde luego que no. Como se llevan hoy los tronos, no se han llevado en la vida”, añade el veterano cofrade de Mena. Ni tampoco los cortejos, ni la vida en hermandad… “Quizá puede que falle algo más en la calle que en la procesión”, apunta Ramón Gómez. La siguiente pregunta, entonces, es obligada: ¿Estamos en el mejor momento de la Semana Santa?
También hay acuerdo en este apunto. “Ahora mismo no, la situación ha caído un poco, pero el pico no está muy lejos. Probablemente hemos bajado un poco, pero relativicemos. Esto es como la noche y el día con respecto a lo que teníamos antes”, expone Carlos Ismael Álvarez. Entre las razones, destacan la pandemia (y el consiguiente desapego de una generación) aunque todavía “está por ver”: “Quiero pensar que el mejor banderín de reenganche va a ser esta Semana Santa. Muchos niños van a conocer por primera vez las procesiones”, dice Carlos hijo.
Ramón Gómez añade que justo eso le pasó el domingo de traslados: “Me encontré con un portador de la Virgen que había dejado de salir y que cuando me vio me dijo que se había quedado con las ganas de salir”.
Cuentas anónimas
La generación más joven de cofrades señala que muchos de estos diagnósticos en los que se llama al alarmismo proceden de cuentas anónimas o de cofrades que no se implican en su hermandad. Las redes sociales han actuado como parapeto para ciertas opiniones, algunas de ellas sin fundamento: “El otro día me decían en una tertulia que pedían más de 100 euros para salir. Eso no es verdad, y no hay ninguna persona que se haya quedado sin salir por no poder pagar su cuota. Y voy más allá. Yo he mandado a gente a otras hermandades a las que les hacía falta personal y no les han pedido nada”, asegura Ramón Gómez.
G5 y el recorrido oficial
Durante algún tiempo se habló de la posibilidad de que las cofradías más populosas de la Semana Santa de Málaga se cohesionaran en torno a una fórmula concreta el G5. Hermandades como Mena, Expiración, Cautivo, Esperanza y Paloma estaban en el punto de mira de ese hipotético grupo. ¿Han perdido influencia dentro de la Agrupación? Gómez Ravassa responde rápidamente: “Toda. Y la prueba de ello la tenemos en el recorrido oficial, que se aprueba por el apoyo de hermandades pequeñas que necesitaban la subvención. Pero hay que preguntarse qué hermandades son las que llenan las sillas”.
Carlos Ismael explica que ese movimiento es desacertado y que no va a ninguna parte: “Tienes que influir con tu prestigio, pero no con ningún tipo de órgano interno. De todas formas, es una idea muy antigua que expuso un cofrade de la Misericordia para priorizar en función del peso de los tronos. La incorporación de las nuevas cofradías a la Semana Santa cambia el centro de gravedad, pero el recorrido oficial no deja de ser una exigencia de la Junta de Seguridad Ciudadana tras los gravísimos incidentes del Cautivo en 2018”.
“Sí, eso es cierto, pero con unas exigencias que no se han cumplido. Nos vendieron un recorrido con seguridad, permeabilidad que no lo tiene, sillas separadas, que no se ha hecho… Este año veremos cómo funciona”, añade Ramón Gómez.