La bolsa y el largo plazo
En numerosas conferencias y reuniones con clientes las personas como yo, que gestionan activos, o las personas que asesoran a clientes, suelen repartir machaconamente que “la bolsa a largo plazo sube”. Esta afirmación, sin embargo, pocas veces es justificada o analizada por quien la pronuncia.
Efectivamente, la historia del mercado bursátil (unos 150 años) nos demuestra que los mercados suben a largo plazo y que los inversores ganan, tanto en términos nominales como reales (descontado la inflación), siempre y cuando, los derechos de propiedad no se vean fuertemente alternados (y esto es algo que no se suele mencionar). Es decir, siempre que los accionistas no tengan expropiaciones o situaciones similares como las acaecidas en el bloque comunista hace décadas. Por ejemplo, la bolsa rusa en 1900 era la quinta con mayor valor de sus empresas (capitalización bursátil) y tenía una cuota sobre el total del valor de las bolsas mundiales del 5,9%*. Obviamente los inversores en bolsa rusa perdieron su dinero en la revolución de 1917.
Volviendo a situaciones de estabilidad o relativa estabilidad en los derechos de propiedad de los accionistas (lo que ha sido lo más habitual en el último siglo y medio), y tal y como se ha comentado anteriormente, los mercados tienden a subir y así lo han constatado estudios como los realizados por académicos como Dimson, Marsh y Staunton.
La razón de este buen comportamiento, en el fondo, es similar a otro activo aún más familiar y cercano que la bolsa: la vivienda.
La vivienda y la bolsa suben, en definitiva, por la misma razón o, mejor dicho, por los mismos dos motivos: inflación y crecimiento económico.
La vivienda y la bolsa suben, en definitiva, por la misma razón o, mejor dicho, por los mismos dos motivos: inflación y crecimiento económico
Las acciones valen en función de los beneficios. A mayores beneficios, a largo plazo, más vale una compañía. Los beneficios a largo plazo tienden a subir, en primer lugar, por la inflación, que por definición es el alza generalizada de los precios y porque las economías son cada vez más grandes (incrementan del PIB real).
La inflación hace que los beneficios se incrementen en términos nominales (aunque no reales). Con el incremento de precio cada unidad de bienes o servicios que comercializa una empresa, aumenta de precio.
El incremento de la actividad económica, sin embargo, se produce no por un incremento de los precios, sino por un aumento de los bienes y servicios producidos en una economía en particular o en el mundo en general.
La actividad económica, medida por el PIB real, crece de forma sostenida desde la revolución industrial, hecho que representó la entrada en la economía moderna. La razón de este crecimiento es, en parte, un aumento de la población y también de la productividad. La citada productividad supone que para producir una unidad de bienes o servicios cada vez se necesitan menos recursos (materiales y humanos) o bien que con los mismos recursos producimos más unidades.
La productividad, debido al desarrollo tecnológico y a la mejor organización de los recursos, viene creciendo de forma constante desde mitad del siglo XIX. El PIB real, por tanto, también se incrementa. Desde que yo nací, en 1975, sólo han existido dos años con PIB real negativo en el mundo. El primero fue en 2009, debido a la crisis financiera mundial y el segundo 2020, debido a la pandemia.
Si me preguntan si la bolsa mundial tendrá un comportamiento positivo en los próximos 12 meses, puedo dar mi opinión, aunque el grado de incertidumbre es elevado debido a temas geopolíticos, actuación de los bancos centrales, shocks externos como la pandemia de la Covid y un largo etcétera.
Si me preguntan si las bolsas mundiales estarán en niveles superiores en diez años la respuesta afirmativa tiene un bajo grado de incertidumbre. Si la pregunta es a 20 años, es prácticamente seguro que las bolsas mundiales estarán en niveles superiores, debido al incremento de precios y la actividad económica. En 20 años el mundo será económicamente mayor y, por tanto, las empresas al operar en economías más grandes tendrán mayores beneficios, lo que a su vez impulsará la cotización.
El invertir en fondos, carteras o índices bursátiles bien diversificados, a largo plazo trae sus frutos. Para el inversor con un horizonte temporal largo, la renta variable es una de las vías para poder incrementar su patrimonio incluso por encima del crecimiento del nivel de precios (inflación). No obstante, para invertir a largo plazo en bolsa el inversor debe asumir a corto plazo volatilidad. En este sentido, me gusta recordar la frase del famoso gestor Peter Lynch: “El destino del inversor lo marca su estómago, no su cerebro”.
*** Rafael Hurtado Coll es director de inversiones y de estrategia de Allianz Soluciones de Inversión AV.