El pasado jueves 18 de enero, la localidad de Morata de Tajuña amaneció consternada. La Policía Local halló sin vida los cuerpos de Amelia, Ángeles y Pepe Gutiérrez Ayuso en su propio domicilio. Era el punto de partida de un crimen que encerraba una rocambolesca historia.
Pocos días después del hallazgo de los cadáveres, Dilawar Hussain F.C. de pakistaní de 43 años, y apodado 'El Negro' se entregó en comisaria de forma voluntaria: "Yo los he matado", dijo.
Al parecer, el presunto asesino había prestado a los hermanos entre 25.000 y 30.000 euros, un dinero que ellos debían devolver con intereses, algo que nunca hicieron, puesto que la familia estaba arruinada. Llevaban más de 8 años siendo víctimas de una extraña estafa, tal y como explicaron numerosos vecinos y amigos a este periódico.
Pero Dilawar necesitaba el dinero. Tal y como publica Caso Abierto, canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica, el asesino contó a la Guardia Civil porque había matado a los hermanos: "Mi madre murió de hambre en Pakistán por su culpa".
Ahora, la investigación se centra en comprobar dicha afirmación. Tal y como publica el citado medio, Dilawar enviaba dinero todos los meses desde España para que su madre pudiera vivir en Pakistán. Al parecer, esta mujer vivía en condiciones miserables en su país y su hijo era el único que la podía ayudar.
Al parecer, Dilawar se enteró de que su madre había muerto cuando entró en prisión en febrero de 2023. Fue entonces cuando decidió "portarse muy bien", para salir de la cárcel y así vengarse de los hermanos que le habían quitado todo su dinero y, según el asesino, provocado la muerte de su madre a miles de kilómetros.
Una rocambolesca estafa
Amelia, una de las víctimas, conoció a través de Facebook a una persona que decía ser militar estadounidense destinado en Afganistán. El falso novio de Amelia se llamaba Edward e hizo creer a la mujer que otro militar se había enamorado de Ángeles. Ambas hermanas iniciaron una falsa relación a distancia con los supuestos militares.
Una vez mordido el anzuelo, les hicieron creer que el novio de Ángeles, capitán del ejército, había muerto, dejando detrás de sí una herencia de siete millones de euros que querían hacerle llegar a las hermanas a España.
Los estafadores las convencieron de que para hacerles llegar ese dinero debían pagar una serie de servicios, traslados y viajes. Así, llegaron a estafarles entre 300.000 y 400.000 euros.
Fruto de esta ruina, las hermanas empezaron a pedir dinero a sus conocidos y a contraer deudas. Pidieron hasta al cura del pueblo. Cuando estos no se lo daban, les dejaban de hablar. Se iban cerrando cada vez en su círculo y hacían caso omiso a las numerosas voces que les advertían de la estafa en la que estaban cayendo. Ellas, crédulas, seguían enviando más y más dinero a sus estafadores.
La estafa es la clave del crimen. El verano pasado, apareció en la vida de los hermanos Dilawar, 'El Negro'. Las víctimas le alquilaron una habitación de la vivienda de Morata de Tajuña a este hombre de origen pakistaní.
Durante varios meses, los hermanos compartieron techo con este personaje, al que también terminaron debiendo cerca de 60.000 euros que le pidieron para seguir alimentando la estafa, y con la promesa de que recibiría mucho más cuando cobraran esa falsa herencia que nunca llegaba. Tras un enfrentamiento, Dilawar agredió a Amelia dándole un martillazo en la cabeza.
Meses después, el 17 de diciembre, volvió a la casa de Morata y mató a los tres hermanos a golpes y les prendió fuego. Los cadáveres, parcialmente quemados, tardarían un mes en ser hallados.
El crimen tuvo lugar durante la Feria de la Palmerita, momento de mucho trasiego en el pueblo. Pasarían varias semanas hasta que los vecinos no empezaran a echar de menos a los hermanos.
El cuarto asesinato
Dilawar, por su parte, entró el 24 de enero en la prisión de Estremera a la espera de juicio por el triple crimen. Parecía que el interés mediático de la historia llegaba a su fin, cuando el caso dio un nuevo giro la madrugada del 15 de febrero.
Aquella noche, El Negro asesinó a golpes a su compañero de celda en la cárcel a golpes. El crimen tuvo lugar en torno a las 4 de la madrugada en el módulo 12 de la prisión. Tras matar a su compañero, Dilawar se duchó, cubrió el cuerpo y pulsó el botón de la megafonía para confesar el crimen. El asesino le destrozó la cabeza con una mancuerna de fabricación casera, precisaron fuentes de la Guardia Civil.
Las pesas que componían el arma homicida habían sido robadas días antes del gimnasio de la prisión, según corroboraron fuentes penitenciarias. La barra estaba hecha con un palo de escoba o algún objeto similar.
Dilawar contó que mató a su compañero de celda porque olía mal, según le oyeron decir varios presos que luego lo comentaron con funcionarios de la prisión. Su víctima era Angel A. V., un búlgaro de 40 años que estaba a la espera de juicio por un caso de violencia machista.