Como decía su nombre, El Refugio de Oria, era el cobijo de todos los amantes de la comida de puchero acompañada de unas espectaculares vistas a la Sierra de Guadarrama. Su terraza, decorada con La Maliciosa de fondo, uno de los picos más altos de esta montaña, era el lugar más demandado donde sentarse a comer un cocido montañés o madrileño, unos huevos rotos, unas albóndigas o unas croquetas.
A finales de junio, la Guía Repsol dio la lista de sus Soletes de Verano, en la que se encontraba este restaurante de El Boalo, que justo había cerrado inesperadamente a principios de este mes. El local familiar, que ha estado 9 años regentado por el matrimonio de origen cántabro formado por Isabel Michel, en cocina, y Manuel Oria, en sala, se ha visto obligado a apagar los fogones definitivamente.
Después de haber pasado años en los que "si no reservabas no conseguías mesa para comer un fin de semana" por la fama que había conseguido su comida casera y justo haber sido distinguido con tal galardón, los resultados del trabajo de casi una década apenas lo han podido saborear.
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Una enfermedad que ha resultado ser casi mortal para uno de los dueños de El Refugio de Oria ha sido el detonante para que los sueños de este restaurante familiar no hayan podido seguir creciendo. Manuel Oria cuenta con pena a Madrid Total que en enero fue sometido a una operación de vida o muerte por sufrir una cardiopatía que se vio agravada por una infección renal.
Desde entonces, su mujer, la chef Michel, ha intentado llevar el local sola junto con otros empleados, pero sin Oria no ha sido posible. "Mi esposa tiene una pena muy grande, pero somos honestos y no queremos perder calidad y nuestro último mes de servicio fue en mayo", explica el jefe de sala.
"Sabor a montaña"
"Comida con sabor a montaña" era lo primero que percibía el comensal que probaba las comidas de corte tradicional del restaurante. Sus propietarios no han olvidado sus raíces y por ello estaban especializados en cocina cántabra.
Albóndigas, carrillada, croquetas, entrecot y huevos rotos, eran los platos estrella de El Refugio de Oria; aunque su especialidad, sin dudarlo, era el cocido montañés y madrileño. "Nos conocía todo Madrid por el cocido y la carne era muy buena, la traíamos de Reinosa, Cantabria", recuerda con nostalgia Oria.
A pesar de haber empezado de cero hace casi 10 años, la clave del éxito de este local, según sus propietarios, ha sido la de "cocinar como si fuera para los de casa con buenas materias primas y mucho cariño". De esta manera, su comida se podría definir artesana, ya que tanto Oria como Michel preparaban uno a uno los platos para cada fin de semana servir hasta a 150 comensales por servicio, 50 dentro del restaurante y 100 en su amplia terraza.
Además, era un restaurante 'de toda la vida' a un precio económico. "El cocido para dos en un puchero al centro costaba 18 euros y regalábamos con él una botella de Rioja. Comías estupendamente y la bebida estaba garantizada", informan desde el local.
Tanto Oria como Michel han recibido el Solete Repsol como un gratificante premio a todos estos años de esfuerzo. "Nos da pena haber llegado hasta aquí y tener que dejarlo", dice el matrimonio.
Aunque la enfermedad ha sido el motivo, a ambos les queda poco para la edad de jubilación. Aun así, dejan El Refugio de Oria con la "satisfacción de que lo hemos hecho bien con nuestra tradición culinaria más casera".