El calor se ha convertido en un grave problema en las grandes ciudades y Madrid no es una excepción. Se trata de un factor que condiciona cada vez más la vida en las urbes, que suelen ser unos de los espacios más castigados por las altas temperaturas.
Por eso, un estudio elaborado por la consultora global de desarrollo sostenible Arup, desvela que, de todas las ciudades estudiadas, el centro urbano de Madrid registra el mayor índice de 'isla de calor' urbano. Es decir, que en esta zona de la ciudad y por diversas razones, las temperaturas son considerablemente más altas que en otras, creando así una 'isla de calor'.
Para llevar a cabo este estudio se han utilizado avanzadas herramientas de inteligencia artificial para cartografiar estos diferenciales de temperatura. La metodología consiste en comparar la diferencia de temperatura entre las zonas urbanas de la ciudad y las que no están urbanizadas.
Así, se desvela que, en el caso de Madrid, los picos ascienden hasta 8,5 grados más entre el centro de la ciudad y las zonas que no están urbanizadas. En concreto, el punto de la capital donde se registró el 'punto más caliente' fue en la Plaza Juan Pujol en Malasaña, con 3% de vegetación y un 0% de agua, en cambio, el 'punto más frío' se registró al norte de la Casa de Campo, con 89% de vegetación y un 0% de agua.
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Para realizar este análisis de temperaturas, se utilizaron imágenes recogidas por satélite de una extensión de 150 kilómetros cuadrados de seis ciudades del mundo: El Cairo, Londres, Los Ángeles, Madrid, Bombay y Nueva York.
En el caso de Bombay se refleja una diferencia de 7 grados entre el interior urbano y el exterior, convirtiéndose así en la segunda ciudad en el ranking de las urbes con mayor efecto de 'isla de calor'. Por otro lado, casos como Nueva York o Londres registran picos de hasta 4,5 grados más.
Este estudio pone de manifiesto cómo el diseño urbano de las ciudades es un factor fundamental a la hora de crear este efecto 'isla de calor'. De este modo, los materiales de las calles y los edificios y los espacios verdes de las ciudades son dos elementos clave a la hora de explicar el aumento de temperaturas en determinadas zonas.
El uso de materiales oscuros y poco porosos como el hormigón, el asfalto y el acero remiten el calor absorbido, lo que contribuye a formar el efecto isla de calor. Así, en la mayoría de las ciudades estudiadas, las zonas más calurosas tenían menos de un 6% de vegetación, comparado con el 70% en las más frescas, frecuentemente en parques.
De hecho, la vegetación es un factor fundamental a la hora de explicar el aumento de las temperaturas. En el caso de Madrid, el calor es 8 grados más intenso en el centro urbano que en la Casa de Campo, con un 72% de vegetación y situado a poca distancia. Por tanto, esta diferencia demuestra cómo los pulmones verdes de las ciudades tienen un gran impacto en las temperaturas.
Por ello, este estudio también supone un llamamiento a diseñadores urbanos, políticos y planificadores para que tomen conciencia de cómo un mejor diseño de las urbes puede mitigar el impacto de las altas temperaturas de las ciudades, un problema que empeora cada año.
Así lo afirma Susana Saiz, directora de servicios de Clima y Sostenibilidad de Arup en Europa: "Sin darnos cuenta, hemos diseñado muchas de nuestras ciudades para que sean calurosas". Saiz añade además que se han "desterrado las zonas verdes a las áreas en las que no vive la mayor parte de la gente". Por eso, apunta que "el reto como diseñadores es pensar de forma creativa para desplegar el potencial de la naturaleza de forma estratégica y equitativa por las ciudades".
Y es que el calor es un problema que empeora a la llegada de cada verano: otra de las conclusiones alcanzadas por este estudio es que el número de ciudades expuestas a temperaturas extremas de 35 grados o más se triplique para 2050. Según el Instituto Europeo de Salud, las temperaturas extremas suponen un grave riesgo para la población, pues en 2022 se produjeron alrededor de 61.000 muertes en Europa por este problema.
Por otro lado, es cada vez más evidente que los barrios más vulnerables también corren más riesgo de exposición al calor, debido a factores como la falta de árboles y espacios verdes, así como la falta de acceso a aire acondicionado fruto de la pobreza energética.
Soluciones al calor
Uno de los principales objetivos de este estudio es ayudar a comprender cómo el efecto de 'isla de calor' puede afectar a las ciudades y sus barrios. El método para elaborar estas tesis se basa en un modelo climático avanzado de la Universidad de Reading y demuestra cómo las herramientas digitales pueden llevar modelos académicos a escenarios de la vida real para encontrar las causas del efecto 'isla de calor'.
Por eso, además de aportar datos, también se busca dar soluciones para mitigar el calor en las zonas urbanas. Y es que unas de las principales soluciones no es otra que aumentar la superficie arbórea. Los árboles han demostrado reducir las temperaturas en las ciudades y disminuir la mortalidad relacionada con el calor. Así lo muestra un estudio publicado en la revista The Lancet, que indica que un incremento del 30% de la vegetación en las ciudades europeas podría haber evitado 2.644 muertes adicionales.
Otro método efectivo para reducir el calor es crear superficies más permeables que, a diferencia de las impermeables, tienden a absorber menos calor. De este modo, aumentar las superficies permeables y permitir que el agua se infiltre en el suelo, contribuye a enfriar el entorno.
Otra forma de mitigar el calor es utilizar todos los espacios posibles para implementar estrategias de reducción de absorción de la radiación solar, puesto que más de la mitad del espacio de las ciudades (incluidos tejados y calles) podría acoger este tipo de soluciones. Un acondicionamiento de los tejados mediante sistemas reflectantes y solares fotovoltaicos podría mejorar la capacidad de mitigación del impacto de 'isla de calor' en los propios edificios, y reducir la demanda de aire acondicionado.
Construir áreas refrescantes es otro método para disminuir el calor. Teniendo en cuenta que cada verano las ciudades se ven más abocadas a olas de calor, es necesario crear una red de espacios frescos en los que la gente pueda refugiarse y reducir así los riesgos para la salud derivados del calor. Además, algo tan sencillo como reintroducir fuentes de agua potable en las ciudades podría mejorar considerablemente la salud de los ciudadanos.
Y por supuesto aprender a convivir con el calor. Esto implica seguir las indicaciones que todos los años se publican a través de diferentes canales, como por ejemplo mantenerse hidratado, evitar las horas más calurosas del día y utilizar ropa transpirable.