Se cumple un mes desde que la Guardia Civil encontrara el cadáver de Raquel B.L., de 54 años, en un zulo ubicado en su chalet de una urbanización de lujo en Villalbilla. Un suceso que todavía sigue rodeado de misterios que, poco a poco, se irán aclarando a medida que avance la investigación que tiene en marcha el Instituto Armado.
Los detalles de qué paso en aquel chalet de Villalbilla no se conocerán pronto, pues el caso está bajo secreto de sumario. Por otro lado, fuentes jurídicas informan a Madrid Total de que el marido de Raquel, llamado César, continúa en prisión provisional acusado de dos delitos que tendrán que probarse: homicidio e inducción al suicidio.
Las citadas fuentes apuntan a que la investigación que la Benemérita ha puesto en marcha será larga y compleja por el gran número de diligencias del caso. Los agentes tendrán que volver al lugar de los hechos, comprobar el zulo en el que apareció el cadáver de Raquel y sobre todo, analizar las últimas llamadas telefónicas que hizo la fallecida al 112 pidiendo ayuda. Dichas llamadas que se hicieron desde su casa.
Un suceso que, un mes después, los vecinos siguen definiendo como "extraño". Una palabra que también usaron para definir a César y a Raquel, que eran fieles devotos de los Hare Krishna y asistentes habituales de las reuniones de Brihuega, en Guadalajara, el enclave donde esta religión tiene su comunidad más grande. De hecho, César es un gurú de esta religión que se hacía llamar Ramaathis-Mam, y firmó ensayos como Diálogos con el tiempo, El lenguaje mágico de la vida o Revelaciones extraterrestres.
Aun así, todavía hay varios misterios en torno a la muerte de esta vendedora de seguros, de la que los vecinos afirman que "pedía ayuda con la mirada". Un caso que, todavía, no se puede definir con la palabra 'crimen', pues el cuerpo de Raquel no presentaba signos de violencia y César ha mantenido su inocencia desde que fue detenido por la Guardia Civil a principios de septiembre. Sin embargo, es un hecho que este líder de los Hare Krishna inventó una historia plagada de mentiras para tratar de ocultar el cadáver de Raquel.
El coche de Raquel
César denunció que Raquel había desaparecido el 31 de agosto. Contó a la Guardia Civil que se había marchado de Villalbilla con su coche a visitar a su madre a Grinón, municipio ubicado a unos 75 kilómetros al sur de Madrid.
Raquel nunca llegó a ver a su progenitora, pero ella se había esfumado. Y también su coche. Un elemento que fue clave para desmontar las mentiras que César había contado.
A finales de agosto, un Toyota azul oscuro apareció en la calle Mirto, ubicada muy cerca del chalet de Raquel y de César. Un vecino de la zona explica a Madrid Total que, en la zona, "todos se conocen" y, como no puede ser de otro modo, conocen "los vehículos de los vecinos".
"Hablé con los vecinos de la calle y les pregunté si tenían visita de familiares y amigos, porque un coche desconocido llevaba varios días aparcado en el mismo punto de la calle. Todos los vecinos compartimos nuestro asombro, puesto que no sabíamos de quién era ese coche ni de dónde había salido", narra este vecino.
Tras varios días, decidieron "hablar con la Guardia Civil" sobre el vehículo: "Comenzaron a hacernos muchas preguntas, sobre todo querían saber qué día había aparecido el coche en la calle y si habíamos visto a alguien conducirlo. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que ese coche estaba relacionado con algo extraño".
Este vecino explica que creen que César pudo aparcar, o esconder, el coche en la calle "el 30 de agosto", información que también compartieron con la Benemérita, cuyos agentes desvelaron que el vehículo estaba relacionado "con una investigación policial".
El Toyota de Raquel fue clave para comprobar que la historia que había trasladado César en la denuncia estaba llena de incongruencias y datos falsos.
Ese detalle permitió a los agentes del Instituto Armado agilizar los trámites para entrar en el chalé ubicado en el número 15 de la avenida Romero, donde encontraron el cuerpo de Raquel tumbada en la cama y con espuma en la boca. También había blísteres con pastillas a su lado.
"Pedía ayuda con la mirada"
A pesar de no conocer mucho a César y a Raquel, otro vecino de Villalbilla explicó a Madrid Total que la pareja "salía mucho a pasear": "Ella era mucho más agradable que él, que era bastante antipático, pero la mirada de ella era triste y huidiza".
"Él recogía flores, que según algunas personas podían ser tóxicas. Eran de los Hare Krishna, por lo que seguramente las recogía para ponerlas en algún altar", explicaron estas fuentes. Unas palabras que terminaron siendo ciertas, pues dentro del zulo en el que vivía Raquel había un altar con ofrendas.
Este residente narró que, desde que llegaron, estuvieron "aislados del resto de vecinos" y se comentaban sus "extrañas costumbres": "Cuando salían a pasear, él llevaba el rosario en la mano, le daba vueltas con el dedo y rezaba en voz alta. Desde la casa de al lado se les escuchaba dando golpes, con cuencos y con platillos, eran realmente devotos".
"Él estaba muy delgado y no tenía mucha fuerza, por eso pedía a veces ayuda a los vecinos para cortar los árboles. Al parecer, un día, ella les dijo a estos vecinos que estaba tan delgado porque no comía carne y que a ella tampoco se lo permitía", explicaron. "La Guardia Civil definió la habitación en la que vivía como un zulo. Al parecer, ella era muy aprensiva y no soportaba los ruidos a la hora de dormir, por eso dormía allí", comentó el vecino.
"Vimos a la Guardia Civil haciendo batidas a principios de septiembre por el campo por si Raquel aparecía. Fue el domingo 8 de septiembre cuando vimos un gran despliegue policial delante de la casa, hubo un momento en que la Guardia Civil cogió un coche y corrió calle arriba. Cuando bajaron, trajeron al marido esposado", recuerdan en la urbanización.
Raquel trabajaba en El Corte Inglés, en la sección de seguros: "Al parecer, cuando se produjo la desaparición, la Benemérita fue a hablar con sus compañeros de trabajo, que la definían como una buena persona, aunque tenía muy poca vida social".