La boca del Metro de Estrecho hace fiel honor a su nombre. El espacio que ocupa en la acera de Bravo Murillo es tal que los peatones se ven abocados a un cuello de botella para pasar. Lo mismo pasa en Valdeacederas, en Alvarado o en la esquina con la calle Marqués de Viana.
Podría parecer anecdótico, baladí, otra pequeña deficiencia más en el mapa en la capital, de no ser por un factor importante. Como diría Yolanda Díaz, le voy a dar un dato, querido lector: Bravo Murillo es la segunda calle más transitada por peatones de España, según un reciente estudio de la empresa TC Group Solutions. Por encima de la calle Pelai de Barcelona, de Fuencarral y de la mismísima Preciados. Solo le supera la Gran Vía de Madrid.
"Su espacio peatonal es ridículo teniendo en cuenta el peso comercial y de tránsito que tiene. Esto es solo una de las caras de la moneda", explica la asociación de vecinos de Tetuán en declaraciones a Madrid Total. "La otra es: ¿si el espacio no lo ocupan los peatones, quién lo ocupa? Los coches son los grandes protagonistas. Bravo Murillo es una autovía urbana totalmente impropia del siglo XXI. No se trata de una vía de tránsito de vecinos, sino de una carretera de entrada desde los municipios del norte de Madrid a otros puntos de la ciudad".
Pongámonos en situación. Un vehículo entra a Madrid desde Alcobendas, San Sebastián de los Reyes, Colmenar Viejo, Tres Cantos, San Agustín de Guadalix o cualquiera de las miles de paradas que vertebran la A-1 y la M-607. Al llegar a Plaza Castilla tendrá tres grandes rutas para elegir: el Paseo de la Castellana, la Avenida de Asturias y Bravo Murillo, la más rápida hasta el centro. Si opta por la tercera vía, la que nos ocupa, podrá llegar a San Bernardo en cuestión de minutos, dependiendo, claro está, de lo tontorrones que estén los semáforos ese día.
En 13 minutos habrá ido desde la puerta norte de nuestra villa hasta la frontera de Madrid Central. Entre medias, ha pasado sin reparo por los ceviches de La Perla del Pacífico, por la majestuosidad de Lámparas Moreno, por los pollos al carbón de El Mejor, por la joyería que atracó —con asesinato incluido— El Lute en 1965 o por el Mercado de las Maravillas, el gran tesoro gastronómico de Tetuán, donde cualquier paladar afilado pierde los papeles.
También habrá dejado atrás muchos whoppers y big macs, boles de ramen y pollos fritos al estilo Kentucky que, sin ser parte del patrimonio popular de los madrileños, salvan de un apuro matando el hambre por dos duros.
También habrá pasado por la aberrante fachada del Factory Colchón: una tienda verde fluorescente en un edificio protegido de estilo modernista construido en 1925. Pero la junta de Distrito de Tetuán se ha congraciado con el ojo humano y el pasado jueves ordenó su retiro, gracias a las denuncias de la asociación Patrimonio de Tetuán. Ese mismo día, un operario empezaba a pintar la fachada de gris claro.
Eso es Bravo Murillo, esas son sus dos caras. La cara amable la tienen los conductores de esta "autopista urbana" directa hacia los bares chulos de Malasaña y el Primark de la Gran Vía. La otra cara es más ruidosa, más sucia, menos transitable y, en definitiva, menos amable para los vecinos de Tetuán, atrapados en una constante capa gris de humos tóxicos.
No hay vaca gorda que no pese y ahí está el medidor de contaminación de Cuatro Caminos para demostrarlo: esta glorieta, la frontera sur de Tetuán, es la segunda zona más contaminada de la capital, solo superada por Plaza Elíptica.
"Es una zona densamente poblada, una calle que es el eje que debería estructurar el distrito y lo que hace es dividirlo. Tenemos permanentemente ruido, día y noche. No se puede dormir con las ventanas abiertas, porque es permanente el paso de motos y coches. tenemos humos, tenemos contaminación y problemas derivados de salud, y tenemos aislamiento de zonas del barrio", prosigue el portavoz de la asociación vecinal.
"Cuando hemos expuesto esto al Ayuntamiento de Madrid, que ya hubo un grupo municipal [Más Madrid] que ya llevó al pleno, se rechazó. Las asociaciones vecinales preguntamos a la corporación por qué había rechazado el proyecto. La respuesta fue que tenía 'problemas técnicos'. Su alternativa es cero".
"No queremos quitar los coches de Bravo Murillo, no. Queremos calmar la velocidad. La manera de hacerlo es reduciendo el número de carriles y eso, a su vez, va a servir para dotarnos de un espacio público del que carecemos. Hay muchas soluciones posibles, pero la Gran Vía podría ser una referencia en este sentido, que es precisamente la más transitada de España".
Sin embargo, la gran actuación del mandato de José Luis Martínez-Almeida en Tetuán se la ha llevado otra vía. "Hay inversiones para mejorar el espacio público de Tetuán, pero se han ido a los bulevares de General Perón. ¡Es precisamente la única zona en la que había bulevares y arbolado denso, poblado y maduro! Lo que hacen es remodelar una zona que ya era en sí privilegiada. Pues claro, se produce un agravio comparativo con Bravo Murillo".
La calle General Perón desemboca de pleno en el estadio Santiago Bernabéu, hogar merengue. Desde hace dos años está inmerso en una faraónica obra que ha trastocado el tráfico peatonal y motorizado de numerosas calles circundantes como Concha Espina, Rafael Salgado o Padre Damián.
El Ayuntamiento de Madrid ha abordado las obras de General Perón antes de que la gesta de Florentino Pérez haya concluido. Conclusión: si Bravo Murillo es el paraíso de los coches, General Perón y el Bernabéu son su nuevo infierno.
Mientras tanto, unos metros al oeste del distrito, "no hay accesibilidad universal en las estaciones de Alvarado, Estrecho, Tetuán y Valdeacederas, ¡porque no hay espacio físico para poner ascensores! Muchas veces nos tenemos que poner de lado para que pase un carrito por el espacio de acera que dejan las bocas de Metro. Y no hablemos ya de las calles secundarias".
Pero este “agravio comparativo” que hacen los vecinos se hace todavía más evidente si se tiene en cuenta la barrera social que suponen determinadas calles de Tetuán. Hay quien ha hablado de Bravo Murillo como una muralla entre barrios pudientes y barrios populares. El doctor en Sociología José Ariza de la Cruz lo explica en este hilo de Twitter:
Echando un ojo a los datos del INE, la verdadera barrera social de Tetuán no es tanto Bravo Murillo, sino su vecina Infanta Mercedes. La renta mediana de 2018 al oeste de la calle Infanta Mercedes ronda los 18.000 euros anuales por persona, y superando raramente los 20.000. Al este, las cifras se disparan a los 25.000, 30.000 o incluso 35.000, según el sector estudiado. En otras palabras: los vecinos de una acera son bastante más ricos que la de enfrente.
Si al oeste de Infanta Mercedes el mapa de la renta se vuelve amarillento, al oeste de Bravo Murillo llega a estar naranja. Los barrios de Bellas Vistas, Berruguete, Valdeacederas y la Ventilla son una mancha oscura en el mapa de las rentas de la capital, rodeados de barrios más pudientes. La calle Bravo Murillo es su eje vertebrador, o su muralla, según a quién se le pregunte.
El debate está servido
¿Pero qué opinan los comerciantes, los grandes beneficiados de una posible ampliación de aceras, de esta idea? "Me parecería fantástico, porque con el tránsito de peatones que hay se espaciaría mucho más y a los comercios nos vendría muy bien", asegura David, dueño de la tienda Universo Maskota. "Veo que es una calle muy sucia para la cantidad de gente que pasa por aquí. Creo que es una zona que, para la importancia que tiene, está un poco dejada".
En términos similares se expresa José Luis, de Calzados Javi. "Me parecería bien, porque hay mucho tránsito de gente, siempre y cuando el tráfico esté controlado, porque si no podría haber muchos atascos".
Y, como en toda cuestión social que se precie, hay quien difiere. Es el caso de Andrés Moreno, copropietario de la tienda de lámparas que lleva su apellido, que lleva la friolera de 59 años en Bravo Murillo. Dos generaciones —camino de la tercera— dedicadas a iluminar casas con el estilo más clásico.
—Creo que sería contraproducente, porque las aceras ya son suficientemente amplias en Bravo Murillo y, comercialmente, el tránsito de coches es favorable para nuestro gremio.
—Bueno, claro. Hace falta un coche para llevarse una lámpara grande.
—Claro, y aunque sea para verlas. Y para otros comercios también. Hoy por hoy, de momento, el coche sigue siendo necesario.
El presidente de la Asociación de Vecinos de Tetuán, Antonio Granero, ha recorrido con este reportero Bravo Murillo desde Cuatro Caminos hasta la Plaza de Castilla en una —no tan— fría mañana de invierno. Bajo su lupa, con la calma que le caracteriza, las carencias de esta calle salen a flote. El reportaje fotográfico da fe de ello.
La coda de este paseo es una pregunta obligada:
—¿Qué esperanzas tenéis de que finalmente se amplíen las aceras de Bravo Murillo y se reduzca el tránsito de coches?
—Nosotros tenemos esperanza de que haya un cambio en la movilidad de la calle Bravo Murillo, porque así va en la dirección de todas las reformas que se hacen en las ciudades para dar más espacio al peatón y menos al tráfico rodado. Yo creo que a la larga se va a conseguir y esperemos que en las próximas elecciones los partidos también se pronuncien sobre qué quieren hacer con esta calle.