Contemplar obras de arte es un plan que nunca falla cuando no sabes qué hacer. Sobre todo en esta época del año en la que estar en la calle no es muy apetecible debido al frío propio del invierno. El arte puede encontrarse en multitud de espacios, aunque los museos y galerías suelen ser los más populares y visitados para ello.
Pero en ciudades como Madrid, es fácil encontrar cualquier rincón en el que el arte sea el protagonista. Desde una estatua en la calle, a la fachada de un edificio, pasando por una fuente. Hoy nos centramos en otro de los elementos que suelen contar con una carga artística muy alta. Se trata de los templos religiosos e iglesias que, además, son muy numerosas en la comunidad.
En ellas podemos encontrar bellas fachadas, con columnas y estatuas, cúpulas, bustos de santos, cuadros, y mucho más. Según la época a la que pertenezcan y los artistas que han contribuido a su construcción, se dará un estilo artístico predominante u otro.
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La protagonista de hoy es una de las joyas barrocas de Madrid, que seguro que muchos desconocen pese a haber pasado frente a sus puertas en numerosas ocasiones. Su exterior y fachada no destacan especialmente, pero esto confronta con un interior que quita el habla a muchos de los que se interesan por visitarla.
Se trata de la iglesia de San Antonio de los Alemanes, ubicada en pleno centro de la ciudad, a espaldas de la Gran Vía, concretamente en la calle de la Puebla, número 22. Hay quien la considera la iglesia más bonita de Madrid, e incluso se ha extendido una forma de llamarla que habla por sí sola: “la Capilla Sixtina de Madrid”.
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Y ¿por qué ese apodo? La explicación se debe al interior del templo, como hemos adelantado. En ella encontramos todas las paredes, techo, columnas y cúpula con una composición de pinturas que no deja un hueco en blanco. El símil con la obra de la Ciudad de Vaticano se da porque estas obras pictóricas son frescos que, literalmente, ocupan toda la superficie visible de la iglesia, exceptuando el suelo y el mobiliario que contiene.
El color, la ostentosidad y la impresión de movimiento que logra, son algunos de los elementos que caracterizan el interior del edificio. Como hemos explicado, los frescos protagonizan casi todo el espacio, y le acompañan la arquitectura y las esculturas de los retablos, entre los que predomina el color dorado.
Este templo se construyó entre el año 1624 y el 1633, mientras reinaba Felipe III. Se fundó bajo el nombre de iglesia de San Antonio de los Portugueses, pero cuando la corona de España y de Portugal se separaron, la mujer de Felipe IV, la reina Mariana de Austria, decidió ceder el espacio a la comunidad alemana, sustituyendo a la anterior portuguesa. Por ello, terminó con el nombre que hoy conserva, iglesia de San Antonio de los Alemanes. Lo que no cambió a lo largo de los años es su dedicación a San Antonio de Padua.
Para visitar uno de los edificios barrocos más importantes de Madrid solo tendrás que dirigirte a la dirección que indicamos anteriormente, cuyos metros más cercanos son Callao, Gran Vía, Noviciado o Tribunal, y pagar la entrada de la visita cuyo precio es de 2,5 euros, o de 6 euros si también deseas ver la sacristía, la cripta y el museo de la Hermandad del Refugio, la cual regenta actualmente el centro y ofrece culto.