Nada más entrar al bar de Raffaele 'el italiano', José resume de un plumazo la situación de la vieja UVA de Hortaleza: "Nos tienen muertos del asco... Es una vergüenza". A sus 56 años, este trabajador lleva una tienda de alimentación que heredó de su padre. Su caso es el mismo que el del propio Raffaele o el de Tirso. Aunque no viven en el núcleo antiguo de la barriada, están apegados a su historia. Una historia de casas prefabricadas, "abandono" y unos realojos que todavía no han terminado.
La Unidad Vecinal de Absorción de Hortaleza, conocida popularmente como la UVA, cumplió 60 años en 2023. Se levantó para resolver los graves problemas de vivienda y chabolismo de la década de los 60 debido al éxodo rural. Fueron, en un principio, 1.104 casas que se levantaron sobre un polígono orientado a la Sierra de Madrid. Debían ser hogares provisionales para no más de cinco o 10 años. Pero la realidad es que una parte importante de este vecindario sigue en pie.
Madrid Total acude a este arrabal el martes pasado el mediodía. Es Tirso Rodríguez, un jubilado que antiguamente arreglaba los televisores de los vecinos de la UVA, quien actúa de guía. "Es una pena, podía haber quedado precioso y está muy mal", señala. Cuenta que conoce la UVA desde sus orígenes. Su último negocio fue 'electrónica Tirso', en la calle Abizanda, donde vendía accesorios electrónicos y ofrecía servicio técnico.
Es difícil que la barriada pase desapercibida. Basta coger el coche y tomar la M-30, la M-11 y la Avenida de San Luis para plantarse en este grupo de hileras de poca altura y arquitectura singular.
La obra fue del prestigioso y polémico arquitecto Fernando Higueras, el mismo que plasmó su firma en proyectos como la Corona de Espinas, junto al Palacio de La Moncloa, o en las casas de algunas de las personalidades más importantes de la cultura española de la época. La UVA incluía guardería, un centro asistencial médico, las escuelas, una casa de baño, algunos comercios locales, la iglesia y la casa parroquial. El conjunto de viviendas sociales recibió hasta un premio en 1969.
Hoy, algunas de las personas consultadas en la barriada por este diario coinciden: la UVA pasa por su "peor" momento. La Comunidad de Madrid, a través de la Agencia de Vivienda Social (lo que antes se conocía como el IVIMA), es la responsable del realojo de los vecinos. También de mantener los hogares desalojados en condiciones de salubridad y seguridad. El Ayuntamiento, por su parte, se encarga de la limpieza y de la seguridad de la zona. Desde la Junta del Distrito desarrollan un plan integral para el barrio con inversiones dedicadas a la educación de menores y también a la población más mayor.
38 familias pendientes de realojo
Desde que se hizo cargo el IVIMA, se han demolido varios bloques de la UVA y se han realojado a muchos de sus habitantes en pisos protegidos de varias alturas construidos alrededor. Según detallan fuentes de la Consejería de Vivienda, todavía faltan por realojar 38 familias que viven en la almendra central, en la que se centra este artículo. Próximamente, se espera poder mover a 13 de ellas. Ya se ha hecho el sorteo y "en mayo estarán en sus nuevas viviendas" mientras que "siete más estarán realojados en el mes de junio".
Se las está realojando en otras viviendas de la UVA de Hortaleza que ya estaban construidas y que la Agencia tenía disponibles. A otras, en cambio, se las ha trasladado fuera de esta ubicación. Las mismas fuentes detallan que el Gobierno autonómico tiene pendiente edificar 272 pisos más que se dedicarán a población de toda la región.
El pasado 21 de marzo, la Junta de Distrito de Hortaleza aprobó una proposición del PSOE para instar al Gobierno regional o al organismo competente a realizar "de manera urgente" las "acciones oportunas para realojar a las últimas familias residentes en la UVA". La propuesta salió adelante porque votaron a favor los socialistas y Más Madrid con la abstención de Vox y PP.
Okupaciones, suciedad y casas de 45 m2
En el barrio viven ahora los descendientes de aquellos primeros vecinos del barrio y también "muchos" okupas. De hecho, por el puñado de calles que lo conforman, se encuentran varios pisos tapiados para que no sean ocupados. En un simple paseo por el entorno de la almendra central es fácil toparse con montones de enseres y muebles, hierbajos, amasijos de cables en algunos postes o excrementos de animales.
"Es penoso (...) Si no estuviera en Madrid, pienso que estoy en un país en guerra", lamenta Adrián, residente de uno de los pisos de la vieja UVA. Aunque Raffaele, el responsable del bar, no lo ve como un escenario bélico, sí que coincide en el asunto de la suciedad. Hace un tiempo -dice tras la barra del local- el "olor de la alcantarilla" se le "metió en los pulmones". Ni Raffaele ni José, el responsable de la tienda de autoservicio, residen en la Unidad Vecinal, pero ambos aseguran que están a la espera de que la Comunidad les dé sendos locales en una nueva ubicación.
Las hileras de la UVA son peculiares. Todas siguen el mismo patrón: 45 metros cuadrados, número variable de habitaciones y "techos bajos", recalca Tirso. Los bloques de la almendra central tienen dos alturas y están rodeados de una especie de terraza protegida por barrotes blancos. Lo mismo te encuentras fachadas con buen aspecto que con otros 'descansillos' con basura y enseres.
En una zona elevada de la UVA está la Iglesia de San Martín de Porres y su alta torre. Como apuntó en El Mundo el antropólogo y escritor Iñaki Domínguez, a muchos les "recuerda a la torre de vigilancia de una prisión, lo cual dota al lugar de cierto aire lúgubre". Dentro de la zona destaca una biblioteca pública y un centro de educación de personas adultas, que dependen del Ejecutivo regional.
Los años de la droga
Cuenta el escritor que, en los 70 y 80, estos edificios se convirtieron en uno de los principales puntos de venta de droga de Madrid. Los vecinos, como Tirso, veían a menudo a Antonio Flores. "Murieron muchos chavales", rememora el viejo técnico, que asegura que conocía a una familia que vio morir a tres de los cuatro hermanos. Domínguez, además, relata que en los 90 del "bakala malote", aquellos que aspiraban a ir de tipo duro decían que eran de la UVA de Hortaleza o de sus inmediaciones.
Hoy, los tiempos han cambiado. El barrio es tranquilo, sin aquellos graves problemas y la gente, como dice Raffaele, es "muy agradable". Aunque las conversaciones sobre los realojos y los nuevos pisos sociales son el pan de cada día.