Si se hiciera una lista con los nombres de personas imprescindibles para comprender la Semana Santa de Málaga, José Jiménez Guerrero ocuparía una de las primeras posiciones. Hablar de este historiador es hablar de uno de los mayores conocedores del mundo de las hermandades y cofradías. Divulgador incansable de nuestro pasado que cuenta en su haber con publicaciones imprescindibles para comprender lo que ha supuesto esta celebración a lo largo de los siglos.
La destrucción del patrimonio eclesiástico en la Guerra Civil. Málaga y su provincia, La quema de conventos en Málaga, Capillas y cofradías desaparecidas en Málaga y, como no, La breve historia de la Semana Santa de Málaga, son algunas de los ejemplares fundamentales que han servido para profundizar en todo aquello que antecedió a los tiempos modernos.
Publica ahora Militares y la Semana Santa de Málaga, una obra en la que explica cuál ha sido la presencia del ejército en las corporaciones pasionistas y qué papel han desempeñado en cada una de las diferentes etapas de la historia. ¿Cuáles son los casos más paradigmáticos que se conocen? ¿Cómo ha evolucionado esta simbiosis? ¿Podemos hablar de vinculación o solo participación? Son algunas de las preguntas a las que José Jiménez da respuesta.
Antes de la pandemia se reeditó La breve historia de la Semana Santa, una de las grandes obras de divulgación cofrade. De todos sus libros, ¿es este el que más le enorgullece?
Aquí ocurre algo similar al conocido refrán: ¿a qué hijo quieres más? La breve historia de la Semana Santa significó mucho. La primera edición data del año 2000, aunque luego se publicaron más. Hace dos años, Arguval me propuso sacar una reedición ya que la gente lo demandaba en internet y se estaban pagando grandes cantidades de dinero por él. Fue una satisfacción poder completarla con datos nuevos.
Es una obra didáctica y de divulgación, sin un peso extremo de documentación como sí ocurre con La quema de conventos o La destrucción del patrimonio, que han tenido un enfoque científico mayor. Trato de escribir con un lenguaje accesible para todo el mundo, porque el objetivo no es escribir para el que sabe, sino para el que no sabe. La respuesta del público es fundamental, porque marca la acogida de la obra. Ha sido un libro muy vendido en muchos lugares de España. Mi misión es dar a conocer esta parcela de la historia.
¿Es complicado encontrar documentación antigua en Málaga?
Málaga ha sido una ciudad con una destrucción documental muy importante, algo que nos ha limitado mucho para reconstruir nuestro pasado. Por lo tanto, hemos tenido que ir por otros caminos, con fuentes secundarias importantes como la prensa del siglo XIX y siglo XX, especialmente rica en el caso de la primera. Hemos tratado de limar la ausencia de documentos y hemos tenido el apoyo de cofradías que han podido conocer su historia con rigor, con sus luces y sus sombras. Porque nuestra función tiene que ser rigurosa, y no podemos centrarnos solo en las zonas altas cuando también ha habido valles. La primera fue la mía, Zamarrilla, en 1994. Un sendero que luego se abrió paso en otras corporaciones. Yo he podido colaborar con algunas, como el caso de Mena o el Cautivo. Creo que es un trayecto que algunas hermandades deberían plantearse emprender.
Las cofradías han superado la barrera de la colaboración con la Universidad pública. De hecho, de un tiempo a esta parte se ha estrechado esta relación gracias a la Cátedra de Estudios Cofrades.
Aquella eclosión fue muy importante y, modestamente, pude participar de ella. Ese cambio significó que un grupo de jóvenes cofrades pudiéramos estudiar en una universidad malagueña y se nos facilitaran herramientas para escribir e investigar. Antes tenías que irte a Granada. Ahora es muy fácil hacerlo, pero antes, a los historiadores cofrades, se nos calificaba de pseudohistoriadores. Incluso los estudios que publicábamos eran temas de segunda fila, folclóricos u otros calificativos que buscaban desprestigiarlos.
En Málaga habíamos tenido ejemplos ilustres, como el padre Llordén o Agustín Clavijo. Las vendas se empezaron a caer de los ojos cuando vieron que nuestro acercamiento era con mucho rigor y con un valor documental significativo para la propia historia. Estos análisis tenían acogida entre los estudiantes, así que comenzaron a llamarnos y muchos cambiaron su postura.
¿Cómo ha influido la digitalización en todo este proceso?
La digitalización te acerca a unas posibilidades que antes no tenías. Por ejemplo, con la pandemia tengo que estar más tiempo confinado y gracias a estas técnicas puedo acceder con mayor facilidad a muchos fondos documentales, aunque en ocasiones solo está disponible el catálogo. La prensa sí que está muy bien digitalizada, y ha sido muy importante para las cofradías, sobre todo la del siglo XIX, llegando a actuar como fuente única.
Con respecto a mis orígenes, el cambio ha sido muy significativo. Cuando empecé en los años 90, teníamos que desplazarnos hasta los archivos y tomar todas las notas a mano, ya que no podíamos hacer fotocopias. Luego continuaba el trabajo en casa. El tiempo que se dedicaba era el doble. Me considero un fan de la digitalización y ojalá todos estos documentos se pudieran poner al alcance de todo el mundo. También es cierto que esto tiene un coste económico y no todas las hermandades lo pueden asumir.
Yo, cuando estoy en algún archivo y me encuentro a un estudiante quejándose, me acerco para intentar hacerle ver la cantidad de recursos con los que cuenta. En estos casos, siempre me acuerdo de mi amigo Jesús Castellanos. Él y yo nos íbamos al archivo municipal, que estaba en el edificio del Ayuntamiento del Parque, a las siete de la mañana porque abrían a las ocho, pero había poco sitio. Parecen historietas de persona mayor, pero creo que las vivencias reflejan la evolución de unos estudios históricos que hacíamos personalmente, porque a nosotros no nos ha subvencionado nadie.
Ahora publica Militares y la Semana Santa de Málaga, uno de los temas más polémicos que se han tratado en el mundo de las cofradías. Una idea indisoluble a nuestras procesiones. ¿Por qué decidió escribir un libro sobre este tema?
A la hora de titular este trabajo barajé varias opciones y la que más se aproximaba a mi idea era "militares en la Semana Santa de Málaga". Lo que pasa que el lector verá que no solo se habla de militares, sino que también se dan a conocer circunstancias paralelas a la presencia de estos cuerpos. Por eso opté finalmente por utilizar "y Semana Santa", ya que explican otras muchas cuestiones que sucedían en paralelo a esta celebración.
Es decir, que además la presencia del ejército, existían otras realidades. Te pongo un ejemplo: uno de los temas más tratados en el siglo XIX era la visita a los sagrarios que realizaban siempre las autoridades militares y civiles; todo ello rodeado de la parafernalia típica. Mientras esto ocurría, ¿qué pasaba con el malagueño de a pie? Pues que había muchos que no podían ir; no solo porque trabajaban, sino porque la propia pobreza, visible en las vestimentas roídas, les provoca una especie de pudor que les impedía asistir. Por lo tanto, iban a rezar delante del Santísimo durante la noche o la madrugada.
¿Por qué se acercan las hermandades a los militares, y viceversa? ¿Prestigio, necesidad de captación de nuevos públicos...?
Es un cúmulo de circunstancias. La presencia militar (y de milicias) en la Semana Santa de Málaga se ha producido a lo largo de toda su historia, en mayor o menor medida, y ha respondido a diversas circunstancias. Por ejemplo, las procesiones en el barroco eran una representación de la propia sociedad, por lo que el estamento militar participaba en estos actos. Posteriormente, en el XIX, adquiriría unas connotaciones diferentes, por ello, hay que saber diferenciar entre participación y vinculación.
En el libro he querido hablar de tres momentos relevantes. El primero de ellos es durante el reinado de Isabel II. En aquellos tiempos se empieza a hablar de turismo, la burguesía adquiere un papel importante y comienzan a retirarse elementos de mal gusto de los cortejos procesionales. Los militares tenían una participación muy importante y estaban presentes en casi todos los cortejos.
En la década de los años veinte del siglo pasado llegarán las suntuosas procesiones, muy condicionadas por el papel que juegan estos cuerpos. Hablamos de la dictadura de Primo de Rivera, de las guerras africanas, de Málaga ciudad portuaria que acoge heridos de estos conflictos... Y esa es la raíz de la vinculación con Mena: la Legión quiere agradecer la ayuda que la ciudad le presenta a los afectados en combate.
Durante la dictadura se produce una respuesta por parte de las cofradías a lo que había ocurrido en los años 30 con la práctica destrucción del patrimonio. Pero también nos encontramos con situaciones en las que no existe vinculación, materializada a través nombramientos honorarios y hermanamientos, sino que solo hay una asistencia puntual.
Además, estaba el objetivo de captar hermanos o mejorar un patrimonio que estaba casi agotado. No olvidemos el caso de la Archicofradía de la Expiración, paradigmático. La ayuda de la Guardia Civil fue importantísima. Con Zamarrilla intervino Caballería para los dos tronos. Es decir, que el aspecto económico es muy reseñable, aunque eso conllevara un sometimiento como la simbología militar en algunos enseres.
¿El Mutilado es la primera que se funda íntegramente por militares o encontramos otros casos en el pasado, como los arcabuceros?
El caso de los arcabuceros viene a responder a la famosa leyenda. No es una fundación como tal, pero es cierto que, como recoge la documentación de la que disponemos, a mitad del siglo XVII hubo dos hermandades con nominación militar: la Hermandad de los 103 hermanos de la Santa Milicia, que acompañaban al Santo Entierro de Cristo, y los Arcabuceros, con la cofradía de la Soledad de Mena. Precisamente, esta última es una de esas corporaciones con presencia militar permanente; en el siglo XIX fue de las más importantes y en el XX, cuando se une con Buena Muerte, se vincula con la Legión.
Pero en ninguna de las premisas de sus constituciones se especificaba que tenían que tener el rango de personal del ejército para participar. Una de las características de las corporaciones malagueñas es que prácticamente no ha habido hermandades gremiales, sino que han tenido componentes gremiales. Por ejemplo, los toneleros formaban parte del Dulce Nombre (Archicofradía del Paso y la Esperanza), pero no vetaban a externos. El caso más sintomático, el de la cofradía de los Zapateros; estos trabajadores podían integrarse, pero no se excluía a aquellas personas que no formaran parte del oficio.
En el caso de Mena, es notable ese estado de valle del que antes hablábamos. Recuerdo a la Armada a principios de siglo. La presencia de ambos cuerpos estaba equilibrada, pero ahora es casi testimonial en el caso de la Virgen. Es un momento de menos relación, quizá por la profesionalización del ejército.
Evidentemente. Hay que apuntar que las personas que vienen son voluntarias. Está recogido y explicado en el libro, analizándose por qué dejaron de venir algunos cuerpos. Mena es prácticamente de las únicas hermandades que mantiene esa doble relación, con la Legión y con la Armada. Sin embargo, con anterioridad, hubo otra que también lo tuvo: Jesús Cautivo. En los años 40 y hasta los 60, se vinculó con la Infantería de Marina que venía de San Fernando. Al parecer hubo un problema de protocolo. Y luego la conocida relación con los Regulares. Hoy, los dos ejemplos más vivos de participación militar los encontramos con Mena y la Expiración.
Hay ocasiones en las que esa vinculación trasciende el propio día de la procesión.
Gracias a la ayuda de José María de las Peñas conseguí la fotografía de una estampa muy curiosa. Creo que es del año 1967. Está tomada en El Aaiún, Sáhara. En ella aparece parte del tercio de la Legión haciendo una procesión con una réplica del crucificado. ¡Con un trono a hombros! Esa vinculación, que se traslada al plano personal e íntimo con los propios soldados, no hay que obviarla.
En Ecuador tienen una legión propia, basada en la española, en la que también tienen presente al Cristo de la Buena Muerte.
Es que esa relación trasciende la mera institucionalización. Cuando se centra en lo personal, los lazos se vuelven muy fuertes. La simbiosis de Mena y la Legión es muy importante. Prueba de ello es que, en algunos momentos de la historia en los que esta vinculación flaqueaba en otras ciudades, en Málaga se mantenía. En recortes de prensa se especificaba que su presencia no solo no peligraba, sino que aumentaba.
¿Ha habido alguna relación en el pasado similar a la que tiene hoy Mena con la Legión?
Quiero dejar constancia de un cuerpo que ha sido de los que más ha participado en la Semana Santa de Málaga: Regimiento Borbón nº 17. Acompañaba a muchas cofradías, prácticamente todos los días. De hecho, en la foto de portada del libro aparecen acompañando a la Sangre por Carretería. Hubiera sido muy fácil poner una de la Legión, pero quería algo antiguo para demostrar la existencia de este fenómeno a lo largo de los años. Junto con Extremadura 15, ha sido el más importante.
Si me lo permitís, quiero mostrar mi agradecimiento a Arguval que apuesta por mi trabajo y por la Semana Santa. Hablamos de una editorial que ya en los años 80 publicó la mítica enciclopedia. En mi caso es el séptimo libro que me publican. Siempre están dispuestos a apostar por lo nuestro, y ha habido veces en las que no han estado suficientemente valorados.