La calle de Ponzano está irreconocible. No se parece en nada estos días a la bulliciosa 'zona cero' de los bares que fue durante la pandemia. Está en obras, cortada y patas arriba desde septiembre. Basta un paseo para darse cuenta de que la reforma está apagando el ambiente de la popular vía de Chamberí. La semana pasada, además, se materializó la Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE), que acaba con las polémicas terrazas sobre los aparcamientos. Sin ellas -aseguran los hosteleros- están perdiendo entre un 15 y un 20% de su facturación.
A lo largo de un kilómetro, Ponzano alberga más de medio centenar de bares y restaurantes. La "calle más efervescente de la capital" -según la definía la editora de viajes Lonely Planet en 2019- tendrá aceras más anchas y una calzada más estrecha a partir de esta primavera. La reforma permitirá albergar más terrazas. Pero las obras impulsadas por la Junta de Distrito, que arrancaron en septiembre, han mermado el tránsito de la vía y transformado su paisaje.
La afluencia de clientes continúa los fines de semana, pero de lunes a jueves es otra historia: a la hora de comer, pese a que el día esté soleado, varios locales están prácticamente vacíos; otros, cerrados. Las vallas de obra, las aceras levantadas, las baldosas mal colocadas, los surcos en el asfalto, los tablones para salvar el paso de los peatones, los palés, los contenedores de obra y los materiales de los operarios dificultan el paso. Las obras obligaron a los hosteleros de la calle a adelantar la retirada de sus terrazas. Pese a la remodelación, los locales ya no podrán explotar sus terrazas como hasta el pasado verano por la aplicación de la nueva ZPAE.
Los trabajos de remodelación han enfadado a unos y a otros. Los hosteleros, por un lado, acusan al Ayuntamiento de Madrid de no informar debidamente de los plazos del proyecto. Muchos de ellos desmantelaron las terrazas de los aparcamientos antes del verano, cuando los trabajos en la calle no comenzaron hasta septiembre. La Asociación de Vecinos 'El Organillo', por otro lado, ha denunciado que "varios accidentes" de peatones "acreditan" que los responsables de las obras no están señalizando las zanjas.
"Tenemos que pagar los ICO"
El lunes de la semana pasada entró en vigor la ZPAE de Trafalgar-Ríos Rosas. La medida limita los horarios de las terrazas de Olavide, Ponzano, Bravo Murillo, Luchana o Santa Engracia y prohíbe las instaladas sobre los aparcamientos, una solución que instauró en 2020 el Ayuntamiento de Madrid.
La nueva normativa no ha sentado bien entre los taberneros. La Asociación de Hosteleros de Ponzano calcula que solo la retirada de las terrazas de los aparcamientos en banda les hace perder entre un 15 y un 20% de su facturación. Al menos, en la calle de Ponzano. "Me parece fatal, todavía tenemos que pagar los [créditos] ICO", se queja Pablo Gallego, que el pasado 9 de enero desmanteló su terraza 'Covid' frente a su cervecería de la calle Bretón de los Herreros, perpendicular a Ponzano, donde tiene otro establecimiento.
La normativa afecta más a unas calles que a otras según su contaminación acústica. Ponzano y otras vías colindantes -Santa Engracia, la mitad de Bretón de Herreros, Maudes o María de Guzmán- están marcadas en rojo por igualar o superar los 10 decibelios en ambiente exterior. Desde el 15 de marzo y hasta el 31 de octubre, las terrazas de estas calles ya no pueden tener clientes más allá de las 13.30 horas de domingo a miércoles y hasta la 1 horas los viernes y los sábados. El resto del año, para las que tengan autorización anual, solo podrán atender clientes hasta las 23.30 horas. En toda la ZPAE, sin excepción, ya están prohibidas las terrazas en las bandas de estacionamiento.
Las terrazas 'Covid' fueron la solución que impulsó la vicealcaldesa Begoña Villacís -"Terracís", según el apodo que le puso Vox- en la capital para aliviar las pérdidas de la hostelería durante las retricciones por la pandemia. Se autorizaron más de 2.000 ampliaciones de terrazas en acera y se dio luz verde a las de las bandas de aparcamiento. Los bares de Chamberí las montaron antes del verano de 2020. Pero la medida enseguida enfadó a una parte del vecindario, que denunció el ruido y el "descontrol" generado en torno a las terrazas.
Tras las quejas insistentes de los vecinos y una medición de los niveles sonoros, se aprobó la ZPAE con los votos del PP, Ciudadanos y el PSOE. Para la Asociación Vecinal 'El Organillo', supone una "importante victoria vecinal para la calidad de vida del vecindario". Aunque no se fían de los hosteleros: "Seguiremos vigilando los incumplimientos".
Los responsables de los establecimientos acatan la norma, pero descargan responsabilidades. Culpan del ruido a las colas que se generan en las entradas de las discotecas y aseguran que la hostelería, salvo excepciones, ha cumplido las normas. Y señalan a los políticos: "Sabemos que la clase política deja mucho que desear".
Sin fervor por Ayuso: "No toca"
Ponzano no solo ha perdido estos últimos meses su habitual ambiente, también ha desaparecido el 'fervor' por Isabel Díaz Ayuso. El tabernero Pablo Gallego se jacta de ser el primer hostelero de la calle que respaldó a Díaz Ayuso en público antes de las elecciones del 4-M. En su caso, colgó tras la barra de uno de sus bares un cartel con el rostro de la presidenta. "En aquel momento, nos salvó", asegura, Pero ahora -reconoce- ya "no interesa hacer campaña".
Tras su gesto de apoyo, llegaron los de otros hosteleros de la popular calle de Chamberí: el 'Claxon', 'Vagalume', 'Fide' o 'Lolamenta' pegaron en sus cristaleras carteles de entusiasmo hacia la baronesa del PP. "Yo con Ayuso" o "Ayuso somos todos. ¡Gracias por cuidarnos!", rezaban algunos de ellos. Si uno recorre la vía, se cerciorará enseguida que el 'Ayusimo' ya no reina en los escaparates de los bares: ninguno de los locales citados mantiene hoy estos carteles.
Las alabanzas a la líder de los populares en la región se debieron entonces a sus políticas aperturistas durante la pandemia. La hostelería madrileña abrió desde junio de 2020, con horarios más amplios y condiciones más beneficiosas que las de otras comunidades. "Se la jugó, le salió bien y nos hizo un gran favor, quién no tiene un conocido en otra comunidad autónoma que se ha visto obligado a cerrar", argumenta David Lorenzo, dueño del 'Claxon' y presidente de la Asociación de Hosteleros de Ponzano.
Según este hostelero, el 4-M no motivó la veneración pública a Ayuso, sino que fueron unas protestas del PSOE y de 'El Organillo' que coincidieron en el tiempo con la campaña para las autonómicas. El gremio, en cualquier caso, se alineó con la candidata popular. Y, pese a las críticas de la oposición en la Asamblea de Madrid, que la acusó de fomentar el "turismo de borrachera", los taberneros se mantuvieron en las mismas.
[El efecto Ayuso en hostelería: precios más altos, mayor gasto medio y menos bares]
Lorenzo la sigue defendiendo, pero de puertas para adentro. "Ahora mismo, no toca... Los carteles se fueron quitando, muchas veces para no aludir a la gente contraria a esas ideas, pero ella nos ayudó muchísimo en su día", insiste. Otro hostelero de la zona, que en su día también se manifestó alabando a la presidenta, prefiere no responder a las preguntas de este periódico.