El Palacio de los duques de Osuna, también conocido como Palacio de Farinelli, es un edificio con siglos de historia en el que vivió el famoso castrato italiano que le da nombre. Un edificio de estilo neoclásico ubicado en Aranjuez, construido en 1750 por el arquitecto Santiago Bonavía y ampliado años después por Juan de Villanueva, que se trata de un excelente ejemplo de la arquitectura barroca de la época. Pero hay más.
Se trata de un lugar declarado Bien de Interés Cultural en 1983 y que también forma parte de la Lista Roja del Patrimonio. Un edificio que, irónicamente, hoy se encuentra en la ruina.
Al tratarse de un inmueble tan antiguo y singular, su historia es fascinante. Tal y como explica Miguel Lasso en el tomo 58 de los anales del Instituto de Estudios Madrileños, Fernando VI encarga la construcción de este palacio a Santiago Bonavía, que termina su borrador el 27 de enero de 1750.
Este edificio estaba destinado a ser la residencia exclusiva de Carlos Broschi Farinelli, uno de los cantantes preferidos del Rey, que había llegado a España en 1737. Las obras del inmueble terminaron el 8 de marzo de 1751, momento en el que Farinelli entró a vivir en el palacio. Durante los años que el cantante residió aquí, organizaba reuniones a las que acudían nobles, políticos e intelectuales de la época.
Cuando muere Fernando VI en 1759, el castrato cae en desgracia y es desterrado por Carlos III a volver a Italia. En este momento, el edificio pasa a ser propiedad de la Corona, que la utiliza como residencia por 20 años.
Es en 1787 cuando lo compran los duques de Osuna, que encargan una ampliación a Juan de Villanueva, cuya misión era, en palabras de Magdalena Merlos, responsable de área de Patrimonio Histórico de Aranjuez, "rehabilitar la armoniosa fachada y unificar en el exterior los dos ámbitos preexistentes del edificio: el palacio con patio de planta curva y la zona de caballerizas". El resultado, un espectacular inmueble en el corazón de Aranjuez de dos plantas de estilo barroco con 2.752,54 m² que incluía amplios salones de baile y grandes estancias privadas para los duques.
Sin embargo, los miembros de la aristocracia, no se caracterizaban por vivir de manera austera. Por eso, a lo largo del siglo XIX el Ducado de Osuna fue perdiendo su posición económica y es en 1876 cuando Mariano Téllez-Girón, duque de Osuna, pide la primera hipoteca de este palacio, para obtener 1.550.000 pesetas. Pero la situación no mejoró para el ducado, y en abril de 1880, el duque de Osuna solicita una nueva hipoteca por 1.650.000 pesetas a devolver en cinco años, un dinero que jamás fue retornado.
Por eso, el 20 de marzo de 1899 este palacio sale a subasta. Lo compró Cecilio López Arias, vecino de Aranjuez, por la cantidad de 30.105 pesetas. Pero López Arias falleció en 1940 y nombró en su testamento como herederos universales a sus 10 hijos: en sus manos caía un Palacio que era la sombra de lo que fue y se encontraba en muy mal estado por culpa del paso del tiempo y el abandono. Es este el momento en el que se produce la división de esta propiedad con siglos de historia, que dio lugar a la situación actual del inmueble.
En 1983, el palacio fue declarado Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid y el 3 de marzo de 2014 pasó a ser parte de la Lista Roja del Patrimonio, un registro que incluye espacios y elementos que corren el riesgo de desaparecer por diversas circunstancias. Tras muchos años olvidado, el Palacio volvió a ser motivo de atención el 2 de mayo de 2018, cuando un misterioso incendio destruyó parte del inmueble y provocó la caída del tejado superior.
El Palacio hoy
Fuentes municipales afirman que en la actualidad, el mayor problema es que este lugar "tiene muchos propietarios y no se ponen de acuerdo entre ellos de qué hacer con él". Además, añaden que "aunque solo tuviera un propietario, hace falta un verdadero dineral para rehabilitarlo y nadie quiere invertir en eso".
También añaden que a pesar de tratarse de un Bien de Interés Cultural, la rehabilitación del espacio con dinero público "no tiene recorrido y en caso de haber alguna esperanza para que el edificio pueda recuperar su gloria del pasado, afirman que habría que expropiar el espacio, lo que también es muy difícil".
Al mencionar el incendio que tuvo lugar en 2018, un vecino de Aranjuez afirma que una hipótesis es que "alguien provocara el incendio para así tener derecho a derribarlo y poder edificar algo nuevo". Pero también añade que las personas que provocaron el fuego "no contaban con la rápida intervención de los bomberos, que si hubieran llegado cinco minutos más tarde, no podrían haber salvado el edificio".
Pero el mal estado del Palacio de los Duques de Osuna no es algo reciente, se apunta a que es un problema que tiene muchos años y no "parece que se pueda solucionar a corto plazo".
Por tanto, parece que no será a corto plazo que este lugar con siglos de historia recupere toda la gloria que tuvo en el siglo XVIII, cuando el legendario castrato italiano vivía en su interior. Un edificio que pasa desapercibido para los caminantes que transitan por las calles del Príncipe y del Capitán Angosto Gómez Castrillón, y que permanece inamovible como una joya olvidada a la espera de que alguien tenga el dinero y el deseo de devolverle el esplendor que un día tuvo.