Julián y Alejandra, la pareja con "carné de padres": "En la acogida hay que perder el miedo al futuro"
En la Comunidad de Madrid hay cerca de 4.000 menores con alguna medida de protección. De ellos, el 60% vive en familias.
10 febrero, 2024 03:17Cualquier persona que entre en una casa y vea a la famosa Jirafa Sophie tiene una cosa clara: en ese hogar hay un bebé. No es ciencia exacta, pero, seguramente, se dé en el 99% de los casos.
"Lo podemos poner ahí, para las fotos. Es un recurso para el reportaje". Julián y Alejandra ni siquiera se miran extrañados ante la pregunta, se ríen y asienten. Total, ya han dejado pasar a dos extraños a su casa para contar su historia.
Ellos la cuentan con naturalidad pero, al contrario de la cotidianidad que simboliza la Jirafa Sophie, es algo extraordinario.
Solo hace falta preguntarle a Alejandra, profesora de profesión, lo que entiende ella por maternidad. Reivindica que ser padres no debe responder a la necesidad del adulto por serlo, sino la responsabilidad de quien debe de ofrecer espacios seguros para educar al menor.
Lo dice mientras que en sus brazos hay un precioso y risueño bebé de siete meses y medio que, consciente de su belleza, se resiste a no salir en cámara para guardar su privacidad. Razón por la que tampoco se dará su nombre en este reportaje.
Julián y Alejandra son padres de acogida. Llevan cuatro meses criando a un pequeño como familia acogedora permanente. Una de las 1.500 que tiene registradas la Administración regional.
Su historia no empezó en septiembre, sino mucho antes. Iniciaban un proceso de adopción que les terminó descubriendo un mundo desconocido.
"Nos interesamos por la adopción, pero nos dimos cuenta de que había muchísimas familias y quedábamos muy atrás en la lista. En ese momento se nos explicó la posibilidad de acoger. Era muy necesario y, aunque al principio nos echaba para atrás, decidimos darle una oportunidad", se remonta Julián.
"Era algo que yo había dicho que nunca íbamos a hacer por el trauma de separarte después, pero cuando nos explicaron todo bien, nos gustó la idea", recuerda Alejandra.
Cuando ambos explican qué les hizo cambiar de opinión, destacan la necesidad de conocer familias que ya han acogido y llegar a entender que es "formar una familia como otra cualquiera".
"Yo quiero vivir la experiencia de educar a un menor y con el acogimiento también lo puedo vivir y, además, esta opción es más necesaria", explica Julián. Y, con todo claro, se lanzaron al proyecto de acoger. Algo que ellos mismos definen todo como un proceso largo y duro.
Lo primero fue acudir a una serie de charlas en las que les explicaron los diferentes tipos de acogida, cuál era tu papel como familia acogedora y les pusieron en contacto con algunos casos reales.
Ahí es cuando se sientan las bases de lo que es una acogida. Ellos nunca serán tutores del menor, sino la guarda legal del mismo por el tiempo que esté con ellos.
Entrevistas y un curso
"Primero tuvimos una entrevista con un psicólogo y recibimos tres sesiones de formación, nos contaron todo lo bonito y todo lo malo. Nos pareció una formación muy necesaria. Nos explicaban las habilidades que hay que tener, los comportamientos que pueden derivar durante la adolescencia, lo que es un conflicto de lealtad…. Todo", relatan.
Así, sin paños calientes, Julián y Alejandra se metieron en lo que ella misma denomina un "curso para sacarse el carné de padres".
Después les tocó llegar a casa y redactar de forma individual su "historia de vida". Un análisis que hace cada progenitor contando cómo recuerda su infancia, adolescencia, madurez... Para Julián fue lo más duro.
"Tienes que conocerte, contar tu historia desde pequeño", para que la consejería de Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid, que dirige Ana Dávila, pueda encontrar el menor con el que mejor 'encajes'.
"Es como si el padre y el niño hicieran una especie de match", bromean. Como en Tinder, lo que pasa es que aquí la conversación previa, al verse cara a cara, la hace un trabajador social.
Una vez está todo completo —y la Comunidad de Madrid ha comprobado que los padres cumplen las premisas necesarias, como tener una habitación para el menor que haya servicios educativos, alrededor sanitarios, etc— elevan el expediente al pleno.
Con la aprobación de todas las partes se inicia el proceso para buscar un menor. A Julian y Alejandra les habían dicho que duraría dos o tres meses. A ellos les llamaron a los cuatro días.
Ellos no habían contado nada sus amigos, apenas lo sabía la familia más cercana. Era el momento de decirle a todo el mundo que en cuatro días habrá que un bebé en casa.
[¿Madre no hay más que una? Willy y Carlos, niños en acogida, tienen dos]
"¿Hasta cuándo? ¿Y si os lo quitan? ¿Qué pasa? ¿No podéis tener hijos?". Tal vez sean las preguntas más habituales durante este proceso de acogimiento. Ellos las han escuchado todas.
Sobre la última reconocen que hay una especie de 'tópico' que relaciona padres que acogen con personas con problemas de fertilidad. No es su caso, ni tampoco el de muchos de los que les acompañaban en su aventura de sacarse el 'carné de padres'. "Los hay, pero no es sólo una segunda opción si no puedes tener hijos biológicos", puntualizan.
"Disfruta el día a día"
En estos momentos, apenas conocen la historia que hay detrás del niño que tienen en brazos.
Para preservar el anonimato, la Comunidad de Madrid no les cuenta mucho de las circunstancias familiares del menor y, aunque está categorizado como un acogimiento indefinido, puede no serlo. Si la familia biológica trabaja y consigue recuperar la tutoría del menor, volverá con ellos.
Toda esta situación ha convertido a Julián y Alejandra en unos expertos de disfrutar del "día a día". No saben qué ocurrirá mañana (tampoco cuando se publique este reportaje), pero en todo este tiempo ellos están cubriendo las necesidades de un niño que si no estaría en un centro gestionado por la Comunidad de Madrid.
No es que eso sea algo negativo, pero (y más en ese tipo de edades) Alejandra y Julián ponen en valor las figuras parentales durante los primeros años de vida y el "calor familiar".
A partir de ahora, la única fecha que deben de marcar en el calendario es la cita que cada 15 días tienen con la familia biológica del menor.
Acuden a un centro y es un profesional de la Comunidad de Madrid el que lleva el niño con la familia biológica. Aun así, Alejandra confía en que, en un futuro, las relaciones pueda ser más fluidas y no exista la necesidad de pasar siempre por el trámite burocrático.
Mientras que sostienen brazos a este pequeño de siete meses y medio, Julián todavía recuerda cómo se le quedó dormido el mismo día que fue a recogerlo al centro. "No lloró, verdaderamente es lo que se llama un niño trampa".
Sea porque es un niño trampa (o no), lo que ambos tienen claro es que recomiendan acoger a otra gente. "Es el gran desconocido, pero es una experiencia preciosa y muy necesaria". "La clave es perder el miedo a qué pasará en un futuro", apuntan.
"Educar a un menor"
Aunque Alejandra y Julián no han necesitado de ayuda psicológica para gestionar este proceso de acogimiento, la Consejería sí lo ofrece tanto para el menor como para los padres.
De hecho, durante la conversación esta pareja no habla "ser padres". Cuando explican su proceso de acogida remarcan la experiencia de "educar a un menor". Incidiendo en el valor de la familia para formar a futuros ciudadanos.
"Entendemos la maternidad como formación de futuros ciudadanos. Siempre se entiende la paternidad desde la perspectiva de la necesidad del adulto, pero no de las necesidades de los niños que vienen", explica Alejandra.
Es por eso por lo que no les importan las veces que les pregunten que "si les van a quitar" al bebé o si no pueden tener hijos biológicos. Ambos viven en el presente y ayudan al pequeño en algo que, para ellos, es más vital que una fecha de despedida: "dar el espacio de seguridad y de cariño" que necesita en su desarrollo como persona.
Ayudas para familias
Desde la Consejería de Familias y Servicios Sociales de Ana Dávila explican que uno de sus objetivos esta legislatura es potenciar las acogidas. Les "interesa mucho" este aspecto puesto que ven muy necesario que cada vez más madrileños se "animen" a ser padres de acogida.
Es por eso por lo que, las ayudas mensuales que reciben las familias acogedoras por menor para los gastos corrientes han aumentado más de un 30% este 2024. Un 'empujón' para sobrellevar el coste que supone acoger.
Concretamente, aquellas familias que participen en el programa de modalidad general verán incrementado este apoyo en 100 euros al mes, pasando de 300 a 400.
En el caso de especial dificultad, es decir, aquellos niños que sufren una discapacidad o poseen una situación médica compleja, la prestación sube de los 467 euros a los 600. Y aquellas que pertenezcan al programa de urgencia (preparadas para la recepción inmediata de un menor), la cuantía mejorará de 1.200 actuales a 1.600.
En la actualidad, en la Comunidad de Madrid hay cerca de 4.000 menores con alguna medida de protección. De ellos, el 40% en recursos residenciales y el 60% vive en familias.
De estas, la Administración regional tiene registradas 1.180 de carácter general, 242 para niños con especial dificultad y 25 de urgencia. Y en cuanto a los acogidos, hay 1.944 en la modalidad general y 258 con especial dificultad.