Cuando, este lunes, una calle recibió la medalla de honor de la ciudad de Torremolinos, Sandra Chica Almodóvar no podía dejar de llorar. Se sentó al lado del presidente de la asociación Pasaje Begoña, impulsora de su recuperación, y le dijo: "Esto ya ni en mis mejores sueños". Le temblaban las manos. Él le respondió con humor: "Para, mujer, que parece que estás de tanatorio".
Así lo relata a EL ESPAÑOL de Málaga el propio dirigente de la entidad, Jorge Pérez, que se interesó a partir de un recorte en el periódico por el Pasaje Begoña, un pequeño oasis de libertad identitaria y sexual durante el franquismo, y ha trabajado para conseguir el reconocimiento que tiene hoy día en España y el extranjero: la cuna de los derechos LGTBI+ en España, hermanada con el Stonewall neoyorquino impulsor del primer Orgullo.
Sandra Chica Almodóvar fue cuando joven parte de ese esplendor de los años 60 en el Pasaje Begoña, y también vivió la Gran Redada que le puso fin en el año 1971: "Íbamos a tomar nuestras copitas, a pasarlo bien y nos divertíamos. No hacíamos nada malo. Hasta que vino la Policía y nos detuvo. A mí un policía me puso una pistola en la frente y le dijo a un compañero: Esta gentuza se termina dándoles un tiro a cada uno en la cabeza", ha relatado a Efe.
De ser perseguida por su identidad a ser celebrada y reconocida como una pionera, no es de extrañar la emoción de Sandra al recibir el pasaje la medalla de honor. "Estamos descubriendo historias de personas, son lo más importante. El patrimonio del Pasaje Begoña son las personas, no es el lugar físico, ni la policía...", reflexiona Pérez a este periódico.
"Cómo podían convivir, lo que tenía que hacer para salir por delante, cómo huían de los comentarios homófobos... Todo eso es un patrimonio inmenso. Por eso nos dan los premios, no por el lugar", reincide el presidente de la asociación. En su página web, cuentan con hemeroteca, testimonios grabados de supervivientes de la época, galería de imágenes... Y no paran de organizar iniciativas por toda España para poner en valor esa memoria: exposiciones, participación en congresos, concursos de relatos.
El éxito ha sido tal que Jorge Pérez hasta ha dejado su trabajo para poder centrarse en exclusiva en el proyecto: "Nunca pudimos imaginar algo así". Este verano conmemoraron el 50 aniversario de la Gran Redada y fueron recibidos por las presidentas del Congreso y del Senado, participaron en un acto con el ministro Fernando Grande-Marlaska, lanzaron el libro conmemorativo El Pasaje Begoña en la memoria LGTBI+: Libertad y represión de la sexualidad en Torremolinos durante el franquismo (1962-1971) imprimido por la Junta de Andalucía.
Todo con la mente puesta en recuperar historias como la de Sandra. O la de Manolita Chen, cliente habitual y homenajeada en un cortometraje dirigido por Valeria Vegas, biógrafa de La Veneno. O Doris Alza. O Serafín Fernández, que se exilió a Alemania y protagoniza el documental Fernández Pratsch junto con su marido germano Michael.
"Esta gente está muriendo, muchos tienen más de 80 años ya. Que se mueran sin que su patrimonio se conozca es una pena", plantea el presidente de la asociación Pasaje Begoña, que destaca que sus historias no ponen en valor lo dramático de la persecución que sufrieron: "En ninguna persona hemos encontrado rencor de esa época. La gente guarda muy buen recuerdo de los nueve años anteriores a la Gran Redada, que me quiten lo bailao, nunca mejor dicho. Esa es la importancia histórica de este lugar".
Y con vocación más allá de España: muchos de los visitantes del Pasaje eran ingleses y alemanes que empezaban a descubrir la Costa del Sol, y desde la asociación están descubriendo en la hemeroteca repercusión en los medios extranjeros de la época sobre las detenciones de la Gran Redada. Esa medalla de honor de Torremolinos ya se hizo internacional.