Ocurrió el pasado lunes. El alcalde de Arganda del Rey, Guillermo Hita, y los representantes de una familia, los Narvaiza, están sentados alrededor de una mesa. Firman y firman. Todo ello ante un notario. Los Narvaiza, históricos terratenientes de la zona, acaban de ceder de forma gratuita al Ayuntamiento las ruinas de la Ermita de Valtierra. La construcción, según el Consistorio, "es mucho más que un templo en ruinas" porque "simboliza el origen de Arganda". "De esta forma vuelve a ser, después de más de 200 años, patrimonio municipal", celebra.
Para entender el júbilo del Gobierno municipal por un pequeño templo en ruinas hay que remontarse a la Edad Media. La Ermita se levantó en el siglo XIII en la aldea de Valtierra, en lo que hoy es el sureste de la Comunidad de Madrid. Este paraje quedó despoblado en el siglo XIV. El motivo sigue siendo un misterio. Cuenta la leyenda que los aldeanos huyeron por culpa de una plaga de hormigas y termitas y fundaron Arganda del Rey y la vecina Campo del Real.
La leyenda es solo eso, una leyenda. No está documentada. Pero lo que sí que es cierto es que los aldeanos de Valtierra huyeron en esas fechas y crearon los nuevos municipios, hace unos 700 años. La Ermita se construyó como un edificio religioso, destinado al culto mariano. Se levantó con una planta rectangular y una sola nave. Para sus muros se empleó piedra y ladrillo. Hoy es uno de los pocos ejemplos de arquitectura mudéjar del foco toledano que se conservan en la región.
Pese a que la Dehesa de Valtierra quedó despoblada, la ermita se siguió utilizando como lugar de culto. Cada 14 de agosto, los argandeños celebraban su festividad paseando en procesión a la Virgen de la Humanidad que presidía el altar de la ermita. La exhibían hasta la parroquia de San Juan Bautista, en Arganda. Y los vecinos la recibían con decoraciones en los balcones de sus casas.
Durante la Guerra de la Independencia y tras el paso de las tropas francesas, un vecino de Arganda sacó de la ermita la talla de la Virgen y la escondió para que no fuera destrozada, según la documentación del Archivo histórico de Arganda del Rey. En 1814, la ermita se cerró al culto. Fue entonces cuando se desmontó la techumbre de madera que cubría la nave. La talla de la Virgen pasó las siguientes décadas en otra capilla. Más adelante, se encargó la reustaración de la obra a un conocido escultor de Madrid. Pero durante la Guerra Civil, la escultura desapareció.
La llegada de los Narvaiza
Hasta mediados del siglo XIX, Valtierra perteneció a los Marqueses de Legarda, señores de Valtierra y de Ambite. Eran dueños de una finca enorme hasta que los Narvaiza se cruzaron por el camino y la compraron en una subasta.
Los nuevos terratenientes de Valtierra la adquirieron para explotarla con fines ganaderos y agrícolas. Desde entonces, generación tras generación, han conservado la dehesa "integra", explican fuentes municipales. La explotaron, la cuidaron y nunca especularon con ella. Hasta hace pocas décadas, era una tradición en Arganda merendar en Valtierra uno de los días siguientes a la Semana Santa.
Deterioro de la Ermita
Pese a que la Dehesa se mantiene en buen estado, la Ermita de Valtierra está deteriorada. Solo conserva los dos muros longitudinales, un pequeño tramo a los pies, la portada que se abre en el muro norte y un par de vanos. "La ermita no se ha tocado en los últimos siglos. Está tal como se quedó... No ha habido vandalización. Es el deterioro del paso del tiempo...", aseguran desde el Ayuntamiento. En una de las fotografías difundidas, sin embargo, se aprecia una pintada en la fachada norte de las ruinas.
Las ruinas del templo de Valtierra están incluidas en el Catálogo Geográfico de Bienes Inmuebles del Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, indican desde el Consistorio. La Ley de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid obliga a los propietarios a conservar y difundir los Bienes de Interés Cultural.
Para garantizar la conservación de la ermita, el Ayuntamiento de Arganda contactó con los Narvaiza. Desde entonces, siempre ha habido predisposición por parte de los empresarios, que son conscientes de que es un bien cultural singular y emblemático para la ciudad. Esta buena sintonía se plasmó el pasado lunes con la firma de la cesión desinteresada de los terrenos donde está ubicada la ermita. El resto de la Dehesa, que cuenta con una extensión de 398 hectáreas, seguirá en manos de la familia.
Los Narvaiza hoy
Los Narvaiza siempre han mantenido una relación estrecha con Arganda del Rey, pero vivían en Madrid. No tenían casa en el municipio. Lo visitaban durante las fiestas y vendían allí la leche de sus cabras. Su apellido está detrás de la microempresa Construcciones Eterno, con sede en Madrid y constituida en marzo de 1983. Según la plataforma de datos registrales eInforma, la compañía está catalogada como agencia inmobiliaria o administradora de fincas.
Como accionistas de la compañía aparecen María José Narvaiza García y Francisco Narvaiza García. Otros nombres vinculados a la empresa familiar son los de Miguel Siloniz Narvaiza y Kay Lewis Joni (administradores solidarios) o el de Francisco Narvaiza Lewis (uno de los apoderados).
Su gesto devuelve al municipio un monumento crucial para entender el origen de los argandeños. Ahora, cualquier intervención sobre las viejas ruinas la debe supervisar la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid.