Desde lejos, pueden parecer una simple rama. De cerca, en cambio, son inconfundibles. Las orugas procesionarias deben su nombre a que caminan en fila india, a paso muy lento, como si de una procesión de Semana Santa se tratase. A las puertas de este periodo vacacional, con la llegada de la primavera, las procesionarias han tomado los parques madrileños.
La procesionaria anida en el pino silvestre, por eso también se la conoce como oruga el pino. En la Casa de Campo, el Pinar del Rey (Hortaleza), la Dehesa de la Villa (Moncloa-Aravaca) o el Pinar de San José (Carabanchel) campan a sus anchas en esta época del año.
El cambio climático, y su consiguiente subida de temperaturas, ha adelantado la presencia de esta especie. Esta oruga es similar a las demás orugas que conocemos, sin embargo, es tremendamente peligrosa para niños y animales domésticos.
Mortal para perros
Las hileras de orugas llaman fácilmente la atención de los perros, que olisquean a su paso sus pelillos urticantes y la sustancia tóxica que desprenden. Esta toxina es muy peligrosa para los canes, especialmente si son cachorros.
Provoca alergias graves e incluso necrosis de las mucosas que han tenido contacto con ella. Si el perro se traga una de estas orugas, puede provocarle asfixia por la inflamación de las mucosas, pudiendo llegar a matarlo en pocos minutos.
Asimismo, la procesionaria es peligrosa para los humanos. Sus toxinas provocan reacciones alérgicas que suponen un riesgo para la salud: la piel se irrita en forma de sarpullido, puede aparecer en brazos, piernas, cuello o torso. Los síntomas pueden durar varias semanas. Otros peligros para los humanos son conjuntivitis y problemas respiratorios.
Al veterinario
La oruga es originaria del centro y sur de Europa. Es un invertebrado de la familia de los lepidópteros defoliadores y es de lo más común en la zona del Mediterráneo. Los meses en los que se puede apreciar más su presencia es durante la primavera; sin embargo, debido al cambio climático, estas orugas también se pueden ver durante los meses de otoño.
Se trata de una especie invasora que podemos ver en todos los jardines, parques y bosques en los que haya pinos. Descienden de los nidos que hacen en los pinos formando sus famosas hileras, que pueden llegar a medir varios metros.
En caso de entrar en contacto con una de estas orugas, deberemos actuar rápidamente para minimizar los efectos nocivos. Lo primero que debemos hacer si aún la tenemos en la piel es retirarla. Para ello, deberemos usar guantes o pinzas para evitar que otra parte de tu cuerpo entre en contacto con ella. Luego, es importante retirar todos los pelitos que hayan podido quedar en nuestra piel.
Lo mejor, en este caso, es utilizar un trozo de tira adhesiva. Si la colocamos encima de los pelitos y la retiramos, veremos que estos se quedan pegados en ella. Este proceso se debe repetir tantas veces como sea necesario hasta que veamos que hemos retirado todos los pelitos.
Una vez hemos acabado con los pelitos es necesario que limpiemos la zona con agua y jabón. Debemos hacerlo con mucho cuidado y evitar irritar mucho la zona. También es aconsejable que nos cambiemos de ropa y la pongamos a lavar.
Si la zona que ha entrado en contacto con la oruga nos escuece mucho o la vemos muy enrojecida, nos pica o está hinchada, es aconsejable tomar un antihistamínico oral y, en caso necesario, podemos hacer uso también de corticoides.
En el caso de los animales, deberemos limpiar muy bien la zona sin rozarla demasiado y aplicar corticoides orales para minimizar los efectos de la urticaria. Es importante no frotar la zona afectada para no esparcir la toxina de los pelos urticantes. En caso de exposición grave, es importante acudir cuanto antes al veterinario.