A raíz de la encuesta publicada por EL ESPAÑOL el pasado 10 de noviembre, la España vaciada ha vuelto a la palestra. Provincias como Cáceres, Badajoz, Cuenca o Salamanca serían algunas de las circunscripciones electorales en las que tendría representación una posible plataforma. En comunidades como Castilla y León ya se ha confirmado su puesta en marcha. En Málaga, una de las seis provincias más pobladas de España, el éxodo rural es igualmente un problema, pero no en el conjunto, sino en algunas poblaciones concretas.
La calidad de vida que tiene Málaga es prácticamente inigualable. La gastronomía, el clima o su gente la convierten en lugar más que especial. Y eso se refleja en los datos, donde cada vez son más personas las que optan por vivir en la capital de la Costa del Sol.
Pero este auge poblacional de la capital contrasta con el de algunos pueblos del interior de la provincia, donde casi decena de municipios apenas llegan a los 300 habitantes. Un complejo residencial de cualquier zona de Málaga es probable que cuente con más inquilinos, pero la ausencia de lugareños en estas zonas es suplida por paisajes, calles y monumentos que cuentan con varios siglos de historia a sus espaldas.
De acuerdo con los datos del año 2018, los municipios con menos población de Málaga son: Atajate (169 habitantes), Salares (179), Benadalid (258), Júzcar (228), Cartajima (247), Faraján (248) y Alpandeire (252). La ubicación de estos pueblos se halla entre cadenas montañosas y alejados de los núcleos urbanos de la provincia; y salvo Salares, que se encuentra en el interior de la Axarquía, el resto se concentran en la zona del Valle del Genal, en la serranía de Ronda. Por ello, EL ESPAÑOL de Málaga ha recorrido sus calles para conocer su historia a través del propio testimonio de sus habitantes.
Atajate
Oficialmente, es el pueblo con menos población de la provincia de Málaga. Con 169 habitantes, es el guardián de las puertas del Valle del Genal. Desde el Mirador de Atajate, se contempla la inmensidad del valle, descubriendo toda una variedad de verdes en primavera y de ocre en otoño.
La Cruz de Piedra, el Museo Abierto del Mosto, que se encuentra al aire libre, o la parroquia de San José son algunos de los mayores atractivos para visitar de este municipio. Luego, para complementar estas visitas, es recomendable degustar una excelente gastronomía en los tabancos de sus principales vías del casco urbano.
133 kilómetros le separan de Málaga, y 85 de Algeciras, por lo que antiguamente, hace poco más de una década, era indispensable atravesar el centro de Atajate en el trayecto desde la ciudad gaditana hasta Ronda. A día de hoy ya existe una circunvalación que obvia este desvío y permite un trayecto más directo.
Salares
Este municipio es el único de toda la Axarquía malagueña forma parte del listado de los pueblos con menor población de la provincia, de acuerdo con el censo de 2018. El acceso no es sencillo, pero sorprende por la majestuosidad de las fachadas blancas que componen la entrada al pueblo.
Salares oferta varias rutas de senderismo que se adentran en el corazón del parque natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, otro punto de interés de este pueblo axárquico. Igualmente, desde el siglo XIII cuenta con el alminar de la iglesia de Santa Ana y con el puente medieval de Salares, un atractivo que se mantiene como uno de los principales puntos de interés del municipio.
Benadalid
Una de las joyas del Valle del Genal. Benadalid te recibe con un majestuoso castillo árabe del siglo XVII, donde habitaron los duques de Feria y fue casa de los Medinaceli y que, además, es el cementerio del pueblo, algo único en España.
Este pueblo conserva un cuidado casco antiguo, con fachadas y calles blancas decoradas con macetas de colores que le aportan esa alegría que nunca está de más. Así lo explica María, teniente de alcalde de Benadalid, y expone que "la forma de vida es patrimonio del pueblo". En la pandemia han estado pendientes de cada uno de los vecinos que componen este núcleo poblacional, incluso una mujer se hace cargo de los niños cuando sus padres no pueden. Son una familia.
Después de una visita sin igual a la iglesia de san Isidoro, Benadalid ofrece una variada gastronomía basada en productos autóctonos del propio municipio. Las verduras y los espárragos son un manjar que degustar, pero la joya de la corona es el gazpachuelo caliente, que alivia el paladar de los benalizos por los 15 grados de media a los que están expuestos todo el año.
Júzcar
Uno de los lugares más característicos de Andalucía. Con su peculiar color azul que tanto le define desde el año 2011, en su día Júzcar se dio a conocer como el Pueblo Pitufo, siendo un punto de interés para miles de turistas que se desplazaban hasta este enclave para conocer el motivo de esa particularidad. Pero esa etapa ya se ha quedado atrás. Ahora, su centro urbano ha tornado en un gran parque temático lleno de aventuras, especialmente ideadas para niños.
No obstante, los adultos que también quieran tener su dosis de adrenalina y vivir experiencias vertiginosas tienen la opción de hacer barranquismo en la conocida como Sima del Diablo. Júzcar está en continuo cambio para siempre sorprender a quienes se acerquen a visitarla, tratando a los foráneos como un juzcareño más.
Asimismo, en 1505 se levanta la primera Iglesia en el pueblo. De hecho, el edificio más destacado es la parroquia de Santa Catalina, obra que data del siglo XVI y que a lo largo de su historia ha experimentado transformaciones y diversas reformas. El museo micológico de Júzcar también es una parada obligatoria para aquellos interesados en iniciarse en el mundo de las setas o, por otra parte, es un municipio incluido en la ruta de Fray Leopoldo, tierra por la que anduvo el beato hasta los 33 años.
Cartajima
La impactante iglesia de la Virgen del Rosario, que data del siglo XVI, te da la bienvenida al municipio de Cartajima. A pesar la reforma de la cubierta en el año 2009, esta inmueble es el mayor punto de interés del pueblo. Pero no es el único. Su alcalde, Francisco Javier Benítez explica que se celebran jornadas de "fachadas creativas", donde se representan grandes murales en los que se ilustran costumbres populares para dar a conocer el nombre del pueblo.
Las tradiciones de Cartajima pasan directamente por sus festejos, como la fiesta del Mosto, que se celebra a final de cada mes de noviembre y ya van dieciséis ediciones. O la romería del primer sábado de junio, donde se agolpan vecinos de municipios colindantes.
Cartajima es el pueblo es el más elevado de toda la Serranía de Ronda y el tercero de la provincia de Málaga, lo que le permite gozar de espectaculares vistas y de un paisaje sin igual. De hecho, con sus 14 grados de media y la simpatía de sus vecinos, este municipio ha aumentado su población "entre un 10 y un 15 por ciento" en los últimos años.
Faraján
Envuelto en una densa arboleda que le permite destacar aún más el blanco de sus fachadas, los orígenes de Faraján se remontan al siglo XVI, cuando tras la expulsión de los moriscos, la zona queda prácticamente despoblada, repoblándose con familias cristianas.
En su caso antiguo se halla la iglesia de la Virgen del Rosario, que es su construcción más destacada. Sin embargo, a escasos metros de la parroquia se encuentran las espectaculares Chorreras de Balastar, unos saltos de agua de 30 metros de altura que desembocan en el río Genal. Sin duda, el principal atractivo turístico del pueblo, "especialmente los fines de semana", relata su alcalde, Fernando Fernández.
La gastronomía de todo el Valle del Genal guarda el recuerdo de la tradición morisca, siendo característicos la harina de trigo, el azúcar y el aceite de oliva combinados y aromatizados con canela, matalahúva y ajonjolí, y acompañados en ocasiones de almendras y nueces. Como plato típico para degustar se perfilan el conejo al ajillo o las migas.
Alpandeire
Para este pueblo de la Serranía de Ronda, "lo primero es el Santo Fray Leopoldo", afirma la alcaldesa de Alpandeire, María Dolores Bullón. Y así se puede contrastar mediante un recorrido por las calles de este municipio, plagado de alusiones al beato. Además, allí se puede visitar la que fue su casa natal.
Alpandeire cuenta también con uno de los templos de mayor tamaño de toda la comarca. Hablamos de la iglesia de san Antonio de Padua, que cuenta con dos torres y es popularmente denominada como la 'Catedral de la Serranía'.
La gente, "que siempre te recibe con los brazos abiertos", te traslada esa sensación de ser un pandito -gentilicio de Alpandeire- más. Sus tradiciones y buen hacer en la gastronomía, además de ser la tierra de Fray Leopoldo, la convierten en un atractivo turístico en cada época vacacional. De hecho, allí se encuentra el restaurante 'La Cueva de la Higuera', que cuenta con listas de espera desde hace varios años por su original propuesta culinaria. Todo un paraíso por descubrir.