Es la pregunta del millón. Porque ahora mismo el elemento más inflacionista al que se enfrenta la economía global es el precio del petróleo. En otros parámetros, la inflación sigue su lento camino a la baja. Solo hay que ver los datos de inflación subyacente, que no incluye ni energía ni alimentos. Cierto, es demasiado alta, pero la tendencia es a la baja.
Ahora bien, qué duda cabe que si el petróleo sigue subiendo, acabará contagiando al resto (vía coste del transporte). También es cierto que la inflación global ya no depende tanto del precio del petróleo como en los años 70, pero aún así sigue siendo importante. Además, nos pilla en plena crisis inflacionista.
Pero hay algo peor: ahora mismo la decisión sobre lo que ocurra con la inflación global la tiene Putin.
Hasta ahora, el escenario era que Arabia Saudí quería que subiera el precio del petróleo, pero de nada servían los recortes de producción que imponía a la OPEP. Hace tiempo que se habla del cártel como “OPEP + 1” y el “uno” es Rusia, tercer productor mundial.
Rusia hacía justo lo contrario de lo que querían los saudíes. Para hacer frente al coste de la guerra, producía lo máximo posible, para así vender lo más posible.
El elemento más inflacionista al que se enfrenta la economía global es el precio del petróleo
Rusia tiene una inmensa capacidad de producción y sus costes son de los más bajos del mercado. Y olvídense de las sanciones: hace tiempo que, como predije (y me acusaron de ser “pro-Putin”), se las ha saltado a la torera (vendiendo a través de países que no aplican sanciones y adquiriendo una flota petrolera propia).
Pero el escenario ha cambiado. Rusia ha decidido recortar su producción. En un acto de máximo desafío -y que pone en ridículo la estrategia occidental de establecer un tope al precio de su petróleo-, Putin ha decretado un recorte de la producción (disfrazado de labores de mantenimiento y necesidades de consumo interno).
Y, qué casualidad: coincide con el último cierre del grifo saudí. Y, también casualmente, lo hacen aprovechando el momento en el que Estados Unidos ha dilapidado casi todas sus reservas estratégicas.
Visto así, tiene muy mala pinta. Pero antes de caer en la desesperación hay que hacerse algunas preguntas. ¿Cuánto puede aguantar Putin vendiendo menos petróleo? ¿Es suficiente el mayor margen para compensar la disminución del volumen de ventas?
Ahora mismo la decisión sobre lo que ocurra con la inflación global la tiene Putin
No debemos olvidar que Putin tiene que financiar la invasión de Ucrania. Y no estamos hablando de un coste menor. Estamos hablando de un esfuerzo militar brutal, tanto económico como industrial.
Otra pregunta pertinente es si Putin cederá a la tentación de volver a abrir el grifo si el petróleo se acerca a los 100 dólares. El petróleo de los Urales resulta rentable a partir de un precio de venta de 40 dólares el barril. Y el tope de precio se lo salta a la torera, como confirman todos los especialistas. Simplemente vendiendo a, por ejemplo, 80 dólares el barril, gana una fortuna.
Repito: tiene bien organizada la distribución a través de terceros y de su propia flota. No necesita que el petróleo suba hasta los 100 dólares para forrarse, está en condiciones de vender todo el petróleo que quiera al precio que quiera. Es una tentación muy grande para hacerse con dinero de cara a lo que queda de una guerra de desgaste que no tiene ningún aspecto de detenerse.
Otra cuestión -esta con sesgo negativo- es que a lo mejor resulta que a Rusia le salen las cuentas para vender menos, pero a un precio híper elevado. Si vendes menos petróleo, pero eres capaz de venderlo a, digamos, 110 dólares por barril, y a ti te cuesta menos de 20, aunque vendas menos estás ganando muchísimo dinero. Y seguro que el resto de la OPEP no le hace ascos a vender a 110 dólares por barril.
A lo mejor resulta que a Rusia le salen las cuentas para vender menos, pero a un precio híper elevado
Pero ese planteamiento tiene un problema: ¿aguantará Occidente el precio del petróleo a esos niveles o, llegados a ese punto, preferirá un alto al fuego y una negociación en Ucrania? En este escenario se hundirían inmediatamente los precios, no solo del petróleo, sino del gas y de todas las materias primas y, en consecuencia, de la inflación.
Si ya era difícil tener que aprender y entender sobre vacunas, ahora los estrategas de inversión tenemos que meternos en la mente de Putin.
Pero como entrar en la mente de Putin es imposible, tendremos que estar atentos a qué va ocurriendo con la producción y los precios del petróleo según se vayan alcanzando determinados niveles.
Es lo que nos dirá si su estrategia es aumentar margen y reducir producción -en cuyo caso podemos empezar a rezar-, o si prefiere financiar la guerra vendiendo el mayor volumen posible.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.