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La Antigua Pastelería del Pozo junto a la Puerta del Sol es la pastelería más antigua de Madrid. La familia Agudo abrió sus puertas en 1830 en el número 8 de la calle del Pozo, adoptando el nombre de la calle para su negocio.

Por tratarse de un lugar emblemático de Madrid, la Guía Repsol le ha entregado este lunes 11 de noviembre uno de sus Soletes con Solera en su décima edición.

El obrador centenario es muy conocido por sus palmeras de chocolate y roscones de reyes (sin fruta escarchada), elaborados de forma artesanal con las recetas de antaño. Además, aseguran desde la pastelería, están especializados en hojaldres, famosos en la ciudad, y "todo es cien por cien artesanal".

La pastelería ha sido objeto de varias reformas, pero conserva el mobiliario original, con un mostrador de mármol y madera, máquina registradora antigua y una balanza clásica de dos platos y lámparas de gas, manteniendo el ambiente de los antiguos talleres de repostería. La pastelería sigue elaborando sus productos de manera artesanal, destacando especialmente su hojaldre, que es famoso en la ciudad.

La historia de la pastelería y su nombre, Pozo, se remonta a la calle en la que está ubicada, cuando en la Guerra de Sucesión Española, unos soldados sustrajeron del antiguo Convento de Nuestra Señora de las Victorias, situado en la Puerta del Sol, varias reliquias valiosas, entre ellas dos espinas de la Corona de Cristo.

Al no interesarles, arrojaron las espinas a un pozo cercano. Tiempo después, sus aguas empezaron a ser milagrosas. Por otro lado, según los registros municipales, el establecimiento ya funcionaba como tahona desde 1810, antes incluso de que se construyera el edificio actual. En 1930, la pastelería cambió de dueños, quedando en manos de la familia Leal.

Julián Leal y su esposa Luisa Antón, conocidos y estimados en el vecindario, atendieron la pastelería durante años. Ahora, sus sucesores siguen regentando el negocio hoy.  

El obrador cuenta con cientos de anécdotas e historias en las que aparecen célebres personajes, que eran sus fieles clientes. Por ejemplo, en tiempos de caza, Jacinto Benavente, amigo cercano de la familia, visitaba regularmente para disfrutar los platos que Luisa cocinaba.

Por otro lado, en aquellos años de guerra, mientras los bombardeos azotaban la ciudad, Julián montaba guardia en el local, cuidando de su familia y los clientes, quienes se refugiaban en una cueva bajo el horno. Aunque no hubo daños directos al local, una bomba explotó en una calle vecina.

A lo largo del tiempo, esta pastelería cercana a la Puerta del Sol ha recibido la visita de figuras ilustres como Pío Baroja, Gregorio Marañón y Jiménez Díaz, quienes solían discutir sobre el momento ideal para disfrutar de los dulces: antes, durante o después de la comida.

También otros famosos ha declarado y dejado su dedicatoria al personal, en las que queda por escrito que la Antigua Pastelería del Pozo es la favorita de conocidas caras como Cruz y Raya, Rappel, Arévalo y Pedro Zerolo.

Actualmente, es la tercera generación de la familia Leal quien se encarga del negocio y suma desde este lunes a su larga lista de galardones y años de experiencia, un Solete con Solera Repsol.