La jugadora de pádel Carolina Navarro (febrero de 1976) se conmueve al recordar su paso por el World Padel Tour (WPT) Cervezas Victoria en Málaga. "Hacía muchos años que no estaba en esta pista central, no sé por qué me emociono tanto. Hemos ganado un partido duro", cuenta tras vencer en dieciseisavos la que fue primera en el ránking mundial.
Tras caer en octavos contra Tamara Icardo y Delfina Brea, la pareja número cinco de la clasificación del WPT, la malagueña relata que se va de "vacaciones una semana hasta volver al ruedo" y que, junto a su pareja Elisabet Amatriaín, volverán para el Challenger de Calanda, en la semana del 22 al 29 de agosto.
Navarro explica, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Málaga, que cuando juega "en casa es totalmente diferente" a cuando lo hace por el resto del mundo: "Siempre notas el cariño de la gente, es súper especial".
P: Después del torneo, toca disfrutar de las vacaciones.
Me voy una semanita de para desconectar un poco, que la temporada después es muy larga. Llevamos tres torneos seguidos, luego tenemos tres semanas sin torneo, y otra vez volvemos al ruedo en Calanda, la última semana de agosto.
¿Cómo es jugar un torneo en su ciudad natal?
Es increíble poder estar en casa, con toda la gente animando: la familia, los amigos... ¡Eso se nota! La verdad es que cuando juegas aquí es totalmente diferente a cuando lo haces por el resto del mundo. Siempre notas el cariño de la gente. Eso lo convierte en algo súper especial. Mires donde mires.
A la mitad de los recoge pelotas los conocías; era muy bonito. Normalmente, mi familia fuera no puede ir a verme. Antes sí, pero mis padres ya son mayores y me ven cuando juego en Málaga, o en Marbella, o si jugara en Granada. En la Costa del Sol van todos: mis padres, mis primos, mis hermanos, mis sobrinos. Además, somos un montón.
¿Qué recuerda de sus inicios?
Yo jugaba al tenis, y llegó un momento en el que, o me dedicaba profesionalmente, o estudiaba en la Universidad y me sacaba una carrera. Entonces, decidí dejar el tenis y seguir estudiando. Hice INEF, la especialidad de instalaciones deportivas.
En ese momento un amigo de mi hermano me dijo que existía el pádel. En Málaga ya había pistas, y empecé a jugar con mis hermanas, yendo torneos por la provincia, por Andalucía... Por la costa.
La verdad es que me fue bastante bien. Una chica me dijo que fuera a Madrid, para empezar a jugar a nivel nacional. Luego me llamó la que era número uno de España: María Silvela. Ahí fue cuando definitivamente me fui para Madrid.
Comencé a jugar con ella e incluso llegamos a ser campeonas de España. Gracias a eso me dieron una beca en la Universidad Europea de Madrid. Creo que con ella terminé número uno del mundo también. A partir de ahí, ya fue para arriba y fui cambiando de compañeras, y la verdad que súper bien.
¿Cuáles son los objetivos que se marca para esta temporada?
La idea un poco es entrar entre las ocho primeras, pero, al estar fuera de ese top, es complicado porque tienes primeras rondas muy difíciles. Al principio del año nos tocaba en primera o segunda ronda siempre contra Alejandra y Gemma –primeras del ránking del WPT– y hemos tenido partidos muy duros.
También hemos tenido otros que hemos perdido y, a lo mejor, no tendríamos que haber perdido. Pero bueno, la idea sigue siendo esa: entrar entre las ocho primeras. Ahora mismo estamos un poco más lejos que al principio del año. Pero ese es el objetivo.
¿Cómo ve a Bea González para ser la joven promesa malagueña del pádel femenino?
Digamos que ahora, como referente veterano, estoy yo, y luego está Beita, que está en pleno auge. La verdad que es un gustazo. Va a seguir sonando el nombre de Málaga un montón de años más, con todas las generaciones que tenemos. Y obviamente con Beita, que está jugando una tonelada.