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Opinión La máquina invisible

Hacer dinero y los altos estándares

María Millán
Publicada

En nuestra cultura, donde la picaresca es ubicua histórica y literariamente —desde La Celestina, pasando por el Lazarillo de Tormes y Don Quijote, hasta Don Juan Tenorio—, la clave implícita del éxito parece incluir la aplicación del ingenio resolutivo.

El uso de altos estándares queda relegado a un segundo plano. Lo importante es que el plan, sea como sea, funcione.

La palabra "estándar" resulta poco atractiva, casi desatinada, porque evoca trámites tediosos y trivialidades. Establece el mínimo irrenunciable por debajo del cual "uno debería empezar a molestarse".

Sin embargo, en el mundo anglosajón, los estándares —los "personal or business standards"— apelan a lo contrario: a la ambición, a la excelencia, a la capacidad de trazar reglas para los líderes, a la voluntad del individuo de poner un propósito elevado por encima de sus propios intereses.

Por eso, en las culturas e idiomas de origen germánico —incluidos anglosajones y nórdicos escandinavos— la aspiración máxima ligada al éxito deriva de los altos estándares, por encima del ingenio oportunista. Y el hecho de que quienes realizan una tarea o rol profesional directivo o técnico con altos estándares ingresen de media (con relación a otros profesionales con puestos análogos en su mismo mercado) hasta un 70% más en mercados como Alemania, un 100% en el UK o hasta un 200% en EEUU, demuestra de cómo se hace dinero con altos estándares.

La palabra "estándar" resulta poco atractiva, casi desatinada, porque evoca trámites tediosos y trivialidades

Por supuesto, en todas partes existen excepciones a esta regla, a menudo excepciones visibles, poderosas e influyentes. Pero la excepción confirma la regla, no la cancela.

Hoy, con la explosión de la IA, los altos estándares adquieren un nuevo significado. Y cuando cambia el marco en el que nos movemos, todos necesitamos reajustarnos desde nuestra esencia —que incluye nuestros valores y los patrones de comportamiento que tenemos interiorizados.

Y aquí es donde, en un primer paso, quizás los hispanohablantes tenemos una aproximación distinta. Nuestra primera inclinación es buscar soluciones prácticas e inmediatas. Abiertos a la oportunidad y a las posibilidades que la IA implica, tendemos a abordar con entusiasmo el potencial de las nuevas herramientas y a aplicarlas en nuestros quehaceres cotidianos. Nos sentimos satisfechos con encontrar maneras ingeniosas de resolver lo cotidiano, lo acuciante. El ingenio es juguetón y fértil.

Mientras tanto, los países que se rigen por estándares tienden a observar el objeto del cambio, entender lo que implica e integrarlo con procedimientos más estructurados. Se preguntan qué estarán haciendo los demás y quién está marcando los estándares más elevados en la aplicación de estas oportunidades. Esos estándares que son los que permiten tener el timón económico entre las manos y generar ingresos significativos durante largo tiempo.

Algunos de estos países —incluyendo a EEUU, pero también a Suiza, Holanda y los países escandinavos— responden dando un salto a la altura de la posibilidad abierta, buscando altos estándares en sus resoluciones y ambiciones; otros se paralizan y entran en espiral, al no disponer de la agilidad para dar este gran salto con los estándares anhelados.

Los países que se rigen por estándares tienden a observar el objeto del cambio, entender lo que implica e integrarlo con procedimientos más estructurados

Como indicadores de esta tendencia, es revelador observar cómo en 2024, más de 1.200 empresas se presentaron a la certificación "Great Place to Work" en España, mientras que en Reino Unido la cifra superó las 3.500 candidaturas, evidenciando diferentes aproximaciones culturales hacia la excelencia laboral.

También resulta significativo que, a pesar de tener una población casi diez veces menor, Finlandia ha visto 15 empresas entrar en bolsa durante 2024, frente a las 12 españolas, lo que refleja un mayor dinamismo empresarial y apetito por los estándares de gobernanza propios de las empresas cotizadas. En cuanto a los "think tanks", España cuenta actualmente con 77 grupos de reflexión reconocidos internacionalmente, mientras que países como Francia (198), Alemania (225) y Reino Unido (321) presentan cifras significativamente mayores, siendo estos organismos fundamentales para establecer estándares de política pública y desarrollo económico.

En España también sabemos aplicar con ingenio lo que desarrollan otras culturas, y todavía nos anima la idea de "no quedarnos atrás" con relación a otras potencias. Esperemos que, aunque los altos estándares no hayan sido nuestro primer impulso cultural, sí formen parte de nuestra ecuación final.

En 2024, España ocupa el puesto 28 (entre 132 economías) según el Índice Mundial de Innovación (GII), por detrás de múltiples mercados europeos con menor población y niveles formativos análogos.

Seguiremos de cerca nuestro progreso.