Cambio de modelo productivo, a su servicio
Se le atribuye a Mahatma Gandhi la frase: "La mejor manera de encontrarte a ti mismo es perderte en el servicio a los demás". Algo similar le está ocurriendo a la economía española, cuya identidad está cada vez más vinculada a la evolución de los servicios. Desde finales de 2019 hasta el primer trimestre de 2024, el Valor Añadido Bruto (VAB) de este sector ha aumentado un 6,3%, en comparación con el 3,7% del total de la economía.
Además, el número de horas trabajadas se ha incrementado más de un 2%, frente al 0,9% del conjunto de sectores. Observando la actividad desde la demanda, las exportaciones de servicios están hoy un 23% por encima de los niveles pre-pandemia, con crecimientos acumulados similares en las ventas de servicios no turísticos (25%) y en el consumo de no residentes (20%). En torno a esta tendencia, hay factores coyunturales y estructurales que vale la pena destacar.
En los últimos años, la reducción de los costes laborales unitarios, la inmigración y la depreciación del euro frente al dólar han mejorado la competitividad de la provisión de servicios. Resulta paradójico que, cuatro años después de una de las mayores crisis que ha enfrentado el sector, estemos hablando tan positivamente de su evolución reciente. La pandemia implicó un ajuste importante, con caídas de casi el 100% en la ocupación hotelera y una reducción considerable de la facturación en la restauración y el ocio.
Una de las consecuencias de este ajuste ha sido una mayor contención de los costes salariales en comparación con el resto de la Unión Económica y Monetaria (UEM). A esto ha contribuido también el avance de la inmigración. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), la población trabajadora con nacionalidad extranjera y con doble nacionalidad representó el 64,5% de la creación de empleo en 2023. Como resultado, el crecimiento de las vacantes sin cubrir en España se ha moderado.
Asimismo, la productividad por hora trabajada ha aumentado un 1% en promedio anual en el sector servicios, en parte gracias a que sectores como el del alojamiento han mostrado una evolución favorable de la inversión. Los visados de obra nueva están más de un 35% por encima de lo observado antes de la pandemia, mientras que la oferta de plazas hoteleras de 4 y 5 estrellas se ha incrementado en un 4,4% (frente a un descenso de magnitud similar en las de 1 a 3 estrellas).
La población trabajadora con nacionalidad extranjera y con doble nacionalidad representó el 64,5% de la creación de empleo en 2023
Otro factor es la apreciación del dólar frente al euro y su impacto en la diversificación de países demandantes de servicios producidos en España. El Banco de España ha destacado recientemente cómo la mejora de la competitividad y el buen comportamiento de la economía estadounidense han impulsado la llegada de turistas provenientes del otro lado del Atlántico y se ha reducido la estacionalidad del sector. Aunque la capacidad utilizada apenas puede incrementarse entre mayo y septiembre, el número de plazas disponibles ha comenzado a situarse por encima de los niveles pre-pandemia en otoño e invierno.
Los visitantes de EEUU o Latinoamérica no sólo buscan sol y playa, sino también destinos urbanos y rurales, beneficiando principalmente a las comunidades del norte de España, Madrid y Barcelona. Establecimientos que cerraban total o parcialmente durante estos meses, ahora han conseguido el tan ansiado objetivo de avanzar hacia la desestacionalización. Adicionalmente, las mejoras en competitividad igualmente podrían explicar el buen comportamiento de las exportaciones de servicios no turísticos: con datos de 2022, las ventas a América del Norte y Central aumentaron un 50% respecto a 2019, incrementando su cuota en casi 3 puntos porcentuales.
Algunos de estos vientos a favor podrían revertirse con el tiempo. Si no se mantiene el esfuerzo por mejorar la calidad del servicio o persisten regulaciones que impiden el aumento de la oferta de plazas hoteleras, la competitividad podría menguar. Las externalidades negativas asociadas al sector turismo han incrementado su importancia respecto a los beneficios, lo que ha provocado tensión social. Relacionado a esto, la disponibilidad de vivienda asequible podría reducir el atractivo de España como destino de inmigración. Eventualmente, la recuperación de la economía europea y el debilitamiento cíclico de la estadounidense harían que el euro se aprecie.
En todo caso, también hay factores estructurales que harán que la terciarización de la economía se mantenga en los próximos años. Por ejemplo, el brexit ha provocado que varios servicios financieros, profesionales y de consultoría, que antes se producían en el Reino Unido, se trasladen al continente.
Además, la pandemia ha provocado un cambio estructural en la forma de trabajar, ejemplificado por el teletrabajo, permitiendo que actividades que antes debían estar cerca de los centros de decisión se trasladen a otros países. España, con su ventaja comparativa en clima dentro de la eurozona, está atrayendo inversión y, sobre todo, trabajadores. A esto hay que añadir la contribución del idioma a este proceso: una parte del aumento en las exportaciones a los países americanos estaría ligada a la provisión de servicios de alto valor añadido en castellano.
La pandemia ha provocado un cambio estructural en la forma de trabajar, ejemplificado por el teletrabajo
Crear una gran cantidad de puestos de trabajo, con mejores salarios, inevitablemente pasará por continuar impulsando el crecimiento del sector servicios, priorizando los de mayor valor añadido. La tendencia reciente que busca incrementar el peso de la industria tiene objetivos distintos a los de proveer empleo de calidad de manera masiva. La industria, por definición, no es intensiva en el uso de mano de obra.
Dirigir esta siguiente fase del desarrollo de la economía implicará tener que realizar mejoras en distintos frentes. Por un lado, pese a que el nuevo contexto internacional es menos favorable al comercio exterior, las ganancias de liberalizar el intercambio en servicios son todavía grandes. La Unión Europea debería avanzar en un proceso de desregulación que podría beneficiar particularmente a España, sobre todo si viene acompañado de una mayor unidad de mercado a nivel interno.
Por otro, la provisión de crédito para este tipo de empresas, cuyo principal colateral son las ideas y el capital humano, necesita de un mercado de capitales alternativo más profundo. Por último, el desarrollo del capital humano, principal insumo del sector servicios, será clave.
Para ello, habrá que avanzar en mejorar la formación de los desempleados, promover un cambio estructural en la educación que permita al sistema adaptarse rápidamente al nuevo entorno impulsando la excelencia y tener una política de inmigración que fomente la llegada de personas cuya contribución complemente a la de la población residente.
*** Miguel Cardoso, BBVA Research.