A finales de este mes de julio se conocía la noticia de que el monumento a las víctimas del 11-M en Atocha, conocido como la chimenea, el cilindro o el vaso por los madrileños, iba a desaparecer del skyline de la capital.
Tanto el cilindro cristalino que sobresale de la superficie, como el espacio a sus pies en la primera planta del hall de la estación de Atocha, se esfumarán dentro del proyecto del nuevo vestíbulo que la Consejería de Vivienda, Transportes e Infraestructuras tiene adjudicado.
Pero ¿qué va a pasar con los miles ladrillos de vidrio que forman parte de este memorial y en los cuales aparece reflejado el nombre de las 192 personas que perdieron la vida en el atentado? Todavía no se sabe su destino.
Y es que, a pesar de que la Consejería ya ha tenido una primera reunión de trabajo para saber cómo será el nuevo monumento homenaje, y en un primer momento se dijo que la custodia de los ladrillos iba a ser responsabilidad del Ayuntamiento de Madrid, los planes han cambiado.
Desde la Comunidad de Madrid, encargados del nuevo proyecto bajo tierra, han confirmado a Madrid Total que serán ellos los que, finalmente, custodiarán las losetas que componen en cilindro. No conocen el espacio concreto, pero sí afirman que será una "dependencia" de la Consejería el lugar elegido para guardarlos.
En un primer momento, se dijo que iba a ser el equipo de José Luis Martínez Almeida quien gestionara los restos que homenajean a las víctimas del mayor atentado que ha sufrido la capital, pero, ahora, vuelven a quedar en manos de Ayuso.
[Adiós al cilindro: Madrid desmontará el monumento a las víctimas del 11-M de Atocha]
Aunque queda todavía por saber qué va a pasar con ellos, cuál va a ser su destino. Hay opciones para todos los gustos: que formen parte de un hipotético nuevo monumento, que se repartan entre los familiares o, por el contrario, que ya no vuelvan a salir del rincón elegido por la Consejería.
Tal y como publicó Madrid Total, ya no se puede acceder al llamado hall de recogimiento que había a los pies del cilindro, puesto que está tapado por una lona bajo el lema 'El odio no es el camino'.
De hecho, el pasado jueves, la Comunidad de Madrid mantuvo la primera reunión del grupo de trabajo del nuevo espacio de homenaje del 11M en la estación de Atocha. Allí estaban representantes del Ayuntamiento, de Renfe, de Adif y de asociaciones de víctimas del terrorismo.
El Gobierno de Ayuso siempre ha defendido que el objetivo principal es que las víctimas se sientan "representadas" con el nuevo espacio y que estén informados en todo momento del desarrollo de las obras.
En agosto, la Dirección General de Infraestructuras, dependiente de la Consejería madrileña, comenzó el desmontaje de la parte interior del monumento. Es decir, la parte que era una sala oscura separada por una puerta del pasillo que conectaba con la Renfe.
Esta primera fase de los trabajos, que arrancó la segunda quincena de agosto, se prevé que dure un mes. Luego, se empezará a retirar el cilindro; aunque eso será mucho más complicado y comenzará "seguramente" en octubre.
La retirada de los ladrillos supone, igualmente, un cuidado extra porque el desmontaje de esta parte es completamente inestable. Los ladrillos se realizaron con un material muy complejo; están pegados entre sí con un pegamento especial que no se sabe cómo responderá al ser retirado. El cilindro pesa 160 toneladas y hay que retirarlo siempre respetando los mensajes y los nombres de las víctimas.
El motivo de que desaparezca este espacio es la puesta en marcha del vestíbulo de Metro de la Estación de Atocha que prestará servicio a las líneas 1 y 11. En este vestíbulo es donde se integrará, en la parte que corresponde a la Comunidad de Madrid, el homenaje a las víctimas. En este caso, al contrario que ahora, no será una zona de recogimiento anexa a la estación, sino que se integrará en ella.
Este nuevo vestíbulo tendrá casi 2.000 metros cuadrados y estará conectado en su interior con una zona que se separará del resto del vestíbulo con una mampara de cristal. Al menos eso es lo que aparece en los planos iniciales de la Comunidad de Madrid.
Este nuevo espacio será más abierto, pero seguirá estando dividido. La zona más pequeña imitará a la oscura sala en la que ahora entraba la luz que emanaba del cilindro. Mientras que en el hall habrá referencias al atentado pero más sutiles. Un lugar de paso.
Hasta ahora, el monumento en memoria a las víctimas del 11M ocupaba unos 400 metros cuadrados y sólo accedían a él quiénes lo estaban 'buscando'. Era una sala -llamada museo, aunque no se expone nada- que estaba concebida para pasar desapercibida.
A su entrada no había ni un rótulo y, quien entraba en el espacio, debía casi buscarlo. Se trata de un espacio diáfano, azulado, algo oscuro y que sólo se ilumina por el lucernario en forma de cilindro que se observa desde el exterior.
A los pies del cilindro, la luz solar ilumina una espiral llena de mensaje de recuerdo y el nombre de los 192 asesinados. Desde el de Eva Belén Abad Quijada hasta el de Csaba Olimpiu Zsigovszki.
La decisión de desmontar el cilindro no tiene marcha atrás, y eso que desde el estudio de arquitectura que se levantó piden que no se haga, así lo ha publicado este diario esta misma semana. Sin embargo, su desaparición es firme.
Precisamente, Mauro Gil-Fournier, uno de los cinco arquitectos que ideo esta estructura, ha publicado una carta que dirige a las instituciones en la que afirma que "el monumento no se puede desmontar, solo se puede destruir" y se opone así a que la Comunidad de Madrid se deshaga de este monumento,
Gil-Fournier lamenta además que "no hay grandes explicaciones ni de la Comunidad de Madrid, ni del Ayuntamiento, más allá de que es un plan que tiene todas las aprobaciones para ser destruido".
En su carta, que dirige al rey Felipe VI, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida, pide que se haga "una reflexión de si es la mejor forma que tenemos de honrar a las víctimas".