
La división de patios del Highlands School El Encinar.
Las víctimas del cura de La Moraleja contaron los abusos a dos profesoras del colegio y ellas les dijeron "no pasa nada"
EL ESPAÑOL accede al atestado policial del caso de las presuntas agresiones de un religioso a varias niñas de seis años.
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Dos profesoras del Colegio Highlands El Encinar conocían los episodios de presunta agresión sexual del padre Marcelino a cinco niñas de seis años, todas ellas alumnas del centro. Según el atestado policial del caso, y el auto de libertad provisional emitido por la jueza, las niñas les contaron a dos maestras del colegio las situaciones que habían vivido en los últimos meses con el párroco.
Según el sumario, al que ha podido acceder Madrid Total, las niñas contaron a sus padres que las profesoras les dijeron "que no pasaba nada, que en sus zonas íntimas no las podían tocar y que no podían estar solas". Fue a mediados del pasado mes de febrero cuando las trabajadoras del colegio habrían recibido esa información de parte de las niñas. El escándalo saltaría tres semanas más tarde, hace siete días, cuando la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) acudió al colegio a detener al sacerdote. No estaba allí. Poco después lo localizaron en su casa.
La jueza ha decidido citar como testigos a ambas docentes, junto al director del Colegio Highlands El Encinar, para conocer el alcance de lo que sabían o no sobre lo que estaba ocurriendo con las menores.
"Dada la gravedad de los hechos apuntados y la corta edad de las menores", señala la magistrada Susana Trujillano, titular del Juzgado de Instrucción nº 7 de Madrid.
Debido al "estado embrionario de la instrucción es necesario la práctica de numerosas diligencias de instrucción con intervención de profesionales especializados". De la misma forma, la juez ya ha ordenado la declaración como testigos de estas dos profesoras, tras haber relatado una de las niñas que le contó lo sucedido a ambas.
La juez quiere corroborar lo que las menores detallaron a sus padres, que luego ha terminado formando parte del contenido de la denuncia. Por el momento, pese a que la fiscalía exigió la entrada en prisión del religioso, la jueza no considera necesaria esa medida cautelar al no constarle antecedentes penales.
Sí le ha impuesto la prohibición de comunicar con dichas menores por cualquier medio o procedimiento, la prohibición de realizar cualquier actividad que implique contacto regular y directo con menores de edad así como la prohibición de salida de territorio nacional, además de entregar su pasaporte.
El atestado de la UFAM, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, destaca que el religioso llevaba a las niñas "a sitios secretos" de este centro privado situado en el barrio de La Moraleja. El sacerdote de los Legionarios de Cristo aprovechaba los dos recreos, el de la mañana y el que tiene lugar a la hora de comer, para juntar a las niñas y conducirlas a un lugar apartado.
Uno de esos lugares a los que se las llevaba era uno de los baños del colegio. En la denuncia se detalla una ocasión en la que se llevó a cuatro menores, y allí les bajó el pantalón "un poco", les metió la mano por dentro de la ropa interior, llegando a tocarles en sus partes íntimas e introduciéndoles el dedo.
Tal y como figura en el atestado, una de ellas cuenta a sus padres "que ella no quiere que le haga eso", pero si las niñas intentaban marcharse, el sacerdote les chistaba y acto seguido les exigía que permanecieran junto a él: "¿Dónde vas? Ven aquí".
Los padres han aportado a la causa vídeos con los testimonios de sus hijas. En uno de ellos, recogido en el atestado, se señala que en una ocasión reciente, a lo largo del primer recreo (que tiene lugar a diario desde las 10:20 de la mañana hasta las 10:50), el padre Marcelino se llevó desde el patio de arriba al de abajo a varias compañeras. Cuando la menor se lo describe a sus padres les dice que ahí se da cuenta de que sus compañeras de clase estaban pasando por lo mismo que ella.
El atestado policial recoge la conversación de una de las niñas con sus padres: "El padre Marcelino a veces nos molesta". La víctima alerta de que el cura les dice que tienen que hacer "bromas", "que hicieran cosas malas sin contarlo, que eran secretos".
La investigación parte de la denuncia formulada por el padre de una de las menores a las diez y media de la mañana de un día del mes de marzo. El progenitor describe el cambio de carácter en la niña durante el actual curso, volviéndose más irascible, teniendo estallidos de ira, terrores nocturnos y miedo a la oscuridad. A partir de ahí, poco a poco le fue preguntando qué le ocurría, hasta terminar llegando a los hechos que pondría en conocimiento de la Policía.
La juez, "dada la gravedad de los hechos apuntados y la corta edad de las menores", ya ha encargado numerosas diligencias, con intervención de profesionales especializados. Entre ellas, la exploración de las menores con intervención de psicólogos de Instituto de Medicina Legal.
Secretario de Marcial Maciel
La detención del capellán se produjo durante la noche del pasado jueves 6 de marzo. Una pareja de la UFAM acudió al colegio preguntando por él. Al llegar al centro, comprobaron que ya se había marchado y fueron hasta su casa para efectuar el arresto.
En su domicilio le comunicaron su detención y le trasladaron a la Jefatura Superior de Policía de Madrid, donde se ubica la sede de la UFAM. Allí le interrogaron por el contenido de la denuncia que la familia de la menor había interpuesto contra él.
La situación es especialmente delicada, ya que Marcelino fue secretario personal de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y envuelto en escándalos de abusos sexuales reconocidos a al menos 60 menores. Según ha publicado EL ESPAÑOL en exclusiva, Marcelino fue apartado hace 10 años de otro centro Highlands en el que trabajaba por quejas de los padres que expresaron su descontento tras conocer su pasado y su vinculación con el pederasta.
La extrema cercanía de este religioso con el depredador sexual que fundó los Legionarios de Cristo es sobradamente conocida debido a multitud de publicaciones en los últimos años. De hecho, fue a él a quien Marcial Maciel reservó el encargo de que repartiese a su muerte su herencia entre los distintos hijos ilegítimos que tuvo a lo largo de su vida.