El edificio pasa desapercibido. No es ostentoso, ni muy alto y se esconde en una calle estrecha del barrio de la Guindalera, en el distrito de Salamanca. Sin embargo, en su interior, no escatima en lujos y tiene unas cuantas peculiaridades que lo hacen único en Madrid.
Es uno de los pocos edificios privados de la capital que se calienta con energía geotérmica. Cuenta con aislamiento climático y acústico prácticamente absoluto, y las seis viviendas que se ofertan aquí están totalmente domotizadas.
Este bloque se levanta en el número 11 de la calle Amorós y es obra del arquitecto Miguel Ángel Verdaguer. La domótica corre a cargo de la empresa Nice Automatismos, y el sistema que la interconecta, de Hinforcom e Indomotiv. Madrid Total ha visitado el edificio junto con el arquitecto y los representantes de cada empresa para conocer de cerca esta rara avis del callejero reservado para unos pocos bolsillos privilegiados.
"Este es el primer edificio de Madrid en el que se ha hecho geotermia habiendo un edificio existente", afirma Verdaguer, el arquitecto. "Hemos conseguido meter una máquina traída de Bilbao, porque no hay más que dos en toda España, para poder hacer ocho perforaciones a 150 metros de profundidad. No tienes que climatizar ni en verano ni en invierno. Tiene una carpintería y unos aislamientos que hacen que vivas como en una cueva. Es aclimático".
"Para hacer la geotermia tuvimos que apuntalar con 900 puntales de alta resistencia. Cada uno aguantaba 10 toneladas". Cada perforación en el suelo es de 20 centímetros de diámetro en los que entran un tubo de subida y otro de bajada. "Tienes consumo negativo". Es decir, que genera más energía de la que consume
Todo en el móvil
El bloque cuenta con seis viviendas y una oficina repartidas en tres plantas. La amplia azotea está coronada por una pequeña piscina de agua salada, cuyo nivel se regula automáticamente en caso de que una DANA descargue repentinamente el diluvio universal.
Los pisos son amplios y muy bien iluminados. "Nos hemos cargado la mayoría de las columnas y nos hemos llevado las cargas a los extremos", explica el arquitecto, buscando así un reparto más diáfano del espacio y mayor presencia de luz natural.
Una vez dentro, todo se puede manejar con un móvil, una tableta o un dispositivo de voz como Alexa. Las luces, la temperatura, la chimenea, la alarma, las persianas… Todo. La aplicación maneja un hardware llamado Yubii Home, instalado en cada casa, que es el que "controla todos los elementos", explica Enrique Fernández, director comercial de Nice Automatismos. "Lo bueno que tiene este sistema es que permite que interactúen diferentes elementos entre sí, con la posibilidad de generar escenarios".
Las combinaciones son infinitas y a gusto del consumidor. Se puede programar que si hay X nivel de luminosidad, bajen las persianas; que al llegar a casa se encienda la luz y la chimenea; que al salir de ella se apague todo y se active la alarma. Modo noche, modo día, modo romántico, modo yoga, modo fútbol, modo noche de copas… La imaginación es el límite.
"Yo siempre distingo entre elementos conectados y elementos integrados. Un elemento conectado puede ser cualquier sistema que manejemos a través de un wi-fi. Los elementos integrados, en cambio, son capaces de interactuar entre ellos. Te dan un mayor nivel de autonomía, confort y seguridad".
Este sistema incluye un detector de inundaciones. "Detecta si hay una pérdida de agua en la casa, te corta el suministro automáticamente. Si lo tienes interconectado, lo hace automáticamente. Si fuera un elemento solo conectado, te avisaría de que tienes la fuga y tú tendrías que intervenir".
¿Y si estos sistemas fallan? ¿Y si no quiero depender de una pantalla para absolutamente todo? "Siempre se dice: 'La domótica falla'", añade Raúl García, jefe de ventas de Nice. "Bueno, si falla, es tan sencillo como hacer esto", y enciende la luz con un interruptor. "Si nuestro sistema falla no te vas a quedar encerrado y a oscuras".
El funcionamiento de los sistemas de domótica es posible gracias a la instalación de hardware por parte de Henry Ramiro, CEO de Hinforcom e Indomotiv. "Este edificio funciona con una sola línea de fibra óptica para todas las casas, lo que abarata mucho el coste", explica Ramiro. ¿Significa esto que mi vecino puede hurgar en mi historial o usar mi cuenta de Netflix? "No, cada casa tiene su WLAN", es decir, su red de área local.
Llegados a este punto, vamos con la pregunta del millón (nunca mejor dicho): ¿Cuánto cuesta una casa aquí? "La más barata, algo menos de un millón; la más cara, 1.720.000 euros", responde Verdaguer. La más costosa es el primer piso, con 300 metros cuadrados, terraza, trastero y garaje.
Podría parecer caro, pero el precio por metro cuadrado ronda los 5.700 euros. La media de Madrid capital se sitúa en 4.000. Para algunos bolsillos privilegiados podría hasta parecer una ganga. "No es caro", coinciden todos los entrevistados. "Como inversión, en unos años lo vendes por bastante más". Eso sí, quien quiera cazar alguna de estas viviendas tan peculiares debe darse prisa: dos de cuatro ya se han vendido.