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Opinión BLUE MONDAYS

Japón la bolsa más ineficiente del mundo

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Cuando la primavera llega a Japón, el cerezo florece en un espectáculo fugaz y magnífico que simboliza renovación y esperanza. De la misma manera que estas flores anuncian un nuevo comienzo, Japón presenta hoy oportunidades financieras excepcionalmente prometedoras.

Bajo la superficie aparentemente tranquila de sus mercados, como pétalos ocultos aguardando su momento perfecto, residen empresas con valoraciones extraordinariamente atractivas, preparadas para florecer. Este paisaje económico único y profundamente prometedor le convierte no solo en un país de tradición y belleza, sino también en un escenario irresistible para inversores en búsqueda de valor auténtico y duradero.

Japón se ha convertido en un mercado particularmente atractivo desde la perspectiva del inversor en el que la singularidad de las compañías de menor tamaño sostiene la visión de Japón como la de una isla con gran potencial en un mar de activos caros. La falta de reconocimiento y de interés de un inversor excesivamente centralizado en la idea bipolar de EEUU-Europa, le convierten en el mercado bursátil más ineficiente del mundo.

Desde el punto de vista económico, la situación actual japonesa presenta elementos convincentes para los inversores, especialmente aquellos alineados con la filosofía del value investing. Hay un hecho que marca un antes y un después que tiene que ver con la reciente actitud activista del presidente de la Bolsa de Japón, Hiromi Yamaji, promoviendo mejoras en la transparencia y gobernanza que aumentan aún más el atractivo del país para inversores internacionales.

Los aspectos específicos que incrementan el atractivo de Japón incluyen una creciente remuneración al accionista, especialmente en empresas de pequeño y mediano tamaño. Las recompras de acciones, así como los dividendos distribuidos, han experimentado un crecimiento significativo, proyectando un interés renovado en recompensar adecuadamente a los inversores.

Los aspectos específicos que incrementan el atractivo de Japón incluyen una creciente remuneración al accionista, especialmente en empresas de pequeño y mediano tamaño

Históricamente, los inversores y las instituciones japonesas han sido vendedores netos de acciones, pero esta tendencia apunta a una reversión impulsada en gran parte por una presión activista creciente y políticas más amigables hacia el inversor.

Desde una perspectiva de valoración, no pocas empresas japonesas presentan ratios extremadamente atractivos unido a situaciones de las que se dan una vez en la vida. Marc Garrigasait, gestor del fondo Japan Deep Value, ilustra esta idea con claridad: es el único mercado del mundo donde se pueden comprar compañías cuya posición neta de caja excede su capitalización bursátil, lo que significa que el mercado las está “regalando”.

Son oportunidades excepcionalmente raras y atractivas desde el enfoque value. Ejemplos como Tsubakimoto Kogyo, con un valor de empresa negativo y un sólido flujo de caja libre, ilustran esta peculiaridad del mercado japonés. Con esta visión Marc creó un fondo en 2016, con la idea de invertir en ideas únicas. Casi una década después, la sensación es que la oportunidad hoy es todavía aún mayor.

Históricamente, los inversores y las instituciones japonesas han sido vendedores netos de acciones

En 2019, Warren Buffett hizo lo propio a través de Berkshire Hathaway, con una inversión significativa en cinco de las principales casas comerciales japonesas: Itochu, Marubeni, Mitsubishi, Mitsui y Sumitomo. Esta decisión se basó en la percepción de que estas empresas, con operaciones diversificadas y sólidas políticas de retorno al accionista, estaban infravaloradas en comparación con sus homólogas internacionales. Buffett elogió su eficiente uso del capital, la calidad de su gestión y su actitud favorable hacia los inversores, destacando prácticas como el aumento de dividendos y la recompra de acciones cuando es oportuno.  

La entrada de Buffett en el mercado japonés ha servido como un catalizador, atrayendo la atención de inversores globales hacia las oportunidades que ofrece Japón, especialmente en un contexto donde otros mercados presentan valoraciones más elevadas. Esta estrategia ha resaltado el atractivo de las empresas japonesas con fundamentos sólidos y políticas corporativas alineadas con los intereses de los accionistas, consolidando a Japón como un destino prominente para la inversión en valor a nivel mundial. En las últimas dos de sus apreciadas cartas a los accionistas, llama la atención el especial interés en resaltar su inversión en el país nipón y que la misma será extraordinariamente duradera. 

Y es que la vieja imagen de las compañías japonesas ha cambiado y lo sigue haciendo gracias a los esfuerzos del regulador sin perder la esencia de su cultura y los valores que la caracterizan. Japón ya no son solo los grandes conglomerados industriales. Hoy ofrece una diversificación sectorial robusta en industrias diversas que unen lo viejo con lo nuevo, y que subrayan el potencial diversificador y de apreciación del capital para inversores globales.

Desde principios de los años noventa, Japón ha transitado una larga travesía por el desierto económico, marcada por el estancamiento del crecimiento, episodios prolongados de deflación, el envejecimiento acelerado de su población y una pérdida significativa de influencia empresarial y económica a nivel global.

Sin embargo, tras décadas de ajustes y reformas estructurales, el país finalmente emerge con equilibrios económicos más sólidos y estables. Japón ha logrado superar gran parte de sus antiguos desequilibrios macroeconómicos, presentando hoy una economía revitalizada y con fundamentos sostenibles. Esta transformación sugiere que la actual oportunidad de inversión en el mercado japonés no es un fenómeno pasajero, sino una nueva realidad económica duradera.