A los madrileños nos podrá parecer extraño, pero Madrid es una capital europea rara. Muy rara. No tiene un gran río, no es especialmente antigua, ni era la mayor ciudad de España cuando se convirtió en capital. ¿Por qué, entonces, se convirtió la villa en la capital de uno de los mayores imperios que ha conocido el mundo?
El ingeniero español Tomás Pueyo ha escrito un hilo viral en X (antes Twitter) respondiendo algunas de estas preguntas. Su texto, notablemente documentado, ha sido muy compartido en las últimas semanas en la red social.
Pueyo, que trabaja en Silicon Valley, considera que Madrid es "bastante singular". El primer punto que aborda es la falta de un gran río, algo habitual en las capitales europeas (París, Berlín, Roma, Londres, Budapest…) porque permite tener agua para beber, regar y navegar.
"Si Madrid hubiera sido bendecida con un río enorme, habría sido una ciudad enorme en la antigüedad. Pero no. De hecho, es una ciudad muy reciente. Compárese su fundación con la de otras capitales de países ocupados por los romanos. La mayoría tiene más de 2.000 años”, subraya Pueyo. Madrid, en cambio, data del siglo VIII.
De hecho, insiste en que cuando fue elegida capital, “no era la primera, ni la segunda, ni siquiera la tercera ciudad más grande de España". Madrid era la décima. "Tenía poco más de 10.000 personas. ¡Un pueblo pequeño!"
"En aquel entonces, la mayoría de las capitales eran las ciudades más grandes, más poderosas y mejor ubicadas. ¿Por qué no en España?", se pregunta. Es entonces cuando entra en juego la figura de Felipe II. "Hasta la década de 1560, España tuvo una corte itinerante", y su capital era Toledo.
Felipe II estaba dispuesto a acabar con esto y se planteó cuál sería el lugar más indicado para establecer la corte de forma permanente. El monarca se encontraba ante varias dificultades para contestar a esta pregunta.
La primera era el imperio. "Necesitaba una capital que estuviera lo suficientemente cerca de todo", con la dificultad añadida de que España está atravesada por numerosas cadenas montañosas que dificultan la comunicación y que empequeñecen los ríos.
"Esto significa que son más pequeños que sus equivalentes del norte de Europa", explica Pueyo. Además, los ríos en general no son navegables, por lo que no podrían usarse para el comercio.
"España estaba (y está) formada por islas de población costera separadas por montañas". El rey necesitaba un lugar que estuviera bien conectado con todas partes, por lo que Pueyo pregunta por qué no eligió Toledo, "una de las ciudades más grandes y poderosas de la época".
La razón, arguye, es que "las calles son pequeñas, lo que no era ideal para viajar con su corte y su guardia personal. No se podía hacer crecer la ciudad mucho más. No se puede determinar su urbanismo".
Además, Madrid contaba con otra gran ventaja: tenía un vacío de poder. "Toledo y Valladolid tenían líderes nobles y religiosos que podían desafiar al rey". Y Madrid tenía otros puntos fuertes: "Construido sobre una posición defendible, agua potable de la cordillera, aire de montaña, que aquel entonces pensaban que eran la cura contra las epidemias recurrentes, y bosques para la caza".
"Una vez capital, hubo que reconfigurar toda la red de comunicaciones para hacer que Madrid fuera más central. Después de todo, ese era el objetivo de la capital: permitir un fácil acceso a todo el territorio".