“Ésta será la verdadera época dorada de Estados Unidos” (Trump).
Hace poco, Nassim Taleb dijo que “En política, no se vota por un candidato que ‘nos guste’. Los políticos, por definición, no son agradables: son propagandistas y partidistas, no jueces, jamás actúan en contra de sus propios intereses y, por tanto, nunca son dignos de confianza. Votas por el candidato que cause el menor daño”.
Justo ese sentimiento tenía yo: no me convencían ni Trump ni Kamala. La política económica de Trump se basa en menos impuestos y una regulación más laxa, lo cual me encanta siempre que venga acompañada de austeridad fiscal, pero también consiste en más aranceles, y el proteccionismo va en contra del liberalismo. Además, su personalidad extravagante genera inestabilidad. Por su parte, Kamala significaba más moderación y más libertades individuales, pero una parte significativa de sus propuestas económicas no me gustaba. Tampoco creo que le haya ayudado decir “We have to stay woke”.
Si tuviera que fantasear, me habría gustado soñar con una contienda entre Schwarzenegger y Bloomberg, o alternativamente y por nombrar expresidentes, una disyuntiva Reagan vs. Bill Clinton, es decir, me gusta el ala izquierda de los republicanos y el ala derecha de los demócratas.
Estados Unidos tenía que votar por el menos malo y se decantó por Trump: un expresidente que, a pesar de su palabrería, gobernó razonablemente, pero ahora llega con anabolizantes: sin voces disidentes internas y con menos contrapesos institucionales (controlará ambas cámaras y tendrá “afinidad” con la justicia).
No obstante, me gusta ver el vaso medio lleno y creo que tres factores ayudarán a que, como dice la canción de Queen, The show must go on:
- Trump no deja de ser un perro ladrador poco mordedor: su dialéctica le ayuda a mover a las masas, pero luego comete menos locuras de las que se vaticinan.
- Éste será su último mandato y cuando deje la presidencia tendrá 82 años. No tiene tanta vocación de presidente, sino sed de ego. Y una persona así querrá salir por la puerta grande para que se le recuerde bien.
- Su alianza con Elon Musk ayudará a moderarlo: Musk tiene buenos contactos e intereses en China y eso debería suavizar las relaciones. Además, Musk tiene mucho negocio vinculado con la transición energética, así que no debería haber sangre contra el sector. Por si fuera poco, el elevadísimo consumo de energía de los centros de datos de inteligencia artificial hará necesarias las renovables, además de la nuclear.
Los americanos votaron en su momento a Obama sin importar el color de piel y gobernó muy razonablemente. Esta vez no se decantaron por Kamala siendo mujer. Es decir, ¿qué más da el sexo y la raza? Lo cierto es que una de las causas de la debacle demócrata es que los hispanos apostaron por Trump. La segunda y tercera generación no compra el discurso victimista, se sienten estadounidenses por completo. Y lo demuestra el siguiente gráfico de The Economist.
En 2016, Hillary Clinton ganó entre los votantes hispanos por un margen de 38 puntos porcentuales, según las encuestas a pie de urna. En 2020, el margen de Biden se había reducido a 33 puntos. Este año, las encuestas a la salida de las urnas realizadas por CNN sugieren que el margen de victoria de Kamala entre los hispanos es de sólo ocho puntos porcentuales, un colapso notable si es correcto:
El miércoles, al conocerse la victoria de Trump, los mercados volaron. La bolsa a corto plazo no es más que el reflejo de los beneficios empresariales esperados y a largo plazo es precisamente la evolución real de dichos beneficios. Es así de sencillo. Pues queriendo Kamala subir el impuesto de sociedades y Trump justo lo contrario, el escenario se actualizó rápidamente: más beneficios netos esperados implica un subidón en bolsa. Así evolucionaron en la madrugada de las elecciones otros parámetros:
Y la reasignación geográfica mundial a favor de Estados Unidos supuso una apreciación del dólar pocas veces vista:
Apostar sobre qué acciones o sectores tendrán un mejor desempeño bajo una presidencia demócrata o republicana ha sido un juego de tontos históricamente. Por ejemplo, hemos visto subir con fuerza al sector defensa con Obama y a las energías limpias con Trump:
Seamos realistas, la bolsa americana va a seguir yendo bien (ganara quien ganara). Históricamente, ha sido así, los periodos alcistas se han ido alternando con independencia de qué partido gobernaba. Estados Unidos está por encima de eso.
Además, estamos comenzando los seis meses más potentes en bolsa estacionalmente hablando. El año 2024 ha tenido uno de los mejores primeros 10 meses de la historia para las acciones. Cuando el S&P 500 sube más de un 17,5% hasta noviembre (como en 2024), los rendimientos durante el resto del año han sido muy sólidos:
Keep calm and enjoy the American stock market. Warren Buffett lo ha dejado claro en varias ocasiones: “Durante 240 años, ha sido un terrible error apostar contra Estados Unidos, y ahora no es el momento de comenzar”.