Durante siglos, en Daganzo de Arriba, un pueblo de unos diez mil habitantes al este de la Comunidad de Madrid, era raro el vecino que no tenía un pequeño huerto con garbanzos y otras legumbres para el autoconsumo.
De ahí surgió una especie de garbanzo con nombre propio y prácticamente con un cien por cien de raíces madrileñas, según demostró el Instituto Madrileño de Desarrollo Agrario en uno de sus estudios. Se llaman garbanzos de Daganzo y a principios de este siglo estuvieron a punto de extinguirse porque desde hace años apenas se cultivaban.
Fue en 2004, cuando los garbanzos estuvieron a punto de desaparecer, cuando Alberto Godín Fernández, decidió dejar su trabajo en otro sector, para no dejar morir la empresa familiar y empezar a ser la tercera generación dedicada a cultivarlos.
De esta manera, el agricultor, junto a su hermano José, es de los pocos de Daganzo que cuentan con hectáreas de terreno donde seguir sembrando este garbanzo tan madrileño. Después de haberlos preservado durante más de veinte años, acaban de ser reconocidos por los Premios de Gastronomía de la Comunidad de Madrid de la Academia Madrileña de Gastronomía.
Los cocineros han galardonado el garbanzo de Daganzo por ser un producto de Madrid muy valorado y de calidad. "Estoy más a gusto en el campo, pero es un honor este premio", cuenta a Madrid Total Alberto Godín Fernández, gerente de Garbanzos de Daganzos Godín Fernández.
[Un japo, los garbanzos de Daganzo y el buñuelo de bacalao, los Premios de Gastronomía Madrileña]
En su explotación de 427 hectáreas, dedican 40 a la siembra del garbanzo, de donde obtienen unas 30 toneladas anuales. El resto es cultivo de cereal y lentejas.
"Decidimos apostar por algo distinto y cambiamos la forma de producir. En vez de dejar descansar la tierra, vamos rotando cultivos", cuenta Godín.
Además, añade que las leguminosas que siembran están bien valoradas por fijar nitrógeno de la atmósfera en sus raíces. De esta manera enriquece el suelo, mejoran su fertilidad y estructura.
Una vez recolectada su pequeña producción, ejercen venta directa al consumidor, ofreciendo así un trato cercano con los vecinos de Daganzo y municipios colindantes como Alcalá de Henares y Torrejón de Ardoz. "La gente me llama y quedamos en el punto de venta".
Los garbanzos de Daganzo están a 2 euros el kilo. "Es el precio justo para mí", informa el pequeño productor.
¿Cuál es su valor añadido? Tiene mucho más sabor y se digiere mejor que otros garbanzos al no tener apenas piel.
"Hay una anécdota muy representativa de una clienta. Una madre y su hija fueron al supermercado a comprar, y cuando la madre fue a coger un paquete de garbanzos, la niña, de unos 9 años, obligó a la madre a dejar el paquete. '¡No cojas esos, yo quiero de Daganzo!', le decía, porque prefería el sabor de estos", cuenta el agricultor.
La producción principal de la empresa Godín Fernández es el cereal. "Es lo que mantiene a la explotación. Mantenemos los garbanzos y las lentejas por el romanticismo", declara.
Alberto no contempla ampliar la producción ni busca más beneficios. Su finalidad es seguir siendo un pequeño agricultor para continuar con un producto ecológico y prestando un servicio cercano al cliente, a pesar de las dificultades que esto conlleva.