Lo que van a leer a continuación no es ficción, aunque pueda parecer el guion de una película. En enero, un importante miembro de la Mocro Maffia —así se les llama a las organizaciones criminales presentes en los Países Bajos con ascendencia marroquí— fue asesinado en Chiclana de la Frontera. Dos sicarios fueron contratados para atraerle a esa localidad gaditana desde Holanda y ejecutarle con un disparo en la cabeza. La víctima se llamaba Ebrahim Buzhu. Era enemigo de Ridoaun Taghi: recuerden este nombre, porque luego hablaremos de él. Es el líder de la Mocro Maffia; que, junto a la ‘Ndrangheta, son las organizaciones criminales que más cocaína están trasladando a Europa en estos últimos años.
Buzhu nació en Utrecht en 1969, y llevaba asentado en la Costa del Sol hace bastante tiempo. Era hijo de inmigrantes marroquíes y provenía de una familia con buen porvenir en la tierra de los campos de tulipanes. Su padre llegó a los Países Bajos tras estar trabajando en Melilla y luego se dedicó al sector de la alimentación en Utrecht. Como le fue bien laboralmente, decidió arriesgarse y abrió en Ámsterdam la primera carnicería marroquí en la historia de los Países Bajos. A Buzhu lo apodaban El Carnicero por esta razón, porque siempre echó una mano en el negocio de sus padres.
Pero la desgracia llegó a su clan muy pronto. Su padre murió cuando tenía 17 años, y eso le cambió la vida. Comenzó a dejarse ver menos por el negocio familiar tras conocer a un conocido criminal de Utrecht, al que apodaban El Gran Bagdad. Con esa amistad, comenzó su carrera en el crimen organizado hasta llegar a ser uno de los narcotraficantes más poderosos de Holanda. Se inició con el menudeo de hachís y alcanzó el narcotráfico a gran escala; su organización utilizaba a peligrosos criminales de Serbia, Montenegro o Bosnia para cobrar sus deudas y fue muy temida, porque muchos narcos pagaban al instante tras un primer aviso. Buzhu llevó una doble vida, se presentaba como un empresario del sector inmobiliario y su familia no conoció su verdadera dedicación hasta bien entrados los años '90. Contaba con antecedentes por posesión de armas, secuestro, y por tentativa de homicidio. Según informantes de la policía neerlandesa, en 1999 consiguió evitar una condena por un secuestro tras pagar 50.000€ a un policía corrupto para que detuviera a un camello que trabajaba para él.
Viejas amistades
El narco era administrador único de una empresa con sede en Benalmádena desde 2012 y vivía regularmente en Mijas porque desde aquí le era más fácil contactar con los proveedores de hachís de Marruecos. Fue una persona muy conocida en los bajos fondos de los Países Bajos, y cambió la historia del crimen organizado de ese estado tras unas declaraciones ante la policía.
Su futuro comenzó a torcerse porque se le investigó en 2011 por el secuestro del propietario de un coffeeshop de Ámsterdam. La víctima era Saïd Faggouss, un cliente habitual de la carnicería de la familia de Buzhu durante muchos años y que luego se dedicó al tráfico internacional de hachís. Este narco se caracterizaba por utilizar el sello de la estrella de David judía para marcar sus paquetes. El rapto ocurrió en la calle Churchilllaan de la capital holandesa en diciembre de 2009. Un comando armado con fusiles de asalto formado por personas de la antigua Yugoslavia irrumpió en el local regentado por Faggous, y violentamente lo trasladaron a una casa en Bélgica.
Cuando ya se le daba por muerto, Saïd Faggouss apareció en una gasolinera de la localidad belga de Maasmechelen en marzo de 2010 tras conseguir escabullirse de la vivienda donde estuvo retenido esos meses. Este error de los captores hizo que un año más tarde fueran detenidos Buzhu y a su socio El Gran Bagdad por sospechas de instigar el secuestro. Estos hechos propiciaron la ruptura de las relaciones comerciales entre estos los dos narcos de Utrecht, aunque se libraron de ser condenados por falta de pruebas en este asunto.
La llamada que le cambió la vida
Ebrahim Buzhu siguió ascendiendo en el crimen organizado hasta que llegó el 24 de junio de 2015. Ese día, un amigo suyo atendió una sorprendente llamada de la policía: le avisaron de que su coche había sido balizado por una organización criminal. Le cuestionaron si tenía enemigos; porque, si era el caso, lo iban a asesinar pronto. Ese hombre respondió que no recordaba tener enemistades, pero es posible que mintiera porque, en cuestión de dos días, Buzhu apareció por una comisaría y declaró sobre hechos que involucraban a los bajos fondos de Utrecht, Ámsterdam y de Surinam.
Fue la primera persona en mencionar a Ridoaun Taghi a la policía. Hasta ese día, las autoridades neerlandesas no tenían ni idea de quién era la persona que movía decenas de toneladas de cocaína por los puertos de Rotterdam y de Amberes. También declaró sobre su viejo amigo El Gran Bagdad, porque trabajaba para Taghi. Esto fue una sentencia de muerte para Buzhu, al que ya habían intentado asesinar en otras tantas cosas ocasiones. Aún no está claro qué organización criminal es responsable de su asesinato, pero las miradas se dirigen al entorno de Taghi. En junio se detuvo a los autores materiales de su muerte con registros y detenciones en Chierry (Francia), Benalmádena y Alhaurín el Grande (Málaga), y Guadiaro, San Martín del Tesorillo y Chiclana de la Frontera (Cádiz).
Las declaraciones en sede policial de Buzhu en 2015 se realizaron sin abogado en un ambiente distendido. Allí pactó que, si le ocurría algún percance, toda la información que compartió fuese usada en investigaciones judiciales. Por eso, su desaparición ha puesto nerviosos a muchos miembros de la Mocro Maffia.
El hombre que cambió la rutina de Rutte
La némesis de Buzhu fue Ridoaun Taghi, el principal narcotraficante de los Países Bajos. Está siendo juzgado por varios asesinatos en Holanda, por los que la Fiscalía le solicita cadena perpetua. También es sospechoso de ordenar el asesinato de Peter R de Vries, el periodista de investigación más importante de los Países Bajos. Lo ejecutaron en pleno centro de Ámsterdam en julio de 2021, y provocó que el programa de TV en el que participaba se emitiera algunos días desde un plató fuertemente custodiado por la policía porque se temía un ataque con lanzacohetes. Esto hace una idea de lo que está sucediendo en los Países Bajos. Taghi cambió el panorama del crimen organizado europeo y propició que la Mocro Maffia controlara los puertos de Rotterdam y de Amberes, por donde ahora se introduce la mayoría de cocaína que se comercia en el viejo continente.
Taghi ha provocado que en 2021 el Primer Ministro neerlandés Mark Rutte cambiara su rutina diaria. Los servicios secretos alertaron de que miembros de la organización de Taghi lo seguían en los trayectos que realizaba en bicicleta desde su casa a su puesto de trabajo en el Parlamento de La Haya. Antes, Rutte se desplazaba sin escolta; ahora, es impensable. Durante el juicio contra la organización de Taghi, debido a los grandes recursos policiales que se destinan, el gobierno de los Países Bajos autorizó el despliegue del ejército en los alrededores del Tribunal que juzga a estos narcotraficantes.
El Estado neerlandés sabe de lo que puede ser capaz un criminal de estas características; por eso, desde el viernes pasado el espacio aéreo de la cárcel de máxima de seguridad donde Taghi cumple prisión preventiva está cerrado, entre otras cosas, porque se cree que hay un plan para sacarlo de allí en helicóptero. De hecho, se está investigando a un miembro de la unidad de élite del Ejército de los Países Bajos que se sospecha que buscaba a integrantes de otras unidades de élite para formar a un comando que ayudara a fugarse a Taghi. Todo esto sucede en Holanda sin que tenga mucha relevancia en Europa.
Mocro Maffia en Málaga
En cuanto a la Costa del Sol y España, la Mocro Maffia y las demás organizaciones criminales holandesas tienen una relación extensa, se han ajustado muchas cuentas aquí: en Estepona, Marbella, Benahavís, Fuengirola, Torremolinos, además Barcelona. Fue en 2018 cuando sus conflictos tomaron más relevancia: lo más llamativo ocurrió en agosto de ese año, a la entrada de Puerto Banús. Un Q7 con matrícula marroquí se incendió y luego se calcinó por completo. El humo que desprendió el vehículo se observó desde kilómetros.
En un primer momento, se informó que este incidente fue probablemente debido a que el coche perdió gasolina e hizo que una rueda explotara. Los cuatro ocupantes del coche de alta gama no pensaron que fuese simplemente casualidad: creyeron que fue un atentado, huyeron y hasta hoy no se les ha vuelto a ver por la zona. No es muy normal que se te queme un coche de más de 70.000 € y no identificarte ante las autoridades que acuden a apagar las llamas. Pero todo tiene una explicación: al menos dos de las personas que viajaban en el vehículo son miembros de la Mocro Maffia, y el copiloto estaba en ese momento investigado en los Países Bajos por el asesinato de un narcotraficante a las afueras de Utrecht. Desde junio de 2018 se encontraba en libertad con cargos por ese asunto y en 2020 se le detuvo por un alijo de 250 kilos de cocaína en Amberes. Ridoaun Taghi también estaba relacionado con los ocupantes del coche.
En octubre de 2018 ejecutaron de varios tiros a Hamza Ziani, en la terraza de un restaurante de Torremolinos. También era de Utrecht como Buzhu, él era especialista en explosivos, ya que en estas mafias es recurrente los atentados con bomba. Se le detuvo un mes antes de morir por unos explosivos encontrados en la urbanización de los Altos de los Monteros de Marbella. Ziani trabajó tiempo atrás para Taghi, hasta que decidió unirse a la competencia y ser un miembro muy importante del crimen organizado holandés.
En España, la Mocro Maffia ha asesinado a 10 personas desde 2012. La última víctima ha sido Ebrahim Buzhu, El Canicero. Cada año que pasa, tanto los puertos de Rotterdam como de Amberes baten récords de incautaciones de cocaína. Las luchas internas por dirigir estas organizaciones criminales no van a cesar: están ganando más dinero que nunca.
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