Opinión

El dinamismo de la economía española ante el desafío proteccionista

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España lleva ya cuatro años liderando el crecimiento de la zona euro, para, con un crecimiento anual del 3,2% el año pasado, llegar a representar el 50 por ciento de todo el crecimiento del área euro.

Parte de ese buen comportamiento se debe a la fortaleza del mercado laboral con 21,5 millones de ocupados, impulsado por la rápida incorporación de trabajadores latinoamericanos. 

Los desequilibrios son menos pronunciados que en ciclos anteriores. Según los datos del Banco de España, la economía española ofrece en 2024 el primer saldo positivo del stock acumulado de activos sobre pasivos del sector privado, desde que comenzó la serie en 1993.

El país deja de depender del ahorro exterior para financiarse. Las empresas y las familias no sólo han reducido su deuda, sino que aportan ahorro por 40.000 millones de euros (un 2,5% del PIB) al exterior.

También los bancos españoles han eliminado todo su déficit con el exterior de los años de la burbuja y al cierre de 2024 tenían un saldo positivo de casi 70.000 millones de euros. El reto es canalizar ese ahorro hacia inversión productiva.

La economía española ofrece en 2024 el primer saldo positivo del stock acumulado de activos sobre pasivos del sector privado

Pero ojo porque se acercan fuertes turbulencias. Trump ha explicitado la guerra comercial el pasado 3 de abril “día de la liberación” contra el mundo entero, con un 10% de aranceles como mínimo para todos, un 20% para la UE y un 34% que puede llegar al 54% para China.

Los llama “aranceles recíprocos”, pero los calcula a partir de las importaciones y el déficit comercial que EEUU mantiene con cada país. Es decir, el objetivo es reducir el déficit y no compensar una inexistente competencia desleal (al menos en el caso de Europa). 

Todo ello afecta gravemente las perspectivas de crecimiento mundial. Es cierto que en España el impacto agregado es limitado, porque la relación bilateral con EEUU es menos intensa que la de otros países en Europa.

Puede afectar a sectores concretos de la economía española, entre los que destacan el acero, el aluminio, los bienes de equipo, el vino, el aceite de oliva y el de frutas y hortalizas.

El mayor riesgo es para la zona euro en su conjunto, sobre todo países como Alemania con unas mayores exportaciones a EEUU. De ahí la importancia de ser capaces de actuar en bloque con una posición unificada que nos dé mayor capacidad de negociación.

Esta nueva crisis debe servir de acicate para que Europa reaccione unida. En primer lugar, aprovechando la fortaleza que representa el mercado interior europeo que cuenta con 450 millones de consumidores: se debe acelerar la integración de ese mercado único reduciendo las barreras comerciales y burocráticas, y mejorando el acceso a la financiación para las empresas.

En segundo término, ampliando y profundizando en mercados alternativos y socios estratégicos, por ejemplo con Latinoamérica acelerando los acuerdos de Mercosur.

Y en tercer lugar, para los sectores más afectados se debe crear un fondo de ayudas -España anuncia ya un paquete de 14.100 millones de euros-.

Se debe acelerar la integración de ese mercado único reduciendo las barreras comerciales y burocráticas

El más perjudicado de esta guerra arancelaria es sin dula EEUU.

Los objetivos que pretenden de recaudar suficiente dinero para poder bajar el resto de impuestos, y a la vez controlar la inflación son contradictorios: si la industria nacional renace y los norteamericanos dejan de comprar bienes importados, los aranceles no aumentarán mucho la recaudación.

La guerra comercial también plantea nuevos riesgos para la sostenibilidad de la deuda global. Todo apunta a un déficit público desbocado en EEUU, presionando los tipos de interés. 

Veremos cómo afecta a Europa el viento de inestabilidad que sopla del otro lado del Atlántico. Sobre todo teniendo en cuenta que, de este lado también, la deuda pública parece abocada a crecer.

Se acumulan las necesidades de gasto: en inversión, innovación, defensa y, a partir de ahora, ayudas a los sectores perjudicados por la guerra comercial.    

Aunque una parte de la financiación venga de la UE, ya sea a través del BEI o de los préstamos de los fondos Next Generation, otra parte vendrá de los Presupuestos Generales del Estado.

La guerra comercial también plantea nuevos riesgos para la sostenibilidad de la deuda global

España trata de que se flexibilicen las reglas fiscales, para no tener que ajustar otras partidas de gasto, sobre todo, las de gasto social.

En el ámbito interno, nos debe preocupar principalmente, ser capaces de canalizar el elevado ahorro de las familias hacia la inversión para aumentar la productividad y competitividad de nuestra economía.

Todo ello para evitar un estancamiento de las exportaciones, que en el último trimestre de 2024 ya cayeron dos décimas más de lo previsto (-1,1%) y que tras el inicio de una guerra comercial mundial pueden verse mayormente afectadas.

Asimismo, resolver el problema de la escasez de viviendas con medidas coordinadas entre las distintas administraciones públicas.

Y finalmente, continuar la senda de reducción del déficit y deuda públicos de manera progresiva, hasta un 2,7% y un 101% del PIB respectivamente este año.

En suma, los riesgos globales se intensifican, socavando el motor exterior del crecimiento español.

Ante un contexto inédito, Europa está dando señales de disponerse a operar un giro estratégico. Un cambio que se enfrenta todavía a rigideces y egoísmos nacionales. Pero ahí se encuentra la principal oportunidad para nuestra economía.