Baile de operaciones bancarias en Europa
Después de un largo período de inacción, los gobiernos europeos se han deshecho durante el último año de más de 16.000 millones de euros en participaciones de bancos rescatados durante la gran crisis financiera.
Sin embargo, estos pasos apenas les han permitido recuperar una mísera fracción del dinero de los contribuyentes después de salvarlos del colapso.
Y es que este mini ciclo de tipos de interés al alza, que ha catapultado de forma sincronizada las cuentas de resultados de todas las entidades bancarias europeas, hace meses que invirtió su tendencia abriendo un nuevo periplo en el que se dará paso a una compresión de márgenes que va a derivar en una cuenta de resultados menos brillante que la observada en los dos últimos años y menos propicia para la venta de participaciones.
Las acciones bancarias han respondido al calor de la mejora de resultados y el índice Euro Stoxx Banks ha subido casi un 30% en el último año y, según todo parece indicar, marca también el máximo para un porcentaje mayoritario de cotizaciones.
La semana pasada, UniCredit compró al gobierno alemán un paquete accionarial del 4,5% en Commerzbank por 702 millones de euros, ya alcanza el 9% y se plantea una operación que podría llevar a una adquisición mayoritaria de control.
Los gobiernos europeos se han deshecho durante el último año de más de 16.000 millones de euros en participaciones de bancos rescatados.
Precisamente Unicredit ya adquirió un 9% de Alpha Bank el año pasado. El gobierno griego, que inyectó 50.000 millones de euros durante la prolongada crisis de deuda del país, ha recaudado más de 1.700 millones de euros durante el último año con la venta de Alpha Bank, Eurobank y Piraeus Bank. También ha vendido 1.000 millones de euros en acciones del Banco Nacional y se espera que venda su participación restante del 18% antes de final de 2024.
El mayor vendedor durante el último año ha sido el Tesoro del Reino Unido, que ha vendido por unos 5.500 millones de libras el 20% de NatWest. El Gobierno del Reino Unido inyectó 45.500 millones de libras en NatWest (entonces conocido como Royal Bank of Scotland) y adquirió una participación del 84% tras sendos rescates en 2008 y 2009. Desde entonces, ha ido vendiendo gradualmente su participación hasta el 18% actual.
El gobierno irlandés también ha obtenido 2.600 millones de euros en los últimos 12 meses al reducir su participación en AIB, que recibió 21.000 millones de euros de apoyo de los contribuyentes, del 46% al 22%.
Otros países que han vendido participaciones incluyen Holanda, donde el gobierno holandés vendió la semana pasada 1.200 millones de euros en acciones de ABN Amro, aunque conserva una participación del 40,5% en un banco cuyo rescate gastó 22.000 millones de euros en 2008.
Lo de España sigue siendo llamativo ya que presuntamente responde a opacos intereses políticos.
También Italia, después de que el Ministerio de Finanzas ha redujese su participación en Monte dei Paschi di Siena del 64% al 27%, recaudando 1.600 millones de euros, que podría tener continuidad pues planea la venta de su participación restante antes de final de año.
Solo España y Portugal permanecen al margen de esta corriente vendedora. El gobierno luso mantiene una participación en Caixa Geral de Depósitos, el mayor banco en Portugal. Pero es un caso peculiar ya que CGD ha sido históricamente propiedad del Estado portugués y sigue siendo un pilar del sistema financiero del país.
Lo de España sigue siendo llamativo ya que presuntamente responde a opacos intereses políticos. BFA Tenedora de Acciones S.A.U. se encuentra participada en un 100% de su capital social por el FROB. A su vez es accionista en CaixaBank con una posición significativa del 17,88%, que le convierten en el segundo mayor accionista solo por detrás de la fundación La Caixa.
Hay que recordar que nuestro país inyectó la nada despreciable cifra de 100.000 millones de euros a fondo perdido para rescatar entidades privadas, lo que por entonces equivalía a un 10% del PIB.
Lo curioso de la posición del gobierno español es que, mientras mantiene una participación pública con unas pérdidas irrecuperables, a pesar de que las acciones de Caixabank se han revalorizado notablemente desde 2020 y de los dividendos recibidos, mira con recelo la operación de fusión entre BBVA y Sabadell hasta tal punto que parece dispuesto a ponerle todo tipo de trabas y objeciones. Un doble rasero para el gobierno más intervencionista desde que España es una democracia.